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{Día de la boda}

Dejé una de las cuantas cajas encima de más cajas y me enderecé para tomar aire y descansar un poco.

—¿Quién se casa en la noche?— mi mejor amiga frunció el ceño.

Dejé de observar el desastre al que llamaba habitación para mirarla y suspirar.

—Mi mamá— respondí volteando los ojos.

—Sí, solo tu mamá— soltó una risa y asintió.

Kiama había llegado de sus vacaciones la mañana después de mi cumpleaños. Fue una gran sorpresa para mí.

—Le dije que sería mejor en el día, pero ella quería una «boda diferente a las demás»— hice unas comillas con los dedos.

Volvió a reírse y, era la única de buen humor esta mañana, porque  yo estaba con un humor de mierda.

Seguí ordenando mi habitación hasta que después de una hora de mucha ropa y zapatos, ya teníamos todo empacado en cajas, listo para llevarlo al carro.

Como me mudaría mañana, tenía que tener todo preparado lo más antes posible. De hecho, mamá enfureció cuando esta mañana se enteró de que mis cosas seguían fuera de las cajas.

—Ger...— Kia rompió el silencio.

—¿Mm?

—¿Va a estar ahí el hijo de Ignacio?— preguntó.

Desde que le había contado todo sobre Chase, incluyendo lo guapo, alto y misterioso que era, no dejaba de insistir con que me gustaba. Estaba ansiosa por conocerlo y ver con sus propios ojos la famosa perfección de la que tanto hablé.

—Obviamente, es el hijo del novio.

—¡Por fin voy a conocer al primer chico que te gusta! Ya empezaba a creer que no te gustaban los hombres, amiga.

Tiene novia y además, no me gusta. ¿Cuántas veces te lo tengo que repetir?

Elevó sus cejas con una sonrisa tonta. Ella definitivamente estaba viendo cosas en donde nos las habían.

—Que me parezca... atractivo, no quiere decir que me guste. O sea, sí, es muy guapo y sexy y...— tiré la almohada que tenía en el regazo directo a su cara, porque estaba con una sonrisa de oreja a oreja—. ¡Olvídalo!

Esta vez soltó una carcajada más fuerte, que se pudo escuchar hasta en otro continente.

—¡Te gusta tanto!

—¡No!— exclamé, algo ofendida.

¡No me gusta!

Mejor revisa la lista que hay en el cuaderno azul de ahí— cambié de tema a como pude y señalé la mesita—. No quiero olvidar nada.

Ella rodó los ojos pero inmediatamente se estiró para tomar el cuaderno. Lo abrió y en lugar de decirme algo, se quedó callada. Y pasó mucho tiempo en silencio hasta que un chillido de su parte llegó a mis oídos.

El destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora