46.- Mi Soldado

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Lo sabía, Lands nunca ha dejado su puesto más de dos días sin avisarme, algo había pasado y yo inmersa en el romance lo había notado quizás demasiado tarde.

–Princesa Helina– dijo una sirvienta acercándose a mí – su soldado está con la Reina Dalia.

– ¿Con Dalia? ¿Está vivo?

–Sí, se puede decir que sí.

Al escucharla solo atiné a levantarme con rapidez y caminar hacia los aposentos de la Reina. Si Lands aún estaba vivo yo tenía que hacer algo para ayudarle, sabía que su comportamiento con Leo siempre fue un tanto inadecuado, pero ¿Qué hizo ahora para que desapareciera por dos días?

–Reina Dalia– dije antes de que sus soldados me detuvieran fuera de sus aposentos.

No era de esperarse que ella no me abriera su puerta así que esperé unos minutos y en cuanto sus soldados se calmaron abrí la puerta con rapidez mientras ellos reaccionaron agarrándome de los brazos, pero pude dar unos pasos dentro.

Ella al verme solo me tiró una mirada y volvió a concentrarse en lo que tenía al frente. Lands estaba arrodillado en el suelo amarrado a cadenas y Leo de pie a su lado sujetando de ellas como si llevará un perro.

–Dalia él es mi soldado– le grité. Leo volteó a verme y luego volvió a ver a su madre.

–Te permitiré que te quedes solo si cierras tu boca, Burak– dijo y su soldado se acercó a mí mientras que los otros soldados me soltaban. Luego se dirigió a Leo– me impresiona tu paciencia Leo, cuando te mandé a llamar creí que ya habías acabado con él.

– ¿Estás contesta por eso?

–No deja de ser un soldado Leo, si bien respeto tus gustos, pero terminaras metiéndonos en un problema con Cretos si continuas.

–No me vengas con eso. Sabes que se merece lo que he hecho.

–No, no lo hace. Si tu terminas con esto cambiaras algunas cosas y no habrá vuelta atrás– dijo Dalia mirándome lentamente y volvió a ver a su hijo.

–Un soldado mal criado que no conoce su lugar, no es uno de mis soldados, me es imposible confiar en él y ha sido así desde un principio.

–Mándalo a Liastian.

– ¡Dalia! – grité en reproche. No podía tomar alguna decisión sobre él siendo mi soldado personal y sobrepasando la poca autoridad que tenía.

Los aposentos de Dalia estaban llenos de guardias, Cathal guardaba silencio un poco más atrás apoyado en la pared, pero solo las mujeres de la Reina se acercaban a ella.

–Es una semilla de traición, y pone en peligro mi vida y lo sabes.

Lands no decía nada, estaba golpeado y bañado en sangre, no sabía en qué estado estaba, no podía distinguir lo que le habían hecho, su mano derecha que sostenía en su pecho estaba amarrara con una ropa teñida, cubriendo todo hasta su antebrazo.

–No yo...– dijo la voz de Lands que apenas salía. Leo lo silencio con rapidez dándole una patada en el costado.

–Cállate rata.

– ¡Leo déjalo! – grité al escuchar su sonido de dolor.

–Sáquenla.

– ¡No Dalia! – le grité mientras Burak me empujaba fuera– ¡ES MI SOLDADO!

–Tanta importancia que le tienes ¿Acaso también me dirás que lo amas? ¿No es suficiente enviarlo lejos con el regalo de la vida misma?

–No Dalia no es como lo dices– le dije mientras Burak seguía llevándome fuera. Leo me miraba con seriedad– así como Leo y Cathal, yo ¡No puedes tomar decisiones por él! – dije, pero en seguida Burak tomo de mi cuello y me alzó en el aire.

El Halcón de la Cima del MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora