25.

1.8K 140 3
                                    

La llevé a la playa “Kathy osterman beach”, es una de mis favoritas y en las noches es precioso todo desde el faro. Caminamos llegando a la altura de aquel faro y luego nos sentamos al final del muelle, mientras la luna era la única luz que nos dejaba ver el rostro de cada una.

Jul: Esto es precioso – dijo anonadada –
Ro: Aquí vengo cuando necesito pensar pero no quiero ir al mirador – murmuré viendo hacia el calmado mar –
Jul: Me encanta, tenía años que no venía a la playa – la miro asombrada –
Ro: ¿Reglas del orfanato? – asintió – que mal, nada como la playa para calmar la mente
Jul: Es cierto, la playa calma todo, los dolores, el estrés, las malas energías y sube los ánimos – nos reímos –

Julieth apoyó su cabeza en mi hombro y por primera vez me sentí completa, sentí que este era el lugar que buscaba toda mi vida, que si me sentía pérdida, ya me encontré, era ella. Ella era ese lugar que necesitaba encontrar para encontrarme, suspiré y ella alzó la mirada, cuando sus ojos conectaron con los míos supe que el amor era real, ese que parecía una fantasía, ese que tanto la gente comentaba, proclamaba, aplaudía, sí existía y entendí, que quizás hasta el mismísimo Dios existe y él fue quien logró aquel encuentro cuando nos conocimos, cuando su sonrisa me embobo y sus ojos brillaban, como brillan ahorita, el reflejo de aquellos ojos cafés que la luna ayudaba a que se vieran aún más hermoso, está a centímetros de mí y me da incluso miedo que escuché los latidos de mi corazón, quien late como nunca ninguna mujer lo hizo latir, cada que Julieth se acerca me asombro más que no me de un ataque cardíaco, pero ahorita al paso que voy creo que me moriré y me ira a lanzar al mar.

Jul: Dios perdóname – susurró más yo no dije ni una palabra –

Se acercó cada vez más hasta que nuestras narices se rozaron, mis ojos no dejaban de ver sus labios y sentí su mano en mi nuca, maldición se me iba a cumplir mi sueño, y ella fue quien rompió lo que quedaba de espacio, nuestros labios querían conocerse o no, realmente parecen como si ya se conocieran, mis manos se aferran a su espalda y las de ellas a mi cabello, nuestro beso comenzó tan suave y mi lengua le pedía acceso a su boca, se lo dio sin reclamos y el beso se intensificó, mi estómago parecía un zoológico donde todos los animales saltaban de la emoción, cuando empezaba a faltarnos el oxígeno nos separamos lo suficiente para que nuestras narices se rozaran y nuestras frentes siguieran pegadas.

Jul: Debo irme Rocío – susurró –
Ro: Es cierto, es hora que te lleve – asintió –
Jul: Pero… no quiero irme sin – me miraba intensamente mientras ella buscaba las palabras correctas – decirte que me encantas Rocío y no sé que hacer – apoyó el mentón en mi hombro y le di un beso en la sien – siento que estoy en una encrucijada, me lanzo a amarte y dejo el hábito o elijo el hábito y te dejo a ti – se separó de mi hombro para verme y puso una mano en mi mejilla derecha –
Ro: - le di un beso en la frente – te esperaré mi monja preciosa – nos reímos – yo por ti me arriesgo a todo, pero será a tu tiempo
Jul: Y ¿si no me decido? – suspiré y la abracé –
Ro: Si existe Dios, él hará que te decidas – agarré sus mejillas y le di un beso casto –

Nos levantamos y volvimos al carro para regresar a la realidad, llamada el orfanato y la mansión. De camino, Julieth prendió la radio y mi mano inconscientemente buscaba la suya, cuando la encontró entrelazamos nuestras manos y sonreímos, nuestras manos encajaban perfectamente, al llegar al orfanato salí y le abrí la puerta del copiloto, ella se reía, su risa era melodía para mis oídos.

Ro: Tu risa es la más bonita de todas – le pase un mechón de cabello detrás de la oreja –
Jul: Haces que me sonroje - nos reímos –
Ro: Me encanta que te sonrojes, te ves aún más hermosa – me abrazó y sonreí idiotizada –
Jul: Que descanses Rocío –  suspiré y metí mis manos en los bolsillos de la chamarra –
Ro: Que descanse señorita Julieth – sonreímos y le di un beso en la frente – nos vemos otro día
Jul: Con tal que no esté tu noviecita – rodó los ojos y la miré sonriente, tenía celos –
Ro: ¿Celosa Julieth?
Jul: Mucho Rocío – se cruzó de brazos –
Ro: Perfecto cuando tú te decidas, yo la termino – me encogí de hombros –
Jul: ¿Eso es una amenaza? – preguntó asombrada –
Ro: Advertencia – le lancé un beso y caminé hasta el puesto del piloto – Julieth – le llamo y ella voltea – pero, ¿sabes algo?
Jul: ¿Qué?
Ro: Con ella no he sentido nada, a diferencia de ti que lo siento todo Julieth Ponce, descanse madre – se ríe y camina hasta entrar al edificio –

Me monte en el carro y después de un rato llegué a la mansión, todo estaba a oscuras así que creí que todos dormían, bueno creí porque al cerrar la puerta de entrada recosté la cabeza en ella, mientras sonreía extasiada de todo lo que Julieth causa en mí.

Mon: Eso no lo causaría Cinthya jamás en la vida – abro los ojos sonriente y ella se cruza de brazos –
Ro: Es correcto, ella no causa nada de eso en mí – mi hermana se ríe y yo niego –
Mon: Mañana me vas a contar todo con lujo de detalles, quería avisarte que el tío de Cinthya quiere verte pronto, me dijo Sandra que te avisará – la miré sin entender – yo tampoco sé la razón hermanita
Ro: Tanto que odio a ese patán y me llama precisamente a mí – mi hermana se ríe –
Mon: Lo sé, yo tampoco lo soporto para nada, ahora vete a dormir que son las 3:40 de la mañana y tienes trabajo más tarde – asentí y caminé hasta ella, le dejé un beso en la mejilla y corrí hasta mi cuarto –

Ella, mi salvación... Yo, su perdición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora