Nota: Este capítulo es bastante largo, de verdad, pido perdón. Pero es que está muy corronguis. Y aunque no entiendan nada, ya lo entenderán todo mucho más adelante, se los prometo.
Corronguis: lindo, tierno.
Ahora sí...
Germany
Ya había llegado a casa después de la gran fiesta de Chase, y realmente estaba agotada. Fui directamente a mi habitación, ignorando las quejas de Kiama y Aaron, quienes se habían quedado ayer después de la fiesta solo para acompañarme de regreso. Gracias al cielo, porque no quería venir en el mismo auto con Chase hasta aquí. A ese no quería ni dirigirle la palabra.
El comienzo de mi día no podía ser peor. Aparte de que mi cabeza dolía como nunca antes, mi estómago se sentía raro. Bastante raro.
Maldito alcohol.
Me di una ducha y me tiré a la cama, completamente rendida. Lo único que quería era dormir y no levantarme hasta dentro de dos días.
—Vaya vida de mierda— mascullé antes de tapar mi cara con la almohada.
Justamente cuando estaba a punto de enderezarme para ir a por algo de comer, mi teléfono vibró, avisando que un mensaje había llegado. Quité la almohada y lo tomé.
El mensaje no era de cualquier persona.
Marcos
—Hola, Germany. Estoy libre mañana a las diez de la mañana. Puedo verte a esa hora si puedes.
—Perfecto, nos vemos mañana.
Tenía que hablar con alguien de un tema que seguía rondando en mi mente casi las veinticuatro horas del día. Y Marcos era el mejor para eso.
No creía que lo solucionaría, pero por lo menos estaría allí para escucharme.
A veces solo necesito hablar con una persona ajena a mi vida. Solo así me oyen sin chistar.
•
Estaba muy nerviosa.
El tema que hablaría hoy era muy delicado. Sobre todo porque era la primera vez que lo platicaba con alguien en voz alta.
En realidad, no sabía si era parte de mi imaginación o si había sido una realidad. Ahí estaba mi verdadero miedo. No quería que fuera verdad.
—Disculpa— le hablé a la asistente de Marcos, que no era Lex esta vez—. Tengo una cita con el Dr. Marcos Aguilar, a las diez de la mañana. ¿Sabes si puedo pasar?
—El Dr. Aguilar te espera en el consultorio número tres, Germany. Puedes pasar— respondió la amable chica.
—Gracias.
Caminé por el largo pasillo hasta llegar a una puerta de madera oscura, que indicaba el número tres en grande, y toqué con los nudillos, dos veces.
—Pasa— se escuchó que hablaban desde adentro.
Giré la manija de la puerta, para así abrirla y encontrarlo buscando entre algunos papeles.
Marcos era un hombre de unos cuarenta y tantos años, no pasados los cincuenta. Era muy, muy pequeño, algo barrigón y siempre estaba con su larga bata blanca de doctor. Por otro lado, su cabello era una mezcla de negro azabache con blanco, por algunas canas que lo adornaban, y su cara tenía ciertas arrugas que lo hacían lucir mucho más viejo de lo que era. Un raro bigote posaba debajo de su nariz y unos grandes ojos marrones me miraban muy atentos mientras me sentaba en una de las sillas.
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El destino
RomanceEl destino. Es inevitable, sobrenatural e impresionante. Todos piensan que es algo bueno, sin embargo, no lo es en todos los casos. Te puede llevar a lugares y momentos horribles, o traer malas personas a tu vida. Mi pasado fue así por obra del mar...