Luego de dos años Leo había comenzado agradarle bastante a mi Padre, había participado juntos en pequeñas guerras y conquistas, regresando siempre con una sonrisa en su rostro. Mi padre decía que era otra persona en el campo de batalla, que deseaba que la Reina y yo lo acompañemos a la conquista del Norte. Mi padre llegaba a tratarlo como hijo, lo invitaba a grandes banquetes con sus hombres, reían, bebían y era agradable verlos juntos.La actitud de Leo ante el pueblo y ante todo el reino habían llegado a engatusar todos los corazones que le conocían. En todo el reino de Cretos se hablaba de Leo, a pesar de su actitud un poco arrogante y sin hablar de su inexpresivo rostro, las pocas sonrisas que se le podía apreciar hacia que todos cayeran en gozo. Era sumamente respetado, admirado, tenía un sinfín de mujeres que lo elogiaban y las cortesanas constantemente estaban pendientes de él. Cuándo solicitaba a una de ellas, estas se preparaban lo mejor posible para su encuentro.
Las mujeres del pueblo tampoco eran ajenas a este deseo, y si antes tenían mucho miedo de salir a las calles cuando este recorría el Reino, ahora Leo salía con muchos más soldados que resguardaban su caminar, era algo molesto, pero no solo fue ese el cambio, sino también la actitud del pueblo con el Rey y mi familia. Nos saludaban con más gozo, regalándonos flores, nos estiraban la mano para tocarnos. El Reino había cambiado mucho después de la llega del ejército.
Mis sentimientos por él aún se mantenían al margen, pero nuestra relación también había cambiado mucho, era el único ajeno a nuestra familia que podía llamarme por mi nombre, muchas tardes nos encontrábamos en el balcón a contemplar la salida de la luna y reíamos mientras conversábamos de cosas absurdas o cabalgábamos al lago de atrás del Castillo. Él me había entregado la libertad que siempre había luchado por tener y mi Rey, mi Padre se sentía tranquilo, confiado cuando él estaba conmigo.
–¿Cambiaran de barco?- pregunté mientras mi padre me visitaba en mis aposentos.
–Sí, estamos a poco tiempo de llegar.
–¿Estas nervioso?
–No, solo estoy ansioso, vas a ver una de las mejores batallas, acuérdate de mí.
–¿Iras?
–No preciosa, me acercare después. Tú y Fadila deben quedarse aquí.
–Padre, Lands, me ha solicitado participar.
–¿Le has dejado?
–Sí, Leo me debe asignar a un soldado.
–Vamos a ver el resultado de los entrenamientos en nuestros hombres, ¿No te emociona?– dijo mi padre sonriendo mientras acariciaba sus manos.
–¿Princesa?- dijo un soldado entrando a mis aposentos y bajando el rostro.
–¿Tu cuidaras de mi Princesa?
–Si mi Rey.
–Bien, más te vale– rio mi Padre– ¿Cuándo harán el cambio?
–Está acercándose el barco en estos momentos.
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El Halcón de la Cima del Mundo
RomantizmLa historia se centra en dos personajes principales, una Princesa y un hombre que denegó sus títulos de Príncipe para unirse a un ejercito. A medida que estos dos se irán conociendo, la atracción que ambos sienten por el otro los llevaran a pregunta...