17. El amor duele, una bala simplemente mata

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Este capítulo es para todas las personas que tienen un amor que jamás será correspondido. Este capítulo también es para mí...

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Chase

Puse a Germany entre mis brazos, quedando yo como su escudo.

No recordaba el temor que sentía al escuchar un disparo sin saber cuál sería su maldito paradero. Más cuando no se lograba encontrar al responsable de dicha desgracia.

Lo malo es que encontramos a la víctima a pocos metros de nosotros. En el suelo, con sangre alrededor de su cuerpo, saliendo de manera descontrolada de sus heridas, una en el abdomen y la otra en el pecho.

A ella la conocía perfectamente. Tuvimos problemas, pero fue mi acompañante durante mucho tiempo.

No puedo negar que se me paró el corazón por un momento. En realidad, hasta mi forma de respirar se volvió un desastre. Tal vez por la sorpresa que me causó el verla así.

Lara; esa mujer de tez morena, con pelo y ojos oscuros como la noche, con tanta elegancia a la hora de caminar que podría seducir a cualquiera, y que sin embargo, eso nunca pasó conmigo. Su bella sonrisa ya no estaba, ni para sentirse superior a los demás, o simplemente para demostrar lo feliz que se encontraba en ese momento. A duras penas sus ojos se mantenían abiertos.

Germany se llevó las manos a su boca, alterada por lo que estaba viendo. Sé que esas dos no se llevaban bien, pero también sé que no es una escena fácil de ver y sobrellevar.

—Agente Chase, le informo que hay tres helicópteros rodeando la zona, vigilando cualquier movimiento extraño. Nuestros anillos de seguridad fueron reforzados y nadie podrá entrar o salir sin autorización.

Me quité el auricular, dejándolo sin ningún tipo de aprobación o negación.

Es que no podía hablar. La impresión no me dejaba. Yo necesitaba hablar con ella. Nunca sentí esa terrible necesidad, pero ahora había aparecido y cada vez era más fuerte.

El traje que llevaba me estaba empezando a estrangular. Me costaba respirar.

Ocupaba explicaciones. Las necesitaba urgentemente. Y ella no podía morir sin dármelas.

—Lara— me agaché para tomar su cara entre mis manos.

—Chase, no la toques— me ordenó Dallas.

Lo ignoré totalmente.

—Larisa— las lágrimas comenzaron a salir sin razón.

¿Tan mal me ponía su estado? Se suponía que no la quería.

—Larisa, no te vayas, por favor te lo pido. Necesito...

—Shh— supuse que reunió todas sus fuerzas para levantar la mano y tocar mis labios—. Déjame hablar a mí.

Eso era lo que justamente necesitaba. Yo merecería respuestas de todo lo que pasó desde que la conocí.

—Estoy tan enferma— una espesa lágrima resbaló por su mejilla hasta caer en su oreja—. Dicen que es mi mente la que está mal, pero el dolor se siente continuamente en mi corazón.

El destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora