London no paraba de preguntar por su mamá, el problema estaba en que no podía acercarlo a ella. Lo confundiría aún más si la veía.
Germany seguía sin recordar del todo. Llamé a Dallas para que se encargara, ya que él tenía más claro el tema de las inyecciones, aunque contestó uno de sus colegas diciéndome muy groseramente que harían lo que podrían por el momento, porque la situación de ellos era más complicada que la nuestra.
Sinceramente, le alegué durante cinco minutos seguidos. Después me enteré de que había colgado antes, pero por lo menos me desahogué.
Por el momento estaba Kiama acompañándola. Le montamos la excusa de que estaba un poco enferma y el doctor la revisaría bastante seguido, solo para chequear. Yo, en cambio, me encontraba solucionando el otro asunto de Lara y Joey.
El agente Adam llegó hace unas horas, James se comunicó con él para tratar esto de la mejor manera.
—¿Qué quieren?— preguntó.
Perdí la cuenta de las veces que había pronunciado las mismas palabras. Ya estaba harto.
Joey tenía sus labios despedazados y de estos salía mucha sangre. Con cada silencio venía un golpe, por lo que su cara estaba mal. Muy mal. A Lara le cortaron el pelo. También rompieron su nariz y cortaron una de sus piernas.
Le había ido peor a ella, porque no paraba de insultarlos. Aparte de que Joey había soltado la lengua, ella, en cambio, era como una caja fuerte. Descifrarla sería todo un reto.
Y es que eso lo sabía. La he conocido siempre, dentro de lo que cabe. Cuando Lara se propone no hablar, no habla ni aunque le corten los dedos.
—Larisa, Larisa... ¿Qué haremos contigo?
—Mátenla a ella, pero a mí no, se los ruego. Puedo hablar de todo lo que quieran, yo...— acerqué mi puño a su mejilla y lo golpeé, con tal fuerza que escuché como algo se rompió, de nuevo.
Antes, hace unos años tal vez, hubiese vomitado desde la primera gota de sangre. Recuerdo que no podía golpear a alguien sin sentirme fatal, sin pensar en lo mal que estaba hacerlo. Y sí, obviamente tenía presente lo mal que estaba, pero... ¿lo que ellos hacían no era peor?
No quería justificar mi comportamiento, no solo hacía esto para obtener respuestas, también quería destrozar el punto fuerte de Estean y de Elizabeth.
Necesitaba ganar esta vez.
Estaba cansado de rendirme a medio camino, única y sencillamente porque ellos eran más poderosos. Lo que puedo y quiero demostrar es que ahora todo es diferente.
—Deja de pegarme, imbécil— sin escucharlo le di una patada en su abdomen. Se retorció pero siguió insultándome.
Ese tipo habla y habla, pero nunca dice algo que sirva. Justamente por eso no es mi persona favorita.
Perro que ladra no muerde, y en este caso, Joey es un perro bastante exasperante.
Agarré su pelo, inclinándole la cabeza hasta saber que le estaba doliendo. Cuando escuché sus quejidos acerqué mi boca a su oído y solté una risa irónica.
—Te crees con los cojones de venir aquí, donde se encuentra mi familia, lo más importante para mí, para arruinar nuestra paz y, peor aun, intentar hacernos daño, pero lo más humillante es que también crees que no voy a pegarte por hacernos todo eso— negué con la cabeza, tomando su mandíbula con fuerza, haciéndolo soltar un gemido de dolor—. Pensar en lo inteligente que eres solo te vuelve más estúpido, ¿cuándo lo vas a entender?
—Ryder, suéltalo— Adam alzó la voz—. Es una orden.
—Anda, obedece a tu jefe, Chase. Ya que no puedes hacer nada tú solo porque la cagas y...
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El destino
RomanceEl destino. Es inevitable, sobrenatural e impresionante. Todos piensan que es algo bueno, sin embargo, no lo es en todos los casos. Te puede llevar a lugares y momentos horribles, o traer malas personas a tu vida. Mi pasado fue así por obra del mar...