20. ¿Aparecer o desaparecer?

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Todo lo que pasa, pasa por algo...<3

Sorian

—Ese chico— señalé la foto en donde estaba el hijo de Ignacio—. ¿Cómo es que se llama?

—Chase— contestó Payton, con seguridad.

Una risa burlona salió de mi garganta y después lo señalé, esta vez a él.

—Tráelo. Lo necesito

—¿No es algo riesgoso?

—Sí. Pero tengo que investigarlo.

Él asintió no muy convencido, pero todos aquí sabíamos que el que tenía más experiencia en este tipo de cosas, era yo.

—Oh, y también trae a mi sobrina. Los dos tienen demasiada información.

—Está bien. ¿Algo más?

—Sí, hay algo más— como vi que tragó grueso, solté una risa—. Pero tranquilo, hombre. Solo quería decirte que dejes de preocuparte tanto por las cosas. Hasta el momento todo está saliendo de acuerdo al plan. No hay ningún riesgo.

Él asintió y salió apresuradamente. Cuando ya no pude escuchar sus pasos tomé el teléfono que estaba encima del escritorio. Tenía que hacer una llamada muy, pero muy importante.

Timbró por un tiempo largo, repetidas veces, pero por fin alguien contestó.

—¿Hola?— una voz algo cansada y ronca se escuchó a través del teléfono.

—Tengo algo para ti— hubo silencio al tiempo de decirlo, y lo comprendía. La situación no era normal y podía llegar a ser hasta peligroso en su caso, pero... quería generar suspenso.

Él odiaba el suspenso.

—¿Quién...?

—Sabes perfectamente quien soy, hermanito, no tienes que hacerte el estúpido. Tengo algo para ti, ahora responde, ¿quieres saber qué es?

—No, no me interesa nada de lo que tú tengas.

—¿Seguro? Mira que es importante para ti.

Se escuchó un largo suspiro, fuerte y con aire pesado.

—No tengo tiempo para tus tonterías, Siro. A diferencia de un idiota como tú, yo si me estoy ocupando de la mujer que nos cagó la vida a todos.

—Oh, créeme, lo que tengo es una ayuda bastante grande en ese aspecto.

—Bueno, entonces dilo rápido. No tengo todo el día para tus estupideces.

Lo pensé por mucho tiempo. Era riesgoso, sobre todo para Germany.

—Tengo las muestras de ADN de la chica Alemania en mi escritorio, y las estoy viendo ahora mismo. ¿A que no es una tontería?

—¿Qué dicen?— preguntó sin más preámbulos.

Vaya, este hombre sí que no se andaba con jueguitos. De pequeños era él quien más me sacaba de quicio con sus bromitas, y ahora era el aburrido. Debía ser la edad...

El destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora