Creo que me gusta

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Agosto, 2018

-Mimi, ¿has puesto los vasos?

-Que sí, te lo he dicho veinte veces -respondió, casi en un grito, la granadina que no veía la hora de acabar con aquello.

¿Para qué preparaban la mesa para cuatro? <<Total, no va a venir>> se dijo a sí misma llegando hasta la cocina, donde Ricky terminaba de sacar la cena. Sushi. No, si encima que no venía le iban a tener su comida favorita preparada, manda huevos.

Ricky supo lo que había pasado esa misma mañana, la granadina y él no tenían ningún secreto. No podía evitar empatizar con su amiga, ¿quién no se ha pillado alguna vez de un amigo o amiga, y además hetero? Porque aunque ella lo negara, Mimi llevaba mucho tiempo prendada de cierta gallega de pelo rizado, se atrevería a decir que había sentimientos de por medio. La entendía, y le dolía verla tan fría, tan cabizbaja, tan ausente. A la que no entendía era a la leona, tan cuidadosa para unas cosas y tan bruta para otras; se permitía el lujo de dejar de hablarles como si Mimi fuera la única culpable, un beso entre dos amigas, ya está, no entendía la necesidad de hacer tanto drama... Que para Mimi fuera algo más era problema suyo, pero Miriam no era nadie para tratarla así.

-A mí no me hables así, que no soy con la que debes estar enfadada - le advirtió el mallorquín que no se veía capaz de soportar el mal humor de la granadina otros tantos de días. Por eso, soltó la bandeja que acababa de sacar de la nevera y se giró para encararla.

-Perdooooón – le dijo haciendo un puchero. - Es que, Ricky, ¿por qué tiene que complicarlo to' siempre?

-Porque ella en sí es complicada – le dijo con una sonrisa condescendiente, acercándose hasta ella para envolverla en un abrazo. -Ven aquí anda -dijo atrayéndola hacia él. -Es complicada de cojones, Mimi, pero es que a ti eso te encanta.

La granadina encontró en su amigo la confianza necesaria para aceptar la realidad, claro que le encantaba. Sí. Miriam le encantaba. ¿A quién no iba a gustarle? Saltaba a la vista que era una mujer preciosa, tenía unos rasgos muy marcados, dibujados casi, su cuerpo un espectáculo, pero eso que su cara no dejaba de ser otro, esos ojos miel, esa mandíbula... Uff, pero es que si fuera solo eso no había problema alguno, es que por dentro era más bonita, era encantadora. Su leona era una chica de carácter, extrovertida, resuelta, optimista, fuerte, tenaz, luchadora, solidaria... pero también era frágil, sensible, cuidaba a los suyos por delante de ella misma, sin importarle el qué dirán, sin importarse ella muchas veces. Miriam daba, lo que pudiera, podías contarle y ella te iba a escuchar siempre, te regañaba si habías hecho algo mal, pero siempre te acogía. Era divertida, irónica, y una chulita cuando se lo proponía... cómo le gustaba eso, eso y todo. Cómo le gustaba que le echara la bronca por no taparse los riñones, por fumar, por poner los pies en el sofá, por no recoger, por fijarse en chicas que no iban con ella, .... qué irónica la situación.

-Ricky -lo llamó en un tono apenas audible.

-Dime.

-Creo que me gusta un poco, ¿sabes?

El mallorquín no pudo evitar soltar una risita enternecido por la ingenuidad de su rubia.

- ¿Un poco solo?

-Mucho, Ricky, me gusta mucho. Me vuelve loca -aceptó finalmente mirándolo a los ojos. -Pff... no sé qué hacer, no quiero perderla como amiga.

Y Ricky vio tanta verdad en las lagunas verdes de su amiga, que tomando aire trató de darle el mejor consejo que pudo. Así que aunque odiaba que fuera la granadina la que tuviera que dar el paso, a sabiendas de que el orgullo de Miriam no la dejaría hacerlo, le dijo:

KILLA / Miriam²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora