Gris oscuro, negro asfalto III

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Parte final del capítulo, más corta porque se viene capítulo nuevo en breves. No quería dejar mucho más tiempo en ascuas, así que subo esto a modo de introducción a la semana que se avecina que espero sea de unas TRES actualizaciones... 😏🤭


-¿Aún sientes algo por ella? -preguntó con cuidado y sin querer saber del todo la respuesta.

- Ya está todo, venga que os entretenéis de más.

Sin opción a continuar la conversación y sintiendo que su cuerpo se destensaba de nuevo, Carla hizo lo ya estaba acostumbrada hacer, olvidarse del momento exacto en que la gallega se había cerrado en banda y retomar donde lo habían dejado antes de ocurrírsele preguntar aquella estupidez.

-De momento, me han confirmado Denna, Álex, Omar... -empezó a enumerar.

-Que sí, mujer -afirmó rodando los ojos. -¿Cómo no voy a ir?

Carla se lanzó a abrazarla y zanjaron el momento incómodo con un beso en la mejilla de la gallega que daba las gracias a la vida por ponerle en su camino personas que la querían tan bien y la leían sin necesitar instrucciones.

La vuelta a casa se hizo mucho más cómoda y risueña, pasaron el resto de la tarde jugando con los mellizos hasta que Carla tuvo que marcharse. Había quedado a cenar por temas de trabajo, así que a pesar de lo pucheros de la gallega que había comprado cena de sobra, se despidió de los niños y abrió la puerta seguida de su vecina.

-¿Quieres que te llevemos? Así no tienes que pedir taxi -propuso la gallega al ver que realmente iba justa de tiempo.

-No, mujer, no te preocupes. Me ponen un uber, tranquila.

-¿Seguro? No me cuesta nada.

-Que no, tú ocúpate de que no te rompan la casa -bromeó dándole un beso de despedida que le sabía a muy poco.

...

-Mierda, mierda, mierda.

Una silueta apenas iluminada salió del coche en dirección a ella, se paró a pocos metros y chistó en su dirección.

-Joder, me cago en la puta -susurró totalmente paralizada mientras empezaba a querer dar pequeños pasos hacia atrás.

Cada paso que daba ella, daba otro aquella figura que ahora distinguía llevaba una especia de sudadera o impermeable de color oscuro. Le daba la sensación de que titubeaba entre ir a por ella y volver al coche, como si no quisiera alejarse mucho del vehículo para huir, lo había cerrado con llave y Mimi no quiso pararse a pensar por qué. La sensación de caída libre se apoderó de su cuerpo, y en el momento en que se disponía a correr en dirección contraria, aquella persona esprintó hacia ella impidiéndole el giro justo a tiempo para evitar que fuera arrollada por el camión que pasó rozándole la espalda desde la esquina que pretendía cruzar.

-¡Socorro! -gritó al conductor que acababa de poder atropellarla. Un conductor del que ya solo quedaba el eco del motor.

-¿Se puede saber qué coño haces?

-¡¡Me cago en tu puta madre!! -se zafó alterada dándole un fuerte golpe en el brazo con el que intentó evitar la crisis de pánico que estaba a punto de tener. -¡¿Qué coño pretendes tú?! -se alejó unos cuantos pasos al reconocer aquella voz.

-No, si encima te tengo que pedir disculpas -dijo bajándose la capucha al comprobar que no llovía. -¿Qué carallo haces caminando sola por aquí?

El pecho de Mimi no dejaba de moverse arriba y abajo, una mezcla entre alivio y tensión acumulada se había apoderado de su ser y no podía hacer otra cosa que despotricar por el mal rato que había pasado.

-Te hice una pregunta, y tira para el coche que tengo a los niños solos -ordenó volviendo al vehículo a paso rápido.

Y ya, ni un lo siento por el susto, ni una explicación, ni un saludo, solo la máxima expresión de su mal carácter subiéndose al coche. La granadina barajó sus opciones y aunque se le pasó por la cabeza llenarse de orgullo y no ceder, tenía que reconocer que no había habido una ocasión en la que ver a la gallega la hubiera aliviado más que aquella en que se había temido lo peor por unos instantes. Así que entre quedarse allí muerta del miedo fruto de su cabezonería y montarse en el coche de aquella estúpida loca, elegía lo segundo.

Miriam arrancó el coche dándole a entender que tenía que darse prisa en decidir, y corriendo llegó hasta la puerta del copiloto. Se subió sin mediar palabra y su abrochó el cinturón agradeciendo que la gallega hubiese puesto la calefacción.

-¡Hostia, puta! Si es que me va a dar un infarto -suspiró.

-¡EH! -gritó alarmada la castaña haciéndola pegar un brinco.

-Tia, puta -balbuceó un risueño Manuel que le devolvió con curiosidad la mirada a aquella extraña que se había girado hacia atrás en el coche de su tía.

Gracias por seguir aquí, por cada lectura, voto y comentario. 

Creo que tengo encauzado el merecido final para esta historia, PERO quiero tratar de cumplir peticiones vuestras en estos capítulos. Contadme, dadme ideas de cosas que queráis leer antes de poner el broche final. Sabéis que si son viables con la trama me gusta tomar peticiones y qué mejor momento que este.

Vuelvo siempre, esta vez con maratón.

Os leo.

KILLA / Miriam²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora