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P.O.V JULIETH

Estoy frente a la mujer de la que llevo un año enamorada y meses llorando por no poder estar a su lado, soñé con este momento millones de veces y jamás tuve tantos nervios como ahora, es tan diferente como cuando era monja, quizás porque Samuel es una bestia capaz de matar a la única persona que me hace vivir y mantenerme de pie, ¿señor qué estoy haciendo? Yo no puedo arriesgarla. Me siento en el sofá frente al que ella se sentó después de que regresamos con nuestros vasos de agua y la miro intensamente, ninguna decía ni una palabra y ya empezaba a estresarme.

Ro: Te soñé tantas veces y ninguna se compara a tenerte aquí frente a mí - parpadee muchas veces para no lanzarme a sus brazos -
Jul: Yo también - dije poco audible, siendo más un susurro -
Ro: Voy a hacer todo porque estés conmigo - negué preocupada - Julieth mírame - bajé la mirada y vi sus piernas acercarse a mí y se agachó quedando a mi altura - mírame - subió mi mentón a su altura - ¿te ha hecho daño? - suspiré con miedo - no haré nada lo prometo, pero dime la verdad - me dijo con dulzura -

Con esa pregunta recordé que anoche abusó de mí dejándome en el cuerpo moretones, tanto así que llevo una camisa manga larga de cuello tortuga, para que no se note los mordiscos, moretones, golpes, no decía ni una palabra pero mis ojos gritaban dolor por todas partes, lentamente me subí la camisa sin ver la mirada de Rocío y sentí sus tibios dedos en mi cuerpo, cerré los ojos fuertemente y sentí el recorrido de sus dedos por cada mordisco, moretones, golpes que se volvían púrpura al pasar de las horas, abrí los ojos y bajé mi mirada a donde ella tenía los suyos y la vi llorar, me abrazó rodeando sus brazos a mi abdomen y unas lágrimas corrieron en mis mejillas, eché la cabeza hacía atrás y la oí sollozar ¿dolor? Quizás, espero que sea todo menos la culpa, se levantó de golpe y la vi dando vueltas por el departamento mientras se tapaba la boca, ahogando sus sollozos, yo no decía ni una palabra, tenía la mirada baja, estaba avergonzada.

Ro: Perdóname - dijo luego de un rato y con una voz grave, alcé la mirada y negué - es mi culpa Julieth, por aparecer en tu vida, por dejar que ese imbécil te viera esa vez, por ser terca de enamorarme de ti, por no cuidarme como debía, por todo, perdóname Julieth - se arrodilló y me abrazó fuerte haciendo que soltase un quejido de dolor, alzó la mirada y pude ver sus ojos de manantiales con el mayor dolor jamás antes visto -
Jul: No tienes la culpa mi pequeña, es culpa de ese infeliz - dije con desagrado, lo odio - no llores, por favor - ella negaba y yo subí su mirada para borrar cada rastro de lágrima - no quiero que te sientas mal, yo quiero - me miró intensamente y no salían mis palabras -

Bajé la mirada, posiblemente avergonzada o sonrojada de mis pensamientos, pero la verdad que lo único que he querido desde que supe que estaba bien, es a ella, yo sólo quiero que borre de mi cuerpo cada rastro de ese infeliz y que siempre sienta cada roce de ella, sólo de ella, me levantó y subió mi mentón para sonreírme.

Ro: ¿Qué quieres? - la miré fijamente y luego me lancé a besarla -

Ella me sostiene mientras el beso se vuelve cada vez más intenso y mi cuerpo empieza a derretirse en sus manos, ella tenía ese efecto en mí, sólo ella, sus manos se deslizan lentamente por todo mi cuerpo y se me eriza la piel, incluso los vellos de la nuca, y me acerco a su oído.

Jul: Hazme tuya por favor, lo deseo, lo necesito - la miro y me sonríe, sus ojos brillaban -
Ro: Empiezo a amar a Dios - me rio y me agarra de la nuca para pegar nuestras bocas en un apasionado beso -

Sus manos van a mi trasero y me alza para ir hasta el cuarto, espero no sea el de Sandra, que pena, abre la puerta y la cierra con un movimiento del pie. Camina conmigo encima mientras nos besamos, para luego acostarme en la cama, nos separamos del beso y me sonríe.

Ella, mi salvación... Yo, su perdición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora