-Ay, -suspiró aliviada- menos mal que has llegado.
-Pues no iba a venir hoy -mintió.
Su amistad con Carla había sido una de las sorpresas que la recibió al mudarse. Aquella chica de la que había oído tanto hablar en redes, se mudó a su casa hacía ya cerca de 6 meses. Ninguna de las dos tenían especial simpatía por la otra así de primeras, no es que se cayeran mal pero no eran ese tipo de amigas que están destinadas a encontrarse, eran tan distintas que en esa diferencia habían encontrado la risa en común.
Aunque Miriam era de las de no coger el móvil en semanas y no inmutarse y Carla no pasaba 15 minutos sin revisarlo, habían encontrado el equilibrio. Un ascensor averiado y las quejas a un presidente de la comunidad las hicieron encontrarse en un rellano que habían pisado a diario solas pero nunca coincidían. Desde entonces, la una se había convertido en el apoyo de la otra y viceversa.
-¿Y eso? ¿Muy ocupada?
-Sí, pero me pagaban más aquí me han dicho -dijo entrando a un piso que se conocía incluso a oscuras. -Pero bueno, ¿qué hacen aquí los bebés más guapos de Galicia?
Se agachó rápida a saludar a aquellos dos revoltillos, era la primera vez que los veía en persona así que no le dolió demasiado que pusieran una mueca de desconfianza y se alejasen de ella.
-Les he dado miedo -puso un puchero mirando hacia arriba.
-Para nada chica, son muy galleguiños ellos. Fuera de la familia más cercana no se acercan a nadie.
-Jo, bueno ya los camelaré. ¿Está aquí tu familia? -preguntó extrañada de ver aquellas dos figuras en el salón de la gallega.
-Qué va, se fueron de vacaciones los cuatro así que se quedaron con la tita, que es con la única que no lloran cuando no están los papis -anotó con orgullo.
-A saber la de regalos que les das a escondidas para que te aguanten.
-Gilipollas -le tiró un cojín mientras iba a la cocina a traer algo de beber. -¿Lo de siempre?
-Sí -respondió desde el sofá intentando en vano hacer reír al pack. -Eh, tú, te estás riendo, ¿eh? -exclamó al fin viendo como Matías la miraba con una sonrisa traviesa de medio lado por detrás de su hermano.
-Chilipotas -balbuceó entre dientes divertido con el sonido de la nueva palabra que había escuchado.
-Pues sí que te lo van a agradecer los padres -susurró divertida la catalana.
Por cosas tan simples como esa le encantaba ir a ver su vecina y amiga. En lo más cotidiano del mundo, siempre te tenías que reír si estaba de por medio la gallega, no sabía si era su humor, el rodearse de gente afín a ella, su manera de hablar pero era difícil tener un mal día a su lado, sin comerlo ni beberlo era un personaje y un cuadro digno de seguir en un reality.
-Tú haces un reality tipo Kardashian y te forras -le soltó divertida cuando la gallega volvió de la cocina.
-Pues el nuevo capítulo del Mirishow incluye visita al supermercado -dijo poniendo los brazos en jarra y echándose a reír.
-¿Uno y uno? -dijo señalando a los piratas que se habían contagiado de la risa de su tía.
-Uno y uno -suspiró resignada.
Con dos sillitas llenas, el sol pegando fuerte a través de la ventanilla y el aire acondicionado puesto se dirigieron al supermercado al que solían ir a comprar una vez por semana. La gallega condujo prudente hasta el establecimiento que las pillaba a treinta minutos en coche a medida que la tarde se nublaba. Para cuando aparcaron y cogieron cada una a uno de los bollicaos de la mano, el cielo se había llenado de nubarrones negros que amenazaban con empezar a llover de un momento a otro. Otro día más odiando las tormentas.
Caminó por detrás de la catalana mientras pasaban el paso de peatones y cuando entraban por la puerta un fuerte nudo se le anudó en la garganta, no podía describir aquella sensación de peligro inminente pero la gallega tenía el presentimiento de algo malo empezaba a rodearla.
Carla se detuvo un instante a esperar a la gallega que venía hacia ella más despacio cuando notó la cara de pesar de su amiga.
-¿Estás bien, tía? Te has puesto pálida.
-Sí -musitó no muy convencida- me dio dolor de estómago, pero todo bien -zanjó sonriente alzando al pequeñín que llevaba de la mano mientras pasaba la otra por el pelo de Manuel y continuaban el camino.
-Oye -recordó la catalana mientras daban vueltas por los pasillos cogiendo las cosas que tenían en la lista. - ¿Y lo de Mimi? Que no me pusiste al día...
<<Galletas, cereales, zumo...>> enumeró mientras ponía los productos en el carro.
-Ah, bien, ósea arreglamos las cosas y ya.
-¿Me estás diciendo que estuvo aquí prácticamente toda la noche y no pasó nada?
-No, primero no pasó aquí más de dos horas. Segundo, pasó lo único que tenía que pasar... hablamos, llegamos a un acuerdo y decidimos darnos la oportunidad de ser amigas otra vez, y ya.
<<Huevos, fruta...>>
- ¿Y ya? -la miró con incredulidad. -¿Desde cuándo se puede ser amiga de una ex?
-Desde que soy una mujer madura, que me quedan tres para los treinta -bromeó queriendo dar por zanjado el tema.
-No sé, Miriam, tú di y haz lo que quieras, pero yo por lo menos no tengo buenas experiencias con las amistades post-relación. Es que, ¿cómo se es amiga de alguien con alguien que una vez te hizo traspasar esos límites?
La pregunta se quedó un tiempo de más bailando en su mente, qué hipócrita podía llegar a ser a veces... le preguntaba aquello a su amiga, ella, que llevaba pillada de su vecina más tiempo del que se considera adecuado para un crush habitual.
-Joder, Carla, no me ralles que ya me costó ayer decidirme -suplicó no sabiendo si dudar ahora era muy cobarde por su parte.
-No, no, mujer, es lo último que quiero. Si en ese momento lo sentiste, es lo correcto. Solo te transmito mi experiencia, pero ojalá os salga bien -le dijo rodeándole el brazo con cariño. -No me confirmaste lo del sábado, vienes, ¿no?
Miriam hubiera necesitado tirar de su lucidez mental en ese momento para poder escabullirse de la dichosa cena con los nuevos otitos, pero no fue capaz de negarse a la ilusión de su amiga y le confirmó su presencia con un gesto locuaz. Le caían todos bien, pero tenía que reconocer que los años de madurez y el sentirse en la cresta de la ola no los dejaba al mismo nivel de euforia. Se veía toda la noche grabando tik toks con cara de asco cuando ella era más de unos juegos de mesa o simplemente una buena conversación.
<<Patatas, zanahoria, tomate rallado... >>
-¿Aún sientes algo por ella? -preguntó con cuidado y sin querer saber del todo la respuesta.
Sí, como podéis intuir habrá tercera parte de este capítulo. Lo prometido es deuda y mi deseo de publicar a un ritmo considerado es ya una promesa.
Gracias de corazón a todas las personas que seguís comentando, votando y, por supuesto, leyendo.
Os leo, con una ilusión tremenda.
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KILLA / Miriam²
FanfictionMimi y Miriam. Miriam y Mimi. Sin motivos, sin excusas. Sin saber por qué, a veces, las cosas suceden y te desmontan por dentro, sin saber por qué, a veces, alguien acalla tu miedo. A veces, el cambio es revolución, y la revolución, ¿amor?