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La gente se escuchaba cada vez más lejana, la carrera hace 5 minutos había comenzado, le llevaba una buena delantera a Scott pero de un momento a otro, lo tenía a mi altura, me daba miedo tenerlo a mi altura sabía su fama y no quería ser una víctima más de Scott Johnson, en una de las vueltas me lanzó la moto, la verdad si yo no supiera a la perfección manejar motos, ya estuviera dando vueltas y seguramente no lo contaría, sin embargo, seguía corriendo, ya que como diría mi padre “Ro, la mejor forma de no morir en una moto es haciendo maniobras con ella" desde muy joven mi padre me enseñó a manejar una moto, creo que fue el único momento a su lado, pero se lo agradezco tanto.

Scott: ¿todavía quieres seguir Fuentes? - grita -
Ro: ¿Qué piensas tú Johnson? – le sonreí -

Una vuelta más y ya casi llegábamos, podía escuchar los gritos, podía escuchar la música pero también podía escuchar el latido fuerte de mi corazón, lo cuál retumba en mis oídos, estaba casi llegando a la meta, estaba… pero llegó Scott y con unas maniobras golpeó mi moto, todo pasó tan rápido pero lo vi tan lento, escuché un grito profundo y reconocía ese grito, esa era Rubí, mi cuerpo daba vueltas por el asfalto, y agradecía tener el casco puesto.

Nunca antes mi vida me había pasado por mi cerebro como una película, desde lo más chiquita hasta hace horas cuando Rubí me convencía para venir, era un rato nada más. Dicen que cuando vamos a morir lo presentimos pero esta vez no fue así o eso creo, ¿me voy a morir? Mierda, apenas tengo 23 años no es justo, mi cuerpo esta inerte en aquel asfalto donde vi a muchas personas iguales o peor que yo, donde corrí muchas veces y que gracias a Mónica nunca mis padres se enteraron. Mis padres ¡mierda!, cierro los ojos fuertemente, y respiro profundo para que no me duela tanto las costillas, aunque es mentira al respirar profundo me duele aún más. Me quitan el casco y veo el rostro de mi pelirroja amiga.

Rub: castaña, por favor no te me vayas - lloraba - ya viene la ambulancia – suspiré -
Ro: sí me voy – toso y me duele todo - dile a Blanca y Franco que siempre quise ser todo lo que ellos pedían, y que me perdonen – Rubí lloraba aún más y negaba -
Rub: tú vas a poder decírselo pequeña ro – sonreí, recordé que así me decía en el colegio -
Ro: no llores pelirroja – intenté subir mi brazo pero me dolía tanto que no podía -

La ambulancia llegó en minutos y los paramédicos hacen su respectivo trabajo para luego subirme en la camilla a la ambulancia, sentía mis pulsaciones débiles, no tenía fuerzas, pero escuchaba a Rubí rogando, y los paramédicos hablando variedades de cosas que no entendía hasta que cerré los ojos y no escuché más nada.

Ella, mi salvación... Yo, su perdición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora