2. Planes

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Nota: Este ha sido uno de los capítulos que más me ha costado escribir, ya se habrán dado cuenta porque dure más de un mes escribiéndolo. Realmente es muy difícil escribir todo esto porque es un tema bastante complicado. Solo espero que lo entiendan y no les queden dudas con respecto a lo que aclararé.

...

Germany

Lo había sospechado desde el primer momento. Sabía que no era lógico que su cuerpo haya desaparecido sin ninguna explicación. Todos los días me preguntaba: ¿para qué quisieron su cuerpo? ¿Por qué no me dejaron ni eso? Y ahora todo tenía sentido.

No habían dejado al muerto, porque no había ningún muerto. Chase estaba vivo. El papá de London, mi Chase, estaba vivo.

—Yo te lo quería decir antes, pero no...

—Tres años, papá— le corté—. Fueron tres años con culpa. Tres años pensando que el hombre de mi vida estaba muerto. Y ahora vienes con el cuento de que durante esos tres años sabías que Chase estaba vivo. ¡Es que nada, hombre!

Agarré mi pelo con desesperación. Ya las lágrimas rodaban por mis mejillas sin control, pero no podía importarme menos.

Chase estaba vivo.

—Germany, cálmate. Recuerda que el chiquitín está arriba.

Enseguida me detuve. Mierda..., London.

—Él no puede verme así— casi entré en pánico.

—Por esa razón tienes que calmarte— papá se acercó a mí e hizo una seña para que me sentara en su regazo.

Me senté en este, como en algunos recuerdos nuevos lo había hecho, y entonces comencé a llorar como una niña pequeña.

—No te lo habíamos dicho porque... no queríamos arruinar el plan.

—¿Plan? ¿Qué plan?

Un mes después del rescate(fallido), tres años atrás.
Dallas Roberts

Ignacio estaba frente a mí, su ojo estaba cerrado de tantos golpes que había recibido. Su cara estaba hinchada, sucia y hecha un desastre, pero seguía sin hablar. Y tenía que hablar.

—Ignacio, Ignacio. Ya no me estás dejando más opciones— él levantó la cabeza con debilidad, y me vio directamente a los ojos, con resentimiento y odio en su mirada—. Háganla pasar.

—¿A quién trajiste, hijo de...?— paró en seco cuando vio a la persona que había invitado especialmente para él—. Anne— su voz a penas salió.

—Hola, Fran. Cuanto tiempo.

—¿Fran?— no pude evitar preguntar.

—No se llama Ignacio, Dallas. Su nombre verdadero es Francisco— informó Sorian a mi lado.

Asentí sin quitarle la mirada al miserable que tenía en frente. Ahora me veía como si me quisiera matar, y sentí felicidad al verlo así, porque por fin estábamos en una situación como esta.

Ambos queríamos algo, pero solo uno de los dos lo lograría conseguir. Los dos queríamos matar al otro, pero solo yo lograría hacerlo.

—Habla, Fran. Hazlo por mí— Anne dijo perfectamente su diálogo.

Y a como lo esperé, funcionó perfectamente.

—Con una condición— soltó el miserable.

—Cree que está en posición de pedir condiciones, que gracioso nos salió Francisco— hablé con la voz que yo más solía odiar.

El destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora