Años atrás...
Irina/Elizabeth—Él ya sabe de nuestro plan en el banco. Si lo dejamos ir, va a ser un error— le dije a Charles, en un alto tono de voz.
¿Es que acaso era a la única que le preocupaba la situación? Este tipo era un estúpido ladrón, perfectamente podría convertirse en un estúpido bocón.
—No lo entiendes, cariño. No va a hablar.
—¿Por qué estás tan seguro? No lo conocemos.
—Tal vez tú no, pero yo sí. ¿O se te olvida? Tengo todos sus movimientos bajo supervisión desde hace bastante ya.
Sí claro. Y todos los problemas se solucionaban con eso.
—¡Anne no quiere entrar en este plan! ¿O se te olvida?— le hablé de la misma manera.
Porque si algo tenía nuestra relación, era igualdad.
—No se me ha olvidado— murmuró con los dientes apretados y, de un momento a otro, lo tuve de frente agarrándome del cuello contra la pared—. Anne va a ser su punto débil, corazoncito. Así como tú eres el mío— susurró y pude sentir la falta de aire para mí—. Y recuerda las cosas que pueden hacerse cuando te lo tocan.
Traté de respirar y no pude hacerlo, y no estaba dispuesta a seguir permitiéndolo.
Lo empujé con todas mis fuerzas hasta lograr dejar bastante distancia entre nosotros, y cuando lo logré, alcé el dedo en su dirección con advertencia.
—Francisco se quedará aquí— pasé por su lado, rogando no salir de mis casillas y me detuve en el marco de la puerta—. Pero ni pienses que te la voy a dejar fácil, Charles. Y que que no se te ocurra tocar mi punto débil, querido. No querrás llegar a eso.
Meterse en la boca del lobo.
Sabía perfectamente que esto era como meterse en la boca del lobo. Pero si para no dejarme pisotear tendría que hacerlo, no me quedaba otra.
Él estaba del lado de Francisco, pero sabía que le molestaba nuestra cercanía. Entonces me acercaría todavía más para que se arrepintiera de su estúpida decisión.
Era mi esposo, pero también, mi peor enemigo si no sabía cómo manejarlo.
No me permitiría ningún error desde ahora. Tenía que bajarlo de su pedestal y apretarle los huevos hasta que no aguantara más.
Para eso necesitaba algo que lograra dolerle, mucho.
De tanto pensar, me distraje y por un momento me olvidé de la situación en la que estábamos, y justo en ese segundo, pude escuchar un ruido.
Una cerradura abrirse, específicamente.
Podía reconocer ese sonido en cualquier lugar y en cualquier circunstancia, tenía demasiada experiencia en esto como para no darme por enterada.
Maldita sea.
Corrí hasta el escritorio, agarré mi arma y estuve a punto de darme vuelta, pero no pude hacer nada. Ya era muy tarde cuando sentí el frío del gatillo a un lado de mi cabeza.
—Sorpresa— su voz gruesa y terriblemente sexy retumbó en mis oídos.
Pude sentir su respiración en mi nuca y todos los vellos de mi cuerpo reaccionaron a él, como siempre que lo tenía cerca. También sentí su brazo rodear mi cintura para pegarme completamente a su torso y así ponerme nerviosa en menos de dos segundos.
—Tanto tiempo— sonreí.
Enseguida él me volteó y pude ver su cara, tan varonil y preciosa como para ser un policía de mierda.
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El destino
RomantizmEl destino. Es inevitable, sobrenatural e impresionante. Todos piensan que es algo bueno, sin embargo, no lo es en todos los casos. Te puede llevar a lugares y momentos horribles, o traer malas personas a tu vida. Mi pasado fue así por obra del mar...