5.- Un título interesante

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El torneo no tardó en llegar, el pueblo tenia gran gusto para este tipo de cosas, llevaban agua, mantas para cubrirse del sol, frutas y su inmensurable excitación ante estos juegos. Cretos tenía 3 plazas, la del este que era un lugar grande lleno de tarimas encerradas en un círculo de tierra y arena, con un gran terreno baldío a sus espaldas. También estaba la plaza de las aguas que estaba cerca del puerto, donde Generalmente se realizaban las fiestas de los campesinos y la plaza central, el lugar donde los prisioneros recibían las sentencias dictadas por el consejo del Rey delante de toda la comunidad.

Los juegos, eran en la plaza del este, había sido preparada, limpiada, habían puesto las banderas, las mesas y sillas reales para la familia mientras que los pueblerinos comenzaban a tomar posiciones en las tarimas.

A mis hombres les dieron el lado derecho del lugar, fuera de este círculo, se cercó con maderas y espinas para separar a los soldados con las multitudes y ahí aguardamos formando unas tiendas para protegernos del calor del lugar.

–Thiao, ¿Tus hombres están listos?

–Si Leo, solo aguardan la señal.

–Bien.

Me sentía intranquilo, impaciente, emocionado, quería que todos vieran lo que realmente eran capaces estos hombres, quería que el Rey se impresionara, confiaba en ellos, sus habilidades, incluso los más jóvenes que aún no estaban listos eran capaces de vencer a los hombres del Rey.

–Te veo nervioso– rio Cathal acercándose desde la parte trasera de las tarimas.

–Lo estoy.

–¿Te informaron que hace unos días los soldados del Rey habían comenzado a entrenar?

–¿Entrenar?–Reí al escucharlo, era absurdo y algo desesperado.

–Sí, deben tenerte miedo.

–No, no es miedo, es envidia, además, lo que hayan hecho dos o tres semanas no se comparara jamás a lo que tú y yo sabemos toda una vida.

Rio al escucharme posando su mano en mi espalda

–Sí, eso es cierto.

El calor del lugar nos hacía sudar sin hacer esfuerzo alguno, bebíamos bastante agua pero nuestros cuerpos poco a poco se iban acostumbrando al clima extremo de Cretos.

Caminamos por uno de los pasillos que se formaban debajo de las personas, este estaba encerrado entre madera, los pisos de la tarima, hacían un gran círculo  y llegaban al lugar superior de la realeza.
Caminamos en el medio cuando sonó los primeros cuernos, dando la bienvenida al Rey. La gente al oírlos comenzó a golpear el suelo con sus pies mientras gritaban enaltecidos, agua y vino caían chorreados en la madera y teníamos que hacernos a un lado para no mojar nuestras vestimentas.

–¿Puedes creerlo?– dijo Cathal asombrado– esto es una locura, escucha a esa gente Leo, escucha como gritan, ¡Les encanta!– Amaba su actitud, enérgico, risueño, alegre, cualquier cosa mínima lo hacía feliz.

–Mi madre estaría feliz– reí junto con él, era asombroso, Cretos era asombroso.

Llegamos al final del pasillo y nos encontramos con una escalera con tela burdeos que cubría los peldaños. Subimos con lentitud mientras que entre estandartes gigantes se podía ver la gente, el gran terreno de tierra y arena en la que nos enfrentaríamos. De vez en cuando la briza del viento acariciaba nuestros rostros dándolo un poco de alivio pero no era suficiente.

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–¿Qué pasa mi Reina?, ¿No le agradan estos juegos?– pregunté mientras me sentaba al lado de ella.

El Halcón de la Cima del MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora