Cuando el sol estuvo en su punto máximo, se tocó la gran campana dando inicio al siguiente juicio. Más gente corría al lugar, se amontonaban, se empujaban, se pisaban e incluso se formaban peleas, los guardias rodearon el lugar con una columna de soldados, el verdugo era la misma persona que hacia cumplir las sentencias donde no necesariamente la gente tenía que morir.
–Leo, ya es hora– dijo uno de los guardias.
Estuve toda la noche pensando en esas palabras, estaba nervioso ¿Quién no lo estaría? Era un soldado dispuesto a morir en batalla, a ser atravesado por lanzas, cortado por espadas donde podía intentar defenderme pero no así, poner la cabeza en una roca para ser decapitado o ahorcado, no era para nada uno de mis planes. Antes de morir dicen que si uno se arrepiente de muchas cosas significa que no vivió bien y yo estaba arrepentido ¿Por qué tuve que involucrarme tanto? En un reino donde al fin y al cabo me había dado la espalda.
No quería morir, no así, dioses no así.
–Leo– volvió a decir el guardia.
–Ya te escuché.
–Lamento todo.
–Lo sé, yo también ¿Hay mucha gente?– pregunté mirándolo, él solo asintió con la cabeza. Respiré profundamente aceptando lo humillante que sería todo.
Caminé junto a 4 soldados, esposado de pies y de manos, tenía miedo. No quería tampoco ver a nadie, que pensaran los soldados de mí, ¿Cathal, Eiric? No los había visto desde ayer, pocas esperanzas tenia de que algo se pudiera haber hecho, cambiar la decisión de Thion era muy difícil, la única esperanza que tenía era que mi madre haya mandado alguna respuesta que pudiera llegar a tiempo y pudiera detener todo.
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Los guardias se hicieron paso entre la gente llevando a Leo y al otro lado de la plaza llegaba la Reina rodeada de guardias con sus doncellas que la seguían de cerca. Iba vestida de un hermoso vestido celeste con sus propias joyas y corona real, la mirada de Fadila demostraba lo confiada que estaba con la decisión de su esposo.
La gente al verla comenzó a gritar eufórica, sin duda no la querían. Fue bastante distinto con Leo que ni siquiera hicieron presión contra los guardias para golpearlo o tocarlo. Leo evitó la mirada de muchos de nosotros y en especial la del Rey, no lo miró ni por un segundo.
Thion se puso de pie he hizo callar al pueblo con sus manos, y el silencio costó que llegara al lugar.
–Después de una larga y divertida mañana los invito a guardar silencio para el veredicto– el Rey se volvió a su asiento y uno de sus consejeros, Loreas se puso de pie con un pergamino en sus manos.
A Loreas no lo quería la gente del Reino, el pueblo lo denigraba por ser la voz del Rey y el responsable de muchas decisiones de la familia real pero si Thion lo permitía nada podían hacer.
–¡Adultera!, ¡Profanadora!, ¡Traidora!– Fadila no tenía perdón del pueblo tampoco era querida. Era el mejor momento para gritarle y lanzarle piedras.
–Fádila hija de la casa Camus, heredera de tierra Magta y Reina de Cretos. Se le acusa por adulterio y traición, siendo palabras dictadas de su propia boca, haber cometido delito a la casa real y a su majestad el Rey. Avalando su culpabilidad ante el hecho, encontrado también en sus aposentos frascos de drogas haciéndola parte responsable de la huida del Príncipe del Norte y organizando así también traición y muerte de su majestad el Rey.
–¿Qué?– dijo ella cambiando por completo su rostro de total confianza a una de terror– ¡Thion!– gritó a todo pulmón.
–Se le encuentra culpable y por la gravedad de sus acusaciones se dicta su sentencia.
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El Halcón de la Cima del Mundo
RomanceLa historia se centra en dos personajes principales, una Princesa y un hombre que denegó sus títulos de Príncipe para unirse a un ejercito. A medida que estos dos se irán conociendo, la atracción que ambos sienten por el otro los llevaran a pregunta...