No cabía de la felicidad, por fin llegó el día en que el castigo acabó, Blanca apareció en mi cuarto en la mañana avisándome que ya no estaba castigada y en cuanto yo, se me fue hasta el sueño, saltaba de la emoción, me bañé en tiempo récords, me arreglé en tiempo récords y llamé a Rubí para esta noche celebrar mi libertad. Le pedí a Tom que me trajera mi moto, y a eso de las 12 del mediodía me la trajo. Mi corazón quería salirse de mi pecho al volver a ver mi bebé preciosa, mi hija, mi único amor, mi Harley Davidson, mi moto.
Mon: ¿Y esa felicidad hermanita? – se sentó en el sofá individual frente al que yo estaba –
Ro: ya no estoy castigada, ni andaré por ahí como modelo de Victoria secret’s regalando sonrisas – ruedo los ojos y mi hermana se ríe –
Mon: felicidades hermanita, te libraste de esa tortura, ahora pórtate bien por favor – me apuntaba con el dedo índice y me reí –
Ro: me portare bien – alcé una mano en señal de promesa y Mon asentía –Rubí llegó y nos fuimos a tomar unos trago, lo sé son las 2 de la tarde, pero estoy tan feliz que lo necesito, a eso de las 4;15 de la tarde llegaron el resto de los chicos y decidimos hacer nuestra propia fiesta en casa de Santiago Ortiz, fiesta eso es lo que necesito para dejar de pensar en Julieth y sus malditos ojos cafés, sonrisa preciosa y hoyuelos perfectos, no puedo más me voy a volver loca.
Rub: hey ¿todo bien? – asentí eufórica –
Ro: obvio que todo bien ¡SOY LIBRE! – grité lo último y todos gritaron al unísono, pero sabía que Rubí no hablaba de eso –Cuando me iba a responder llegó una chica y me tapo los ojos, digo chica por sus delgados y delicados dedos, me mordió el lóbulo de la oreja y eso sólo lo hacía una persona Samantha Stuart aquella rubia piernas largas que tenía a sus pies todo el estado, más no era mi tipo, aunque admito algo, es muy buena en la cama.
Sam: pero miren a quien tenemos aquí, a la mismísima Rocío Fuentes – sonríe con picardía y yo sonrío de lado –
Ro: Hola Samantha Stuart, siempre es un gusto verte
Sam: Hola Rubí ¿Qué tal? – mi amiga asintió y sonrió falsamente – ¿podemos vernos más tarde en mi departamento o me vas a volver a rechazar? – lo pensé y me di cuenta que necesitaba apagar este fuego que siento por dentro, que no sé en que momento se encendió para ser sincera –
Ro: ¿Qué harás ahorita? – negó - vámonos – Rubí se cruzó de brazo, más no le sorprendió mi respuesta, en cuanto a Samantha me sonrió sensual –Salí de aquel lugar con aquella rubia y nos montamos en su Mercedes Benz, en cuestión de minutos llegamos a su pent-house, como aquella vez no me puse a detallar aquel lugar fuimos al acto, las ropas volaban y cuando me separé de aquella rubia para verle los ojos, que eran marrones, la vi a ella, pero en vez de alejarme la besé con más fiereza como si no existiera un mañana, y volví a su sexo, para escuchar sus gemidos que luego se volvían gritos, hasta que subí y con dos dedos la penetre, al principio iba lento, para luego elevar mis movimientos e ir más rápido hasta que explotó con un grito y sus uñas se enterraban en mi espalda, Samantha había llegado al clímax, lo hicimos un par de veces más hasta que cayó dormida y me levanté lentamente para vestirme e irme a casa, después de estar lista volteé a ver a aquella rubia esbelta que estaba dormida boca abajo, suspiré pesadamente, y salí de aquel departamento, al llegar a la entrada del edificio, salí y busqué un taxi.
Antes de ir a casa le pedí al taxista que me llevará a un café, necesitaba urgentemente uno y bien cargado, al llegar le pedí que me esperará unos minutos, cuando entré a aquel café una chica me atendió, le pagué y espero por el café, volteé, grave error, venían las madres Catherine, Sonya, Kenya, la madre superiora Victoria y ella, Julieth Ponce, y recordé lo que hice hace poco con Samantha al ver sus ojos que los confundí con los de Julieth, tragué saliva y la chica que me atendió me chasqueo los dedos para avisarme que ya estaba mi café listo, rogué internamente que no me reconocieran y cerré los ojos fuertemente.
Cath: señorita Fuentes que placer verla por aquí – suspiré y sonreí al voltear –
Vic: hola señorita Rocío – la madre superiora siempre tan seria –
Ro: madres que gusto verlas, hola a todas – Julieth estaba seria y no dejaba de mirar mi cuello –
Son: bueno creo que la señorita quiere irse ¿cierto? – sonreí y asentí –
Ken: espero vuelva a ir pronto con su madre al orfanato, los niños siempre preguntan por usted
Ro: prometo ir pronto – asintieron y sonreí, cada una se acercó y se despidió de mí con un beso en la mejilla menos la madre superiora lo cual estrechamos las mano –
Jul: tan bella y se deja marcar el cuello – me besó la mejilla después de decirme aquello en un susurro y cerré los ojos fuertemente, salí de aquel café, maldiciendo –
Ro: maldición Samantha hoy tenías que dejarme marcas en el cuello, hoy tenía que encontrarme a Julieth, maldición – me subí en el taxi y me llevó a casa –Al llegar le pagué y le agradecí el traerme, entré a casa y respiré hondo, cuando abrí los ojos vi una Rubí sin emociones, pero si cruzada de brazos, sabía que significaba eso, quería explicaciones lo sabía, y se las tenía que dar o nunca iba a salir de mi casa, subí a mi cuarto y ella caminaba detrás de mí pero no decía ni una palabra, al entrar al cuarto le conté todo y sus únicas palabras me dejaron paralizada.
Rub: ¿te gusta la monja? – ¿me gustaba? No, claro que no –
Ro: no – susurré –
Rub: ¿segura? – alcé la mirada y prosiguió a hablar – por favor Rocío Aimee ¿no te viste cuando bailabas con ella en esa fiesta de gala? – rodé los ojos y me crucé de brazos, negando lentamente – te brillaban los ojos, te conozco desde el colegio y ¿sabes algo?
Ro: instrúyeme Rubí – suspiró –
Rub: jamás te vi con ninguna mujer así, ¿tu maldecir porque te vieron una marca en el cuello? – se ríe – jamás y no me vengas que te dio pena porque es monja porque eres atea te recuerdo, Rocío te fascina esa monja y ese es tu shock, no lo quieres admitir porque uno. Te mataría Blanca, dos. Es monja, tres. Tienes novia, aunque esta última no te importa un carajo – suspiré pesadamente –
Ro: basta Rubí, no me gusta Julieth, punto final, voy a ducharme, necesito quitarme estas ganas de matar a Stuart – mi pelirroja se reía y salió de mi habitación dejándome sola con mis estúpidos pensamientos –Me quité toda la ropa y al ver la tina llena, entré en ella, mis músculos lentamente se relajaban, y volvían mis tormentosos pensamientos, en donde ella era la protagonista ¿me gustaba una monja?
Ro: NO ROCÍO NO TE GUSTA, RUBÍ ESTÁ LOCA – me grité en voz alta y suspiré fuertemente –
Luego de un largo baño, me sequé y me puse un albornoz para buscar que ponerme, al ver el reloj eran las 11 de la noche así que decidí pijama, bajé y estaban mis padres y Mónica esperándome para cenar, después de tanto tiempo cenábamos solo nosotros cuatro como una verdadera familia, Blanca volvió a hablarle a Mónica esa noche y todo volvía a la normalidad, me sentía feliz por ello.
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Ella, mi salvación... Yo, su perdición
Любовные романыRocío fuentes, una chica de 23 años, su vida aunque aparenta ser perfecta, con padres perfectos, hermana perfecta... En fin, una familia perfecta, esta muy lejos de serlo, sin embargo no tiene ningún problema con que el mundo si lo piense. Hija del...