17. Corazones rotos

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...una semana después

Número desconocido

—Está muy triste. Dice que extraña a un tal Chay, no deja de mencionarlo. Esa niña es un sol, ha entendido muy bien todo el tema. Le he dicho todo lo que me dijiste la última vez y me dijo: ¿Cuándo vendrá a visitarme? Quiero jugar a las muñecas con ella. Te quiere mucho, ¿sabes? Bueno, eso es todo por hoy, guapa. Que tengas un lindo día.
Pd: la cuidaré bien, no te preocupes.

—Dile que la quiero mucho y que iré a visitarla cuando me dejes. No sé quien eres, pero gracias por todo. ¡Cuídala!
Visto

Guardé mi celular en el bolsillo trasero de mi pantalón antes de entrar a la casa. Entré y cerré la puerta a mi espalda.

—¡Hola, hola!— dije, mirando a mi alrededor—. ¡Kiama!—llamé a mi mejor amiga, que ahora estaba viviendo conmigo.

Después del horrendo momento que pasamos en el hospital y de la confusa "conversación" que tuve con el chico rubio, ella decidió venir a acompañarme.

Siendo honestos, no me gustaba la idea de vivir sola. Y ahora que Chase no estaba para acompañarme, era peor.

Ya había pasado una semana y seguía sin aparecer. Aaron me dijo que hay que darle tiempo, pero mi preocupación sigue. Nunca había desaparecido así, y su estado no era el mejor cuando se fue.

Lo he llamado cada día y sigue sin responder. Tampoco responde a mis mensajes. Parece como si hubiera dejado de existir.

Ya los chicos sabían que Leah estaba viva, pero Chase no. Eso me preocupaba el doble.

Y toda esa preocupación, era restándole todos los problemas ajenos a Chase.

Seguíamos sin entender el tema de Leah. ¿Por qué nos mintieron en un principio, diciendo que estaba muerta? ¿Por qué todo este tema se tenía que mantener en secreto? ¿Por qué ese chico estaba siendo tan amable? Y lo que más me generaba confusión era... ¿Quién era ese chico?

Subí las escaleras para buscar a mi amiga. Supuse que estaba en su ahora habitación, así que me detuve al frente de su puerta.

—Kia, el chico me envió un mensaje-toqué con los nudillos—. Dice que Leah está bien, pero muy triste porque extraña a Chase. La verdad, me encuentro igual que ella— una sonrisa nostálgica apareció en mi rostro—. Dime que no estoy hablando con una puerta, por favor.

Como no respondió, decidí pasar por mi propia cuenta. Giré el puño y estuve a punto de morir de un susto.

Pensaba que la habitación estaba vacía, pero no. Kiama estaba tumbada en la cama, y no estaba sola. Aaron la estaba abrazando, dejando su cabeza en el pecho de mi amiga y ambos estaban dormidos.

Era lo más tierno que había visto en toda mi vida, y sentí mucha tristeza. Yo podría estar junto a Chase de la misma forma, sin embargo, no sabía absolutamente nada de él.

Salí de la habitación, dejando la romántica escena atrás, y fui directo a la habitación de Chase. Lo había hecho toda la semana.

Aún seguía su olor en el aire. Y en sus sábanas. Ese olor que tanto me encantaba.

Me acosté en la cama y atraje a mí una almohada gigante. Recosté mi cabeza en ella y cerré mis ojos. Y después de mucho tiempo pensando en él, logré quedarme dormida.

El destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora