37.-Leo

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Al final me enteré que el funeral del pequeño hijo de Leo y esa mujer había sido tranquilo en las afueras del Castillo, no sé porque le daban tanta importancia conociéndolos, pero traté de pensar que Dalia tenía algo que ver con esa mujer ¿Será la próxima Reina?

Los días comenzaron a pasar, el Reino pronto fue reconstruido y la gente trataba de volver a su vida cotidiana, había mucho trabajo que hacer aún, pero la mayoría de las viviendas habían sido habilitadas. Dalia había hecho un buen trabajo, se notaba que manejaba bastante todo lo que era el Reino, de hecho, ni siquiera necesitaba algún consejero como los que tenía mi padre o más bien los que alguna vez tuvo.

Leo se encargó de dos más colgando sus cuerpos en la plaza central por 5 días para que todos entendieran, que la traición se pagaba con la vida. Charlotte también apareció colgada en el día 8, sin ojos, sin lengua y rota a más no poder. Leo la había lanzado una y otra vez desde lo alto amarrada de los brazos parecía un pedazo de carne machucado. Muchos soldados dijeron que aún vivía cuando la lanzo casi 10 veces, pero otros dijeron que la mujer estaba tan débil que a la primera ya había muerto, eso nunca lo sabré. El príncipe asumimos que había muerto, no supimos si aún Leo lo tenía con vida o si ya había fallecido, no apareció su cuerpo ni indicios que alguna vez existió August del Este. Loreas fue despellejado para luego morir lentamente, su piel también estaba en la plaza central.

Dalia no quedo ajeno, cuando recibió los informes de sus soldados, no dudo un solo día en atacar el Este, sin consultarlo con mi padre, sin hablar con nadie mando a su ejército a por el Reino. La familia Real fue aniquilad sin piedad dejando sus cabezas en picos para todos los que entraban a ese Reino se dieran cuenta lo terrible que podía ser ella. El mundo tembló con lo que hizo, sabiendo una vez más que Dalia tenía todo el poder para tomar un Reino sin pensarlo mucho. Era fría, era amenazante y completamente impredecible, de tal palo, tal astilla.

Cuando las cosas comenzaron a calmarse el Reino comenzó a florecer, Dalia abrió el Castillo y nos dio libertad y poco a poco mi padre volvió a tomar algunos asuntos en sus manos, obviamente siempre vigilado por la Reina, él me lo negaba, pero pasaba mucho tiempo con ella en especial tarde en la noche, los escuchaba reír hasta tarde detrás de los aposentos de ella, pero también discutían en voz alta. Eso a veces me hacía recordar a Fadila.

Yo por otro lado le di todo el espacio posible a Leo, pero admito que me volví una espía mirándolo escondida detrás de una muralla, de una ventana o una puerta, era estúpida y ridícula, pero mirarlo de lejos no había pecado alguno. Ya habían pasado algunas semanas asique debía poner mi plan en marcha, esta semana lo haría hablar conmigo.

–¿No tuvo éxito otra vez? – decía Clara o Bony cada vez que me veían más seria de lo normal.

–Ya no hace falta que pregunten, no sé qué más hacer.

–El poder de una mujer– dijo Bony acercándose.

–¿Qué?

–Usted no deja de ser bella, inténtelo.

–Bony no incites esas acciones tan vulgares– dijo Clara frunciendo el ceño.

–No creo que Leo piense lo mismo, quizás llame la atención de todo hombre, pero él es distinto. Además, le daría una mala impresión a su madre.

Odiaba su mirada, pero si tanto me odiaba ¿Por qué no me dejaba claras las cosas desde un principio? quería dejar de desearlo, de tener esperanzas de volver a tenerlo para mí, pero era un martirio que él no quisiera escucharme y me dejara con todo lo que tenía por decir.

Estaba enamorada, no había más palabra que esa. Lo veía y amaba todo incluso su caminar, pero estaba encerrada, quería gritarle y golpearlo. Quería poder decirle todo lo que sentía y que el correspondiera a mis sentimientos, pero no me dejaba. Estaba dispuesta a este punto de dejar todo, si el me lo pedía, pero, cuando estaba frente a él siempre metía las patas y todo se arruinaba.

El Halcón de la Cima del MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora