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Chase

Una parte de mí, disfrutaba la idea de estar a solas con ella. Pero la otra, sentía que estaba muy mal. Quería guiarme por la segunda. Tenía novia después de todo, y aunque no fuera la mejor relación, tenía que respetarla.

Sin embargo, ahí estaba. En su cama viendo Shrek, mientras ella estaba tumbada a mi lado.

—Es mi película favorita— comentó.

Sonreí al verla tan alegre.

—Se nota. Estuviste a punto de pegarme cuando te dije que no sabía que era. Y todo por un ogro feo, y un burro también feo. Que mal gusto, señorita.

—Feo tú. Y no me llames señorita.

Mm...

—Voy a ignorar lo que dijiste y seguiré viendo la fea película por ti.

—¡Pero si es la mejor película del mundo!— exageró la expresión.

Me había dado cuenta de que tenía diferentes expresiones para todo. Y mi favorita era cuando estaba indignada por cualquier cosa.

—¡Préstale atención! Solo has visto tres minutos y ya estás diciendo que es fea.

—Porque lo es— la miré de reojo al ella suspirar.

Era tan bonita.

Nos quedamos en silencio para ver la película. No podía entender que le veía.

En un momento, sin querer, me toqué los nudillos y sentí el dolor inmediatamente. Cerré los ojos con fuerza. El dolor me recordaba lo que había hecho, y eso era muchísimo peor que sentirlo.

Llevaba demasiado tiempo sin golpear cosas, y lo más importante, sin golpear a personas. ¿Por qué me dejaba llevar tanto por la rabia? No lo entendía.

***

Al terminar la película, me pareció muy extraño que Germany no dijera nada. Ni siquiera estaba moviéndose. Me volví en su dirección y la encontré dormida, profundamente.

Había estado tan concentrado en Shrek, que no me percaté de que ella tenía sueño.

Miré la hora en mi teléfono y en el reloj daban las once y media de la noche. Claro, yo estaba acostumbrado a dormir hasta tarde, probablemente ella no.

Me tomé un tiempo para admirarla. Se veía tan tranquila e inocente. Las largas pestañas por encima de sus pómulos y su boca entreabierta me desconcentraron.

¿Por qué estoy viendo su boca?

No sé cuánto tiempo estuve observándola como un psicópata, pero no fue suficiente.

Aparté la mirada cuando mi teléfono me tomó por sorpresa con el sonido. El tono de llamada estaba muy alto, y pensé que la bella durmiente se iba a despertar, pero por suerte siguió dormida y tranquila.

Vi la pantalla y era una llamada de...:

Lara

Colgué casi al instante. No quería hablar con ella. Ayer tuvimos una discusión fuerte y no quería seguir discutiendo.

Pasaron unos minutos y el teléfono comenzó a sonar, de nuevo. Pero esta vez no era el tono de llamada. Eran notificaciones. Tantas que el sonido no se acababa.

El destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora