Iba caminando hacia los aposentos de Helina, Cathal estaba a mi lado con su espada desenvainada con gran cautela, podía ver su nuca y su espalda encorvada cuando se agachaba. Enseguida escuche la voz de ella, sus gritos estremecedores que suplicaban que la soltara y que pararan.
Abrimos las puertas, vi un hombre entre sus piernas y ella me miraba ensangrentada. Una gran fuerza me inmovilizo y sin poder hacer nada, como si alguien me agarrara de los bazos y sostuviera mi cabeza observando cómo era violada al frente de mí.
–¡Helina!– le dije con fuerza. Su llanto me destrozaba y no podía hacer nada. Fue entonces que mire mis manos estaban sujetas con unos lazos negros y tenía una flecha en mi hombro, mi esternón y el muslo derecho. Volví la mirada a ver a Helina y esta vez era distinto. Me vi a mi mismo, el yo de pequeño. Deje de luchar al verme, atónito observe mi propia mirada.
–¿Quieres un poquito más? – dijo el hombre y volteo a mirarme.
–Augusto II
–¿Te gusta cierto? – dijo volviendo a darme la espalda.
–¡Déjalo! Déjame.
–Mira tu cara, también te gusta.
–¡Que lo dejes!
–Leo.
**********************************
Desperté escuchando unos sonidos extraños, todo estaba oscuro, pero podía ver un poco por la luz de la luna, estaba en los aposentos de Leo. Era su primera noche luego de pasar algunos días en los calabozos y había dormido medio día hasta ahora.
–Leo– dije inclinándome a verlo, estaba transpirado y su respirar era muy agitado– Hey, despierta, ¡Despierta! – lo tomé de los hombros y lo agité un poco.
Abrió sus ojos un poco asustado y estiró su mano derecha directamente a mi cuello.
–Soy yo, soy yo– le dije al verlo.
–Cathal– dijo sentándose en la cama– lo siento.
**********************************
Otro sueño tan real, ¿Cómo era posible que después de tanto tiempo, aun me afectaba, la cara de esa persona?, aun mi voz estaba grabada en mí y ahora Helina, ¿Habrá pasado de verdad? Si pudiera a tener a Augusto II enfrente de mí, creo que sería el único hombre que no podría matar en este tiempo, fui valiente a haberlo hecho cuando chico, pero mi cuerpo llevaba constantemente las heridas como tatuajes en la piel, en especial mi subconsciente y estaba seguro que me paralizaría tenerlo en frente. Es y será siempre mi debilidad.
–¿Ella está bien?
–Si Leo, quédate tranquilo ella está bien.
–Tengo algunos recuerdos confundido.
–Quédate tranquilo mañana la verás– dijo encendiendo una vela iluminando un poco el lugar.
–¿Podrá salir?
–Sí, el Rey ha dejado que salga, ¿Cómo te sientes? – dijo mientras había ido a la mesa y servido agua en una copa.
–Ni siquiera recuerdo como llegué aquí, me arde un poco el hombro– dije mirándome una herida suturada.
–Ten, bebe un poco– dijo ofreciéndome la copa que rápidamente lo miré extrañado– confía en mí no tiene nada, es agua pura que mandamos a sacar.
Cathal se veía bien, aunque las marcas que yo mismo le había hecho en su cuello aun persistía, podía notar cada dedo incrustado a los costados y sus ojos aún tenían un poco de sangre en los bordes.
ESTÁS LEYENDO
El Halcón de la Cima del Mundo
RomanceLa historia se centra en dos personajes principales, una Princesa y un hombre que denegó sus títulos de Príncipe para unirse a un ejercito. A medida que estos dos se irán conociendo, la atracción que ambos sienten por el otro los llevaran a pregunta...