45.

1.4K 100 2
                                    

Viernes…

Al: ¿Qué? ¿Qué te sucede Rocío como vas a sacar a mi familia? – suspiro pesadamente –
Ro: Es por el bien de ustedes Ana Lucía, ya hablé con tu padre y fue a buscar a tu madre, a Miguel Ángelo, ropa y vendrá por ti – me miraba atónita –
Al: Estás loca ¿sabías? – asentí y me levanté haciendo que ella también –
Ro: Eso se llama luchar por amor, te prometí que iba a defender a tu hermana con mi propia vida, ella me ha salvado desde que la conocí, me toca salvarla ahora – puso su mano en mi hombro y sonrió conforme –
Al: Si necesitas cualquier cosa, llámame y ¿nuestro caso? – ladee la cabeza –
Ro: Está en proceso, volveremos a el pronto, pero este fin de semana los necesito fuera de la ciudad – asintió –

Después de aquella conversación con Ana Lucía decidí ir a casa de Sandra para terminar de arreglar lo que haremos mañana, pero hoy debemos ir al club donde será su despedida de soltera, cierro los ojos mientras bajo en el ascensor, al abrirse las puertas también abro los ojos, saco las llaves del coche y camino hasta el, para montarme e ir para que mi cuñada.

Unos treinta minutos después llegué y le avisé a Sandra que subía que estuviera vestidas, todo es posible con Sandra y mi hermana, al llegar ambas estaban almorzando y sonreí para unirme al almuerzo con ellas.

San: ¿Estás lista? – asentí mientras comía –
Mon: Todavía tengo miedo – hablaba con precaución y Sandra la miraba –
Ro: Si no quieres hacerlo, no lo hagas hermana – negó –
Mon: Por dejar que Julieth jugará sola, estamos en esto, no debí permitirlo – la miré y seguí comiendo luego –

Cayendo la noche nos arreglamos para ir al club, opté por un pantalón negro alto, botas negras, camisa blanca sencilla y mi chamarra negra, el cabello me hice una coleta y mis lentes de pastas, estaba lista para irnos pero las chicas no. A las 10:20 de la noche salimos por Rubí quien duró una hora para salir, a casi medianoche ya estábamos camino al club, tengo nervios, pero ya estoy en esto, tengo que robarme al amor de mi vida.

Cuando llegamos al club las luces atenuantes, el olor a cigarro, la gente bailando, unos prácticamente teniendo sexos, a veces la élite suele ser tan baja, sonreí al verla aburrida viendo brindar a los demás.

Ro: ¿Tú no vas a brindar por tu boda? – le susurré y se sobresaltó –
Jul: Ya brindaron por mí, aparte no tomo así que si ves no llevo copa – sonreí y asintió –

Cinthya no dejaba de estar encima de mí, así que Mónica le tuvo que pagar a un rubio para que me la quitará de encima, aunque amaba ver a Julieth celosa, es aún más hermosa, llegó Susana y me miraba con ese toque sensual que si no estuviera loca por Julieth seguro ya estuviéramos en algún lugar más privado, negué borrando todo esos pensamiento con esa rubia, y vi a mi hermana ir al tocador con mi pelinegra, Sandra me miró y asentí, no era el momento pero algo me decía que ya casi.

Al rato llegó un striptease y me enfermaba verlo cerca de Julieth quien no dejaba de reírse mientras todas estaban vueltas locas lanzándoles billetes o colocándoselas en sus prendas, me crucé de brazos esperando que acabase el show. Después que finalizó vi al corpulento rubio llevarse a Cinthya, era el momento, Sandra se llevó a Julieth y yo me fui un rato después con mi hermana y Rubí, sólo quería verla, estar a su lado, abrazarla.

Al llegar a la casa donde estarían Sandra y mi amor,  nos quedamos mirándonos un rato hasta que una sonrisa se formó en mis labios, ella sonrió y corrió a abrazarme, no quería que se separará de mí, me susurró en el oído un añorado “te amo". Nuestras miradas se buscaban y se encontraron, suspiré y le dejé un beso en la frente.

Pasamos el resto del rato hablando, besándonos, nos acostamos en el sofá, eran estos momentos donde agradecía a eso supremo que tanto ella rezaba, por primera vez mentalmente le pedí a su Dios que todo saliera como espero y acabar con esta pesadilla. Sandra se la llevó y me quedé viendo la puerta por donde salió, queriendo ir detrás de ella pero debía esperar, tenía que hacerlo si quiero llevármela.

////////

Sábado en la mañana y no he dormido lo suficiente para sentirme bien o quizá son los nervios porque es la fulana boda, mordí el pan y entró mi nana quien me avisaba que no estaría, le pregunté por mi padre y me dijo que se encontraba en la biblioteca, asentí y terminé de desayunar para ir a enfrentar lo que debí hacer hace días, me levanté y fui hasta la biblioteca, tres golpecitos y escuché un “adelante", me miró asombrado y me señaló la silla frente a él, suspiré y me senté.

Fra: ¿Qué deseas?
Ro: ¿Vas a pagar los 8 mil dólares por el niño? – me miró serio y rodó los ojos –
Fra: Definitivamente no debí reconocerlo – lo miré sorprendida – no necesito un escándalo más y menos que se enteré tu madre así que no me queda de otra – me crucé de brazos y todo quedó en silencio –
Ro: ¿Qué negocios tienes con los O’Valley? – me miró boquiabierto y luego recobró la compostura –
Fra: Negocios Rocío, que tú no debes meterte – negué y cerré los ojos –
Ro: Tienes razón, él  que va a ir preso eres tú, no yo – me levanté – necesito un favor tuyo – arqueo una ceja y proseguí – necesito un caballo – frunció el ceño – necesito hacer algo importante – suspiró pesadamente –
Fra: ¿Te vas a robar a Julieth? – no respondí pero él no es tonto – vale yo te tengo un caballo, pero te quiero lejos de algún caso que me nombré – lo miré con la mandíbula tensa –
Ro: Esta bien – estrechamos las manos –
Fra: Haré unas llamadas y tendrás tu caballo – caminé hasta la puerta y me llamó,  más no me volteé – hija, estoy orgulloso de ti – me quedé pasmada –

Salí de aquella biblioteca con mi pulso escaso, el corazón arrebatado y el cerebro a punto de estallar, después de oír de su boca esas cinco palabras que por años soñé oírlas, fui a mi cuarto y respiré profundo, lo menos que necesitaba era desmayarme o quebrarme.




Sandra me llamó para avisarme que ya estaba entrando Julieth a la iglesia, mi corazón late desbocado, quiere salirse de cualquier manera, el caballo me ayudaba a que iba desbocado, definitivamente quiero vivir en el campo.

Llegué a la iglesia cuando el padre hizo la famosa pregunta “si hay alguien que se oponga, que hablé ahora o que callé para siempre” sí, yo me opuse, subí a Julieth en mi caballo y Samuel estaba furioso, rabioso, de todo, la saqué de ese lugar, estaba a mi lado y yo estoy feliz como una niña con juguete nuevo, pero esta vez no era un juguete, estaba con ella, mi amor, mi pelinegra. Ella, es mi salvación... y, yo su perdición.

Ella, mi salvación... Yo, su perdición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora