16. Juntos de nuevo

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Chase Ryder

De manera sigilosa, con las instrucciones dadas y totalmente repasadas en mi mente una y otra vez, entramos al centro de comandos, en donde se encontraban los muchos controles y botones que manejan las puertas o portones, las cámaras de seguridad, las radios, y algunos seguros de armas, entre otro tipo de funciones.

Las pantallas que mostraban las grabaciones del momento exacto nunca enseñaban nuestra imagen, pero podía asegurar que ellos ya sabían de nuestra presencia en el lugar.

Hace tan solo unos minutos pedí reportes sobre el transporte de Germany y nuestro hijo pero nadie contestó. Esto me tenía preocupado y con los miedos totalmente expuestos. Creo que ya todos lo habían notado porque choqué con tres personas en el recorrido.

Le podría asegurar a cualquiera que moriría con tal de que a ellos no les pase absolutamente nada, ni un solo rasguño. Y tenía que asegurarme de estar en el momento indicado para impedir cualquier injusticia.

Di la señal a mi derecha para que un grupo de hombres siguieran por ese lado. Debíamos rodear ese círculo formado por las máquinas.

—Comando 7, el reporte— hablé por medio de mi intercomunicador.

Este era uno de nuestros hombres encargados de vigilar, pero sobre todo, proteger la información confidencial de la agencia, a la cual únicamente Dallas y Sorian tenían acceso. Él y otros nueve agentes más se encontraban en una válvula escondida en el sótano más profundo y oculto. Desde allí podían ver cada uno de los rincones, de ellos nadie podía esconderse.

Cuando se aproximaba un ataque o algo parecido, como lo que sucedió desde hace ya cuatro días, los diez más preparados y entrenados para su labor se dirigen hasta ese lugar y reportan desde allí cada uno de los movimientos extraños o no autorizados por un superior.

—Considero un encuentro sin fuego, Dallas, Sorian y la señorita Abbey están con Irina. A ella la acompañan cuarenta mujeres y veinte hombres, exactos, ni uno más ni uno menos. Me he cerciorado de ello.

—Entendido. ¿Nuestro alrededor?

—Limpio. En la siguiente sala hay ocho individuos esperando por ustedes y percibo movimientos extraños en el lugar, necesito distinguir las drogas ingeridas antes de que ataquen, aguarde un momento, señor.

¿Drogas? Estean cada día me sorprende más.

—Comando, ¿quién los dirige?

—Irina, señor.

—¿Estean no vino?

—Tenemos reportes de él en la ruta 25. La hija de nuestro General le ha disparado en los testículos. Según lo indicado quedó bastante mal. Requieren autorización para matarlo, señor.

Ruedo los ojos por ese estúpido apodo.

—No tengo setenta y cinco años, Comando. Llámeme agente Ryder.

—Entendido, señor... agente Ryder.

Esta vez lo ignoré porque mi mente estaba maquinando una estrategia.

—Espera, ¿cuando dijiste la hija del General te referías a Germany Roberts?

—Afirmativo.

—Maldición— expresé la sorpresa que lo dicho me causaba.

¿Mi Germany disparando?

—¿Cómo está ella?

—Viene de camino. Su salud está intacta, e igual la del bebé.

—¿Y mi hijo? ¿En dónde está mi hijo, Comando?

—Se encuentra con ella.

—Chase— Adam me llamó desde el otro lado de la sala—. No más preguntas. Basta ya.

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