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Chase

Detuvo las luces de colores y encendió la luz blanca, que iluminó todo el cuarto.

Giré mi cabeza en su dirección y quedé mudo. Verla siempre había sido un placer, pero verla así, era un placer que sobrepasaba lo maravilloso.

Su cabello corto estaba mojado y se veía oscuro, lo que hacía que sus ojos azules sobresaltaran. Su cara no llevaba maquillaje, dejando a la vista sus ojeras y unas cuantas pecas en su nariz y mejillas, que la hacían mucho más atractiva.

Solo tenía una camisa larga, que le llegaba hasta sus muslos. Bueno y sus piernas...

La miré por más tiempo del que me gustaría admitir.

Tienes novia. Piensa en Lara.

Era lo único que se repetía en mi mente. Pero desde que conocí a Germany, Lara se había convertido en un pensamiento muy lejano.

—Chase, ¿qué haces aquí?— su voz detuvo mis pensamientos impuros—. Chase, mis ojos están aquí arriba— chasqueó los dedos.

Subí la mirada de inmediato.

¡Tenía que concentrarme!

Germany

Chase estaba en mi habitación. Estaba ahí parado con su completa y jodida perfección. Y me miraba de arriba a abajo, como en el centro comercial.

Ya no estaba enojada con él, ni tampoco lo odiaba. Ahora estaba agradecida. Y... un poco embelesada.

—Chase, ¿qué haces aquí?— él no pareció reaccionar, porque siguió mirando mi cuerpo con detalle—. Chase, mis ojos están aquí arriba.

Enseguida subió la mirada, pero no habló ni explicó nada. Solo me miró a los ojos, poniéndome más nerviosa.

—¿Qué haces aquí?— repetí, y esquivé su mirada.

—Yo... eh... acompañé a Leah al baño. Y escuché la música, y...

—Y decidiste entrar a un cuarto como si fuera tu casa, por la música— le interrumpí.

—No suena muy bien, pero sí.

¿Ok?

No respondí nada, no porque no quisiera, sino porque no sabía qué responder. Así que para evitarlo, tenía que actuar normal.

Me volteé y agarré el peine que estaba encima del estante, comencé a peinarme mientras me miraba en el espejo, y pude verlo en el reflejo, muy concentrado en la ventana. Pero de un momento a otro lo vi detrás de mí, a través del espejo, entonces me giré hacia él, alarmada.

—¿Estás mejor?

—¿Eh?

—¿Te sientes mejor?

—Sí. Me siento mucho mejor— sonreí.

Él también sonrió, pero no lo vi muy convencido. Devolvió su mirada a mis ojos, penetrándolos con su verde claro y hermoso, haciéndome sentir nerviosa.

—Perdóname. Si hubiera sabido que te pondrías así, no hubiese abierto la boca desde un principio. A veces soy muy idiota y no pienso en lo que estoy diciendo.

—No fue tu culpa, no te preocupes. Soy yo la que tengo los males aquí— sonreí.

Nos miramos por un largo rato. Quería hablar y, deshacerme del horrible silencio que estaba envolviéndonos, pero él se adelantó y habló antes, por suerte.

—Germany— pronunció lentamente—. Creo que voy a salir para que termines de vestirte.

Al principio no entendí, por lo que bajé la mirada para inspeccionar mi cuerpo en busca de...

El destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora