Estuve en mis aposentos un poco más temprano de lo habitual, había sido un día bastante movido y contando las pocas horas que había dormido me recosté en la cama, no antes de mandar a mis doncellas fuera.
–Leo– no podía dejar de pensar en él. Y como si el pudiera escucharme lo volví a llamar en la inmensa oscuridad. Tenía dos sentimientos encontrados, lo amaba, amaba su mirada, su rostro, su cuerpo musculoso, incluso amaba su espalda, así como era, era perfecto. Pensando en todo eso, sentía que quería ir y buscarlo, pero también recordaba una y otra vez verlo besarse con otra mujer.
Me daba curiosidad cuál sería su respuesta después de dejarlo hablando solo. Quería saber también que había pasado en estos dos años además de curarse, en especial ¿Cómo conoció a Thicio?
Cuando por fin mis ojos comenzaron a bajar lentamente y mi conciencia de volvía aletargada sentí que en mi puerta alguien tocó por el otro extremo.
–Lands– debía estar ahí para avisar quien era, pero no escuché su voz, sino la de mis doncellas.
–No puedes venir a esta hora– dijo Clara.
–La Princesa debe estar durmiendo por favor vuelva más tarde.
Me senté con lentitud en la cama y de repente sentí que alguien abrió la puerta con rapidez y el cerró fuertemente.
–Leo– susurré al verlo apoyado en la puerta mientras Clara y Bony reclamaban fuera de ella.
– ¿Puedes calmarlas? – dijo sin dejar de apoyar su espalda en la puerta.
– ¿Qué haces aquí? – pregunté levantándome. Me miré un momento dándome cuenta que mi ropa de dormir era bastante delgada y un tanto translúcida. Tomé una túnica y me la eché a los hombros con rapidez. Leo soltó una leve risita al verme.
–Sigues con eso– dijo apartándose de la puerta y caminando al sofá.
–No te sientas cómodo, viniste sin invitación.
–Entonces tendré que venir más seguido.
– ¡Princesa Helina! – Bony tocó con fuerza la puerta.
Me acerqué a ella y agarrando la manilla abrí con rapidez deteniéndome allí en el medio de la entrada.
–Yo lo llame, así que se tranquilizan y guardan silencio.
–Princesa.
–No puede estar sola con él. Déjeme entrar.
–No tienen de que preocuparse por favor relájese. Solo hablaremos– dije cerrando la puerta lentamente y ella quedaron tranquilas pero claro no se irían hasta que el intruso se fuera.
El silencio invadió mis aposentos y entre la poca luz que había en la habitación, voltee a ver a Leo. Se había sentado y estirando sus brazos en el respaldar del sofá me miró con total comodidad.
– ¿Tienes algo que decirme?
–No puedo venir solo a mirarte ¿Cierto?
–No– dije frunciendo el ceño. Su mirada y su leve sonrisa me inquieto un poco. Aún tenía la sensación de sus besos y de sus manos en mi piel. Otra vez estábamos solos.
Caminé a una antorcha y la prendí con cuidado dejándola sobre una mesa. No quería que lo de ayer se repitiera sin antes de hablar. Yo le había dejado en claro las cosas y no quería dejarme llevar por mis sentimientos.
–Ven– dijo mirándome cuando voltee a verle. Al verme que dude un poco al mirar su mano sobre el sofá agregó– me comportaré, así que ven.
No podía decir lo mismo, mi cuerpo ya estaba nervioso, mis manos sudaban un poco y mi sangre fluía con rapidez haciendo que respirara más seguido en busca de aire.
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El Halcón de la Cima del Mundo
RomanceLa historia se centra en dos personajes principales, una Princesa y un hombre que denegó sus títulos de Príncipe para unirse a un ejercito. A medida que estos dos se irán conociendo, la atracción que ambos sienten por el otro los llevaran a pregunta...