The Umbrella Academy *TIME 2 *

Capítulo 25: Rojo

NARRA ANA:
Muchas veces tuve sueños extraños, ninguno como el de las últimas noches, incluida ésta. Nunca quise entender que había algo mucho más que solo mi subconsciente transformando imágenes de mi día a día a sueños sin sentido que rápido se acumulaban en mi pequeño cuaderno rojo y en mi mente. El de esa noche fue diferente, sabía que no era un sueño tonto nada más, mientras más lo pensaba más extraño y sin sentido se volvía. Imágenes que me parecían conocidas y a la vez no llegaban como si viera una presentación.

Ahi me encontraba, de pie en la gran Academia Umbrella, sola. Sabía que estaba soñando, así que guardé la calma y puse atención hasta en el más mínimo detalle, aunque todo parecía igual según recordaba. Y como no confiaba lo suficiente en mi memoria volví a revisar tanto como pude y mi mente me permitía. Una puerta se abrió detrás mío, no me asusté, respiré profundo y entré a la oficina del señor Hargreeves, eso era interesante, tantos cuartos y estoy aquí en su oficina, era un dato que guardaría. Revisé meticulosamente cada rincón, era increíble el tacto con cada una de las cosas ahí, el frío de los metales, el sonido de las hojas, lo cálido de las bombillas de luz. Fijé mi vista en el librero y había algo que captó mi atención, un cuaderno rojo... Mi cuaderno. Lo tomé y pasé con cuidado las hojas tomándome el tiempo de leer aunque lo que estuviera allí lo haya escrito yo y puse mis ojos en algo muy curioso, los pequeños paraguas que se hacían presente en cada una de las páginas, Allison ya lo había mencionada pero jamás presté demasiada atención. Así también como constantes palabras como "padre" u "otros niños". Yo jamás le dije a mi papá "padre" esa formalidad siempre nos incomodó a ambos, teníamos una relación más dulce como papá e hija.
Seguía pensando en cualquier cosa que pudiera armar este rompecabezas, pero la academia comenzó a temblar como cuando Vanya la destruyó. Me tropecé haciendo que el cuaderno se escapara de mis manos; cerré los ojos esperando no despertar para seguir "investigando" si es así como debería llamarlo. Me levanté del suelo viendo todo en ruinas, entre escombros y tierra dislumbraba el pequeño cuaderno rojo, me acerqué para sacudirlo solo para darme cuenta que ese no era mi cuaderno, pues tenía unas iniciales muy características, dos letras "RH". Con aún más curiosidad lo abrí salteando a todos y concentrándome es una en especial, Número 8. No pude leer nada más allá del nombre, regresé las páginas y no había nada, estaban las hojas en blanco hasta llegar a la primera página, cambié la página de nuevo esperando que apareciera algo, y así fue, solo decía una cosa, un número "8", así con todas las páginas hasta el final. Cerré con frustración y decepción el cuaderno. Escuché pasos, de nuevo La Encargada tratando de matarme incluso en mis sueños, eso pensé. Grande fue mi sorpresa al darme la vuelta, ni más ni menos que Ocho.

Ocho: - No puedes tener el amor y todo lo que a mí me corresponde. - Me quitó el cuaderno de las manos. - Es tonto que hayas creído que podrías ser más inteligente.

Ana: - ¿Por qué dices eso? - Dije tratando de sacar información, era muy loco pero nada perdía intentando.

Ocho: - Porque yo no soy tú. - No sabía lo que tenía que ver, estaba confundida.

Desperté de golpe sin ninguna idea clara, Cinco no estaba. Le preguntaría a Diego sobre ir por el cuaderno que le quitaron, tenía que quitarme la curiosidad y leer ese cuaderno fuera como fuera. Tomé una ducha súper rápido y me cambié.

Salí esperando encontrar a Diego para irnos juntos a regresar por lo "nuestro". Estaba enseñándole a Eliot algunos cuchillos.

Ana: - Oye Diego. Te tengo una propuesta que se que te gustará. - Me miró en seco.

Diego: - Te escucho.

Ana: - Hay que ir por el cuaderno, tengo un plan para entrar. - Le sonreí como cuando se nos ocurrió el plan.

Diego: - Me gustaría, pero voy a salir con Ocho. - Se me borró la sonrisa en menos de un segundo.

Ocho: - No detengas tu plan por mi, vayamos los 3. - Dijo entrando a la habitación y me pregunté cuánto llevaba ahí escuchando.

Diego: - Estupenda idea. Acompañamos a Ocho y de ahí buscamos el cuaderno.

Ana: - De hecho creo que podemos ir otro día. Acabo de recordar que debía verme con alguien para entregarle unas cosas. - No quería ir con ella, así que evadí el tema.

Ocho: - Segura? Vamos contigo, anda. Nos podemos conocer mejor.

Ana: - Me encantaría de verdad. - Esperaba fingir lo suficientemente bien. - Pero ustedes traen su plan y sus tiempos. No sé cuánto vaya a tardar y quiero ir ahora que hay luz del sol.

Diego: - Bueno, nos vemos. Ve con cuidado.

Ana: - Claro, adiós.

Ocho: - Adiós corazón. - Se dieron la vuelta y rodé los ojos.

Suspiré con frustración sin darme cuenta que Eliot estaba viendo.

Eliot: - No te cae muy bien, cierto?

Ana: - ¿Se nota mucho? - Dije ya más calmada.

Eliot: - No creo que vayan a darse cuenta, pero deberías darle una oportunidad quizás, conocerla.

Ana: - No, no tengo ganas de conocer a nadie. Gracias por el consejo de todos modos. - Cambié el tema para que no fuera incómdo. - ¿No hay nadie más en la casa?

Eliot: - No, solo estamos tú y yo.

Ana: - Me tengo que ir a entregar unas cosas, regreso pronto, cuídate.

Volví al cuarto, tomé el vestido y los tacones con los que había ido a la reunión del Consulado, los puse en sus respectivos bolsa y caja y me dirigí a la cafetería, era día de trabajo para María. Aunque no quería iba hecha una furia, con cada paso me enojaba más al pensar en Ocho y todo. Mis inseguridades se hicieron más altas y no sabía dónde estaba Cinco, pensaba que si tenía algún ataque de ira o algo por el estilo, no podría controlarme. No me parecía justo explotar algo solo por estar enojada, era mejor estar tranquila con una amiga.

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Voten, voten, voten voten voten. [Inserten música de María de todos los Ángeles] (si no saben cuál es aquí se las pongo).  Adelanten hasta el segundo 55, si es que quieren llegar a lo que me refiero.