Chase
Nunca en toda mi vida había estado con tan buen humor. Menos a las ocho de la mañana.
Normalmente, tenía ganas de matar a todo el mundo en las mañanas. Pero hoy era diferente. Juro que aunque viniera mi peor enemigo, le sonreiría.
Estaba duchándome mientras ella me observaba como un halcón, cepillándose los dientes. Yo la miraba de reojo algunas veces, pero ella no se daba cuenta, y para provocarla, llevé mi cabeza hacia atrás dejando al agua caer por mi cuerpo.
—Dios mío— dijo, provocando una sonrisa en mi rostro—. Creo que eres lo más sexy que he visto.
—Y soy tuyo, señorita. Completamente tuyo.
Alzó sus cejas y sonrió victoriosa.
—Pues entonces tengo mucha suerte. Todo eso...— señaló mi cuerpo de pies a cabeza, y después a sí misma—, es mío.
Solté una risa, ya que su cara se volvió totalmente roja después de decirlo.
—Eso se escuchó muy posesivo, lo siento— agachó su cabeza.
—¿Puedo decirte que eres mía?
Ella pareció sorprenderse por mi pregunta.
—Tú eres la posesiva aquí, pero me gustaría llamarte... mmm, no lo sé...— fingí que pensaba—, mi novia.
Germany se quedó completamente muda.
Excelente, la cagué.
Después de mucho tiempo, por fin pareció reaccionar, pero solo arqueó sus dos cejas.
—¿No vas a decir nada?— pregunté.
—¿No pudiste ser más original?— se acercó más, con una sonrisa enorme.
Envolvió sus brazos en mi cuello y me besó. Aunque el lindo momento no duró mucho, porque se separó de mí en cuanto se dio cuenta de que estaba repleto de jabón.
—Termina de bañarte solo, voy por ropa— se dirigió a la puerta.
Y como siempre, miré su culo detalladamente.
Mierda, creo que me puso mal otra vez.
—¿Es necesario?
—Sí— se volteó hacia mí, otra vez—. A mí también me gustaría llamarte mi novio—encogió sus hombros—. Solo por si querías una respuesta.
Y dicho eso, salió del baño.
—¿Te gustan las arepas?— preguntó, cuando me vio bajando las escaleras.
Asentí y me senté en una de las sillas de la isla que estaba en el medio de la cocina. Tomé el tarro de almendras que estaba muy cerca y comencé a comer.
—Pues que suerte, porque si no te gustaban, te tendrías que quedar solo con tus almendras— sonrió, mirándome de arriba a abajo.
No era la única mirando detalladamente en la habitación, eso era claro. Me había dispuesto a mirarla detalladamente, siempre que tuviera el chance.
Me alegró saber que Germany pensara igual que yo y no se haya puesto tanta ropa. Tenía unas bragas negras—muy sexys— y la camisa blanca, que tenía puesta yo anoche. Sin sujetador...
Mm...
—No es correcto que andes por el mundo sin sostén, señorita.
—Y no es correcto que mires las tetas de las chicas que andan por el mundo sin sostén, Chase, pero aun así lo haces— guiñó un ojo—. Además no me puedes engañar, sé que te encanta.
ESTÁS LEYENDO
El destino
RomanceEl destino. Es inevitable, sobrenatural e impresionante. Todos piensan que es algo bueno, sin embargo, no lo es en todos los casos. Te puede llevar a lugares y momentos horribles, o traer malas personas a tu vida. Mi pasado fue así por obra del mar...