23. El destino

33 3 0
                                    

Lo malo, solo es así porque nosotros lo queremos...

Por fin estábamos en el lugar. Habían como cincuenta agentes rodeando la casa y otros cincuenta entrando.

Tenía miedo. Mi corazón iba cada vez más rápido y no podía parar de suplicar para que no le pasara nada.

Estaba aterrado. Porque mi maldito destino siempre había sido arruinar las cosas. Con mamá, con papá, con Leah, con los chicos de la banda, con Aaron; siempre arruinaba las cosas, tarde o temprano.

Ahora, quería cambiar ese destino porque no quería arruinarlo con Germany. Pero no sabía cómo.

¿Cómo cambias algo que aún no logras entender?

El momento exacto del rescate.
Germany Roberts
4 de febrero
3:45 p.m

Pude ver a Chase por un diminuto segundo. Estaba increíblemente bien, y eso me llenaba de tranquilidad. Pude notar que tenía una arma bastante grande, y también que se veía realmente bien usándola. Aunque no se veía como el Chase tierno del que estaba enamorada.

El problema ahora mismo: una pistola estaba pegada a mi frente, y la que tenía esa pistola era mi madre.

Mi mamá. La persona que debería ser la más importante en mi vida, estaba a punto de dispararme.

No sabía que era peor... Si seguir tratando de inventar cualquier idea para excusarla de todo lo que había hecho, o si seguir viviendo sin odiarla.

Estean y todos los demás estaban de rodillas en el suelo, con los brazos entrelazados por detrás de la cabeza y un policía vestido completamente de negro por detrás, apuntándoles con una gran pistola. Pero mi madre estaba aquí parada y con una gran sonrisa, como si estuviese ganando todo.

Entre otras cosas, yo no podía parar de llorar.

Si mamá me disparaba, los demás le dispararían a ella, y así acabaría todo el problema. Si mamá se quedaba así como estaba, nadie se podría acercar nunca y nos quedaríamos así por mucho tiempo. Tiempo que yo no tenía.

La angustia acabaría conmigo tarde o temprano.

Buscaba a Chase con la mirada por toda la habitación y no lo encontraba. ¿En dónde se había metido? Necesitaba pedirle disculpas, y también necesitaba decirle, por primera vez, que lo amaba.

Había tenido tiempo de sobra para pensarlo y, en definitiva, lo amaba. Creo que todo lo que había hecho lo demostraba.

Algunos meses antes.

—¿Estás segura? Mira que puede enojarse— Kia tenía una cara de terror, horrible.

—¡Que sí, necia! Estoy segura y lo voy a hacer.

Seguimos caminando por el gran pasillo de la universidad en la que Chase estudiaba. Llegamos a la puerta que daba con la secretaría, en donde una mujer muy baja y algo rellenita nos recibió con una gran sonrisa.

—Hola, ¿esta es la secretaría?— pregunté amablemente.

—Sí, ¿hay algo en lo que pueda ayudarles?

—Sí— respondí al igual que ella—. Vengo en representación de Chase Ryder, un estudiante de medicina. Es hijo de...

—Ignacio López, lo conozco, es un chico muy encantador— me interrumpió—. Hace mucho tiempo que no pasa por aquí, los profesores y yo estamos muy preocupados.

El destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora