No pasó nada

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Agosto, 2018

Los días siguientes al beso fueron raros. Aquella mañana, ambas huyeron de las palabras, la granadina no quería escuchar que había sido su paño de lágrimas y que solo había sido necesidad; y por su parte, Miriam solo quería esconderse, borrar lo sucedido y dejar a un lado todos esos pensamientos que martilleaban su cabeza. Aquella mañana fue fría y rara, prácticamente no se dirigieron la palabra, y no fue porque la granadina no lo intentara, pero es que Miriam solo respondía con monosílabos, huía de su contacto y ni siquiera la miraba, como dos desconocidas, como extrañas. Así que Mimi, se levantó de la mesa en la que estaban desayunando, aunque ninguna hubiera probado bocado, y se fue sin decir ni una palabra más.

Jurado que Miriam se acostó en brazos de la granadina con el propósito de olvidar aquello y no dejarse llevar por su cabeza, pero por la mañana no pudo evitar marcar distancia, aquello no podía volver a suceder. Además, seguro que para Mimi no había sido más que un calentón tonto de los tantos que tendría con sus amigas, y que probablemente acabaran en algo más que ella no iba a darle. La gallega pasaba todo el día pensando en eso, y por la noche... por la noche juraba que la sentía. Qué carallo estás diciendo, Miriam. Se sentía culpable, era eso, seguro que sí. No podía ser otra cosa, para ella no significó nada, y qué decir tiene que para Mimi seguramente hubiera sido algo tan tonto que hasta se le habría olvidado ya a estas alturas.

Pero al otro lado, las cosas no eran para nada como Miriam imaginaba. Habían pasado diez días. Un beso, nunca imaginó que un beso fuera capaz de tenerla así tanto tiempo; no dejaba de pensar en ella, en su tacto, en su olor, en su mirada, en sus labios. Joder, vale que había sido un momento raro de cojones, pero eran amigas. Mimi estaba enfadada, enfadada y dolida. Me la encuentro ahora y me doy media vuelta con tal de no verle la cara. Miriam era una imbécil, vale que se arrepienta pero, ¿era necesario huir de la más mínima oportunidad de verse y hablar las cosas?

Desde la salida de la academia, Mimi y Ricky comenzaron a compartir piso; por su parte, Miriam decidió vivir con Pablo pero el destino hizo que ahora la gallega estuviera viviendo sola; Agoney que rechazó la propuesta de su amiga de compartir piso para dar intimidad a la pareja, pasaba más tiempo ahora en casa de la gallega que en la suya propia. Los cuatro vivían relativamente cerca y se habían unido muchísimo desde entonces; era rara la semana en que no organizaban algo en el piso de uno de ellos, aunque por comodidad solían quedar en el del mallorquín y Mimi. Era espacioso y así se ahorraban la bronca de Miriam por el desorden que dejaban después de sus reuniones. El grupo de whatsapp de los cuatro amigos no había dejado de sonar desde entonces, pero cada plan era rechazado por la gallega que no quería ni pensar en un reencuentro con la granadina.

-Estos dicen de quedar el sábado en su piso -dijo el canario, una vez se montaron en el coche.

Agoney acababa de volver a Madrid después de pasar unas semanas en Adeje y Miriam fue la encargada de recogerlo del aeropuerto y llevarlo a su piso.

-¿Qué estos? -preguntó Miriam sin dejar de prestar atención a la carretera pero fingiendo una mueca de confusión con el fin de ganar tiempo y soltar alguna excusa.

-¿Cómo que qué estos, Miriam? -preguntó alucinando el canario cada vez más mosqueado por las recientes negativas de su amiga – Los mismos a los que llevas ignorando más de una semana. ¿Pasó algo con ellos? -preguntó con miedo a que durante el tiempo que estuvo fuera la gallega hubiera tenido un encontronazo con alguno de los dos.

Su gallega era una mujer maravillosa en todos los sentidos, y una amiga de las que siempre están. Pero desde que lo dejó con Pablo, estaba más irritable de lo normal; y por experiencia sabía que Miriam de esa forma no reaccionaba bien y podía lanzar dardos por la boca al que le insistiera. Ella estaba bien, así que aunque los demás la vieran en la mierda, no soportaba que le rebatieran lo que tanto trataba de mostrar. ¡Qué cabezona era su leona!

KILLA / Miriam²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora