33.-Guerra

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– ¡Mi Rey Thion! – Un soldado exhausto corrió por los pasillos del Castillo llamándolo, lo vi correr con desesperación al salón mientras nosotros estábamos por llegar al primer piso.

– ¿Qué es ese revuelo que causas gritando mi nombre? – escuche la voz de mi padre y nos apresuramos en reunirnos con el– ¿Por qué han hecho sonar las campanas? ¿Qué está pasando?

–Mi Rey, oriente viene con barcos. Se divisan en el mar.

– ¿Qué? Pero ¿Cómo? – dijo mi padre levantándose apresurado para ponerse su armadura– prepara a los hombres, has sonar más las campanas.

–Padre.

–Prepárate querida.

–Mi Rey.

–¡¿Qué haces todavía aquí?!– dijo mi padre al ver aun al soldado en el salón.

–Mi Rey, oriente no es el único...

–¡¿Qué?!

–El Rey del sur está a 30 minutos de las murallas, un explorador lo vio en la madrugada cerca de las colinas, atacaran por el Este.

Solo escucharlos me llene de miedo, ¿guerra, ahora? ¿Qué haremos? Teníamos pocos soldados y seriamos atacados por dos Reinos. No quería morir, no, no ahora.

–Por los Dioses, ¿Qué haremos? – dijo mi padre en voz baja sentándose en su trono– que paso con los soldados que...

–Mi Rey, todos los soldados que hemos enviado a Liastian no ha vuelto, ninguna embarcación ni sobreviviente– hizo una pausa apretando sus puños– se los trago el mar.

–Esto es una maldición, ese hombre me maldijo antes de morir. Dijo que me acordaría de él y no podría dormir maldito ¡MIL VECES MALDITO!

–Señor, hay que salir de aquí, no tenemos los hombres suficientes, incluso si los aldeanos pelearan, estamos acabados.

–Los aldeanos no pelearan por ti– dije tomando sus manos– padre hay que irnos.

–Es mi Reino– dijo asustado podía verlo en sus ojos– es mi tierra.

–Padre tu Reino será destruido, no tenemos hombres. Hay que salir de aquí, irnos lejos y dejar el Reino.

–Tienes razón, prepara las cosas saldremos por la puerta norte– dijo levantándose con su rostro en alto.

– ¿En la playa señor?

–Sí, es la ruta más corta a las colinas, hay que salir antes de que lleguen esos barcos.

–La mayoría de los aldeanos ya han dejado la ciudad mi Rey.

–Bien, ve y avisa a los que queden nos vamos.

La ciudad pronto comenzó a estar en ruinas, las catapultas del Rey Sean iban destruyendo casas y murallas, los muertos estaban dispersos en cada rincón, escombros, madera y animales muertos. Corrimos escoltados por un grupo de soldados, no hubo tiempo de buscar caballos, solo la desesperación; y el miedo a morir tomo riendas de nuestros cuerpos y solo corrimos. Todo era irreal, ayer estaba tan tranquila en mis aposentos y hoy corriendo para salvar mi vida y de los demás, mi pueblo, mi tierra donde crecí, donde se quedan mis recuerdos, todo.

–La muralla este ha caído, junto con la torre mi Rey– gritó un soldado uniéndose desde la calle principal.

–Mierda, ¡CORRAN! – grito el– Retirada, ¡RETIRADA!

Tome la mano de Clara y juntas corrimos, no sabía dónde estaba Bony, no la había visto en ningún lado y tampoco tenía tiempo de buscarla. Sentía una desesperación, miedo y la adrenalina comenzó a correr por mis venas, solo pensaba en correr, ni siquiera en lo cansado que se ponían mis pies. Somos mujeres y no quería ser esclava de un Reino, menos de Sean y su hijo.

El Halcón de la Cima del MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora