9. Lugar seguro

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Este capítulo traerá una "escena amorosa", medio medio pasada, pero claramente no tanto porque sigo siendo menor de edad chiquibabys. Así que disfrútenlo como nunca.

Estean

Se suponía que habría paz, pero quisieron guerra.

Dallas mandó a su malcriado hijo y a otro de sus hombres a espiar alguno de nuestros planes y no tuve más remedio que matarlos a ambos. Y claro, faltaba algo más pesado.

Mucho más pesado.

Como un robo a la organización policial de todo Europa, de armas, explosivos, documentos importantes y lo que alcanzara. Aunque había una prioridad: dejarlos sin alguien al mando.

Mataría a Dallas. De una vez por todas, lo haría.

Germany

—¡¿Dónde está Payton, papá?!— le grité, desesperada.

—¡Te he dicho que no lo sé!— gritó con la misma intensidad.

Y no porque quisiera regañarme, en realidad estaba tan preocupado como yo.

—No pude reconocer a ninguno, sus caras estaban irreconocibles— siguió Scott con su declaración.

Una lágrima salió por uno de mis ojos, haciéndome perder un poco la estabilidad que logré construir en tan solo unos pocos días.

Ya estaba mejor, y esos miserables lo arruinaron. Otra. Maldita. Vez.

—Todo va a estar bien, señorita— sonrió Chase a mi lado, tratando de darme apoyo.

No pude evitar ver lo pálido y nervioso que estaba.

—¡No, Chase! Nunca ha estado bien algo, y jamás lo estará si esos dos andan sueltos o vivos por el mundo. Alguien los tiene que parar de una vez. Ya estoy demasiado cansada.

—Todos lo estamos— habló papá desde el otro lado del pequeño cuarto.

Habíamos llegado a casa de tío Sorian, o sea, la central oculta, y nos encerramos en un pequeño cuarto para que Scott declarara y London no pudiera darse cuenta de nada.

Abbey lo cuidaba por el momento, como siempre.

No me gustaba mucho la idea de dejarlos solos, pero este lugar era seguro. Además, como dijo Siro, cualquiera podría asustarse con el enojo de su pelirrojita.

—Siro, llévalos a donde te dije. Tengo un plan.

Mi tío asintió como si entendiera todo desde mucho antes. Caminó hasta nosotros e inclinó la cabeza hacia un lado, para indicarnos por donde debíamos caminar.

Oh, ni lo pienses Dallas Roberts.

¿Qué carajos te pasa?— le pregunté, exaltada.

—Germany, a mí no me hables así.

—Te hablo como yo quiera porque tengo derecho, papá. ¿Cómo se te ocurre excluirme de todo esto? También tengo que ver en este asunto, ¿o no?

Él botó el aire y lo volvió a tomar, como si el oxígeno trajera paciencia.

—Eres la persona que más tiene que ver, hija. Exactamente por esa razón quiero que te vayas, con tu hijo y ese, a un lugar en el que puedan estar a salvo mientras arreglo todo este desastre.

Ese tiene nombre. Y yo estoy de acuerdo con ella— Chase se puso a mi lado y me tomó de la cintura para atraerme a él, de forma protectora.

El destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora