Germany
Después de la cita, Alex y yo decidimos ir al centro comercial para comprar el vestido que llevaría a la la boda de mamá.
Entramos a una tienda en la que solo habían vestidos y, en donde generalmente no se encuentran muchos chicos, pero esta vez fue diferente. Habían dos chicos ahí.
Uno era alto, con muchos tatuajes y de cabello castaño. El otro era más alto que el tatuado y más alto que Alex. Tenía el cabello rubio y desordenado, una cara demasiado perfecta para ser real y un muy buen cuerpo.
No había visto a muchos chicos en mi vida. Pero estaba segura de que él podía ser fácilmente el chico más guapo que había visto en tooda mi vida.
Chase
Mientras esperábamos a Leah, quien ya se había probado cinco vestidos diferentes, Aaron me dió un codazo. Puse mi mirada en él, bastante confundido.
—¿Qué te pasa?
—Entró una chica, pero no te imaginas, está guapísima.
Ah... era eso.
—¿No la vas a ver?
—No me interesa. Con mi novia me basta y sobra.
—Oh, te aseguro que ella te interesará. Tiene un vestido...
Enseguida me volteé, disimuladamente, claro.
—Eso, no hagas el ridículo— susurró Aaron a mi espalda.
Mis ojos divagaron por toda la tienda hasta que la vi. Lo primero que noté fue que sus ojos eran azules, después, llevé mi mirada a cada detalle de su cara, cuerpo...
Y me he quedado en el cuerpo.
Su pelo era muy corto, llegaba a la altura de su mandíbula y lo llevaba peinado por detrás de las orejas. Tenía un ligero rubor en sus mejillas y nariz, cosa que no me pareció raro porque hacía demasiado frío. Y ella por tener vestido obviamente estaba congelándose con esta temperatura.
Bajé la mirada hacia ese vestido blanco, con escote y un corte en su pierna derecha que me permitió ver un detalle muy peculiar: una enorme cicatriz. Hice el recorrido otra vez hasta llegar a su cara. Y en un momento nuestros ojos se encontraron. Pero para arruinar eso, justo en ese preciso momento, Leah salió del probador y tuve que dejar la maravillosa vista de lado.
Eso sí, no pude sacarme de la mente esos ojos. Qué señorita tan peculiar.
Germany
El chico rubio me había visto por un largo rato, de arriba hasta abajo, y era la primera vez que no me incomodaba o molestaba algo parecido. Todo iba bien hasta que notó la cicatriz en mi pierna y sentí la vergüenza apoderarse de mí. Cosa que se me olvidó por completo cuando nos miramos mutuamente a los ojos.
Juro que me olvidé hasta de mi nombre y estuve a punto de caerme de culo. ¡Qué ojos! ¡Y qué chico!
Por suerte una niña salió del probador y, al parecer, esa era la razón por la que ellos estaban ahí. El castaño solo le sonrió, pero el rubio perfecto le dio una vuelta a la bonita niña y le guiñó un ojo.
Tal vez, me podría guiñar así, algún día.
Quité esos pensamientos de mi cabeza porque era más que obvio que nunca iba a suceder. Aunque no fue fácil el no pensar en lo suertuda que era esa niña.
Alex chasqueó los dedos en mi oído, salté del susto y él empezó a reír. Parece ser que durante todo el tiempo en el que yo estuve admirando la belleza del desconocido perfecto, mamá llamó y avisó que hoy cenaríamos con su ahora prometido y sus hijos.

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El destino
RomanceEl destino. Es inevitable, sobrenatural e impresionante. Todos piensan que es algo bueno, sin embargo, no lo es en todos los casos. Te puede llevar a lugares y momentos horribles, o traer malas personas a tu vida. Mi pasado fue así por obra del mar...