22.

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San: Lo siento Rocío – estaba en shock –
Ro: ¿Sentir que? No entiendo ¿Qué pasa con mis padres Sandra?
San: Murieron en el accidente que hubo rumbo a Europa – me quedé paralizada y un segundo después lloraba mientras gritaba –
Ro: No, no Sandra, esto no puede ser real Sandra no – grité y me desperté –

Sudaba y estaba llorando de verdad, mi celular empezó a sonar retumbando las paredes de mi cuarto y me dio miedo, mis padres hace horas que habían volado a Europa y después de esa pesadilla no quería contestar, vi “número desconocido” y me sentí confundida.

Llamada entrante

Ro: ¿Sí? ¿Quién habla? – sólo se oía una respiración calmada y cuando pensaba colgar habló y me quedé paralizada –
X: Hola Rocío – ¿estaba dormida o es real? –
Ro: ¿Julieth Ponce? – se ríe, maldición su risa me idiotiza –
Jul: La misma, ¿te desperté? – miré la hora son las 2:20 de la madrugada, que raro –
Ro: No, tuve una pesadilla y me desperté minutos antes que llamarás – suspira aliviada – ¿está todo bien? – otra vez silencio total –
Jul: ¿Podrías venir? Sé que Blanca se fue hace horas, pasó por aquí para despedirse y pensé que podías venir, mi padre no se negará en traerte – me rio porque recuerdo que Juan Ponce sí, ya supe su apellido, él ya no esta –
Ro: En cuarenta minutos estoy allá – nos despedimos y colgué –

Finalizada llamada

Me levanté y me cepille los dientes en lo que canta un gallo, agarré mi chamarra, cuando vi ya iba en mi carro camino a aquel orfanato donde la conocí y donde he tenido mis mejores sonrisas junto a los niños, pero también gracias a esos ojos cafés que no salen de mi mente, mañana trabajo y ahorita voy camino a ver a aquella mujer que con solo una llamada ya me tiene a sus pies. Al llegar le escribo a aquel número del cual me llamó y me apoyé en la puerta del copiloto a esperar a que saliera, y mientras estaba pensando oí la reja principal y volteé a verla, solo una vez la vi sin el hábito y esta era la segunda vez, repito Julieth Ponce me tiene a sus pies como quiera, tenía un mono gris, un suéter con capucha gris y el cabello lo tenía recogido, sonreí al sólo verla cruzar aquella puerta.

Jul: Hola – susurra y sonreí, mientras metía mis manos en los bolsillos de mi chamarra –
Ro: Hola Julieth – sonríe y suspiro –
Jul: disculpa que te hice venir yo, es que – se quedó mirando a la nada en silencio y me di el trabajo de admirarla aunque sea por segundos –
Ro: eres tan hermosa – ¿lo dije o lo pensé? Me pego mentalmente, sí, lo dije –
Jul: – se ríe y vuelvo a repetir, ella es una diosa – gracias pero creo que no te has visto en un espejo – la miro sin entender – tú eres realmente hermosa – suspira y yo parpadeo rápidamente para saber que este momento es real – ¿quieres caminar? Aunque si se entera la madre Victoria me mataría – asiento –
Ro: ¿Hasta que hora tienes chance? – ella mira el reloj que tiene en su muñeca –
Jul: Hasta las 5:00 de la mañana que se despierta la madre superiora – asiento y le abro la puerta del copiloto –
Ro: ¿vamos madre? – me mira sonriente y asiente para luego montarse en el carro –

Cruzo el carro y me monto en el asiento del piloto, le sonrío y le pido que si quiere ponga la radio, lo cual en cuestión de segundo lo hace, y recordé una frase que una vez escuché de algún adulto que decía “en la vida debemos saber elegir nuestro copiloto ya que es quien pone la música” era cierto, y ella era mi mejor copiloto.

Unos minutos más tarde llegamos a un mirador que es mi lugar favorito en el mundo, nunca he traído a nadie, ni siquiera a la mismísima Rubí que tiene años a mi lado y aquí estoy con ella, con la que me quita el sueño, viendo la gran ciudad de Chicago desde el mirador, hablamos de banalidades, trivialidades y unas que otras cosas personales.

Ro: ¿Y por qué si tu vida con los Ponce era tan perfecta decidiste ser monja? – respiró hondo y cerró los ojos posiblemente para sentir la naturaleza en sus pulmones –
Jul: No quería saber más nada del amor aquel entonces… - se quedó en silencio por unos segundos - yo tenía un novio al que amaba muchísimo, incluso fue mi primera vez, y me había pedido que en un futuro nos casáramos – su voz se empezó a quebrar - una noche salí con mis amigas y él estaba en esa discoteca con otra – suspiró y su mirada se perdió en la nada – esa noche lloré como nunca antes había llorado, esa noche lo decidí – me quedé pensando cada palabra y como un imbécil puede hacerle tanto daño a ella –
Ro: Que imbécil ese tipo – asintió - yo… - volteo a verla y ella me esta mirando intensamente –
Jul: ¿Tú?
Ro: - suspiro pesadamente – yo jamás podría traicionar a alguien como tú, jamás podría defraudar tu amor, ¿Qué tipo de idiota puede hacer eso? más a ti, por favor jamás – nos quedamos en silencio unos minutos –

Julieth me miraba más no emitía ninguna palabra y cuando el silencio me empezaba a estresar ella me abrazó fuertemente, duramos unos minutos así hasta que miramos al cielo y el amanecer empezaba a asomarse, no entiendo cuando pasó tan rápido las horas, nos levantamos de los banquitos donde estábamos y como cuando vinimos le abrí la puerta del copiloto y ella subió, le di la vuelta al carro y me subí en el piloto para arrancar he ir al orfanato, esta vez no hubo música, si no dos personas con la mente en algún lugar menos en ese carro.

Ro: Hemos llegado – Julieth se sobresaltó –
Jul: Yo… - miró hacia el orfanato – gracias Rocío y otra vez gracias por venir a verme cuando te lo pedí – voltea para verme –
Ro: - sonreí de lado – las veces que tú quieras o no estés bien llámame, yo estaré allí – sonríe y suspiré volteo la mirada al volante –
Jul: Lo tendré presente – me dio un beso en la mejilla y cerré los ojos simultáneamente –

Y cuando oí la puerta ser cerrada fue que abrí los ojos y solté todo el aire que al parecer llevaba retenido y no sabía desde que momento, sonreí mientras acariciaba mi mejilla y prendí el carro para irme a casa, iba feliz y todo por ella, por favor, no me puede estar pasando esto.

Ro: Me enamoré de Julieth Ponce – suspiré y apagué el motor –

Salí del carro y caminé lentamente hasta la casa, para encontrarme en la entrada a mi nana Dolores quién me miraba con cara de pocos amigos y sonreí porque me acordé cuando era una adolescente y me escapaba, cosa que a ella no le gustaba y me regañaba, le di un beso en la cabeza y entré a casa, quería dormir y soñar con ella, con todo lo que pasó, no podía ser real, entré a mi cuarto y me quité la chamarra, me di cuenta que nunca me cambié la pijama y me reí. El celular me saco de mis pensamientos y caminé hasta la chamarra para ver quien era. Sí, era ella.

Jul: “Espero puedas descansar y otra vez gracias Rocío por todo, incluso aquellas palabras en el mirador, espero nos volvamos a ver otro día, que tengas un buen día. Adiós”
Ro: “Ya te dije Julieth cuando quieras allí voy a estar, gracias a ti por tenerme en cuenta y espero nos podamos escapar otro día, dormiré un rato. Hasta otro día Julieth" – bloquee el celular y me acosté a dormir, a las 7:40 de la mañana debía estar en el bufete y ya sabía que iba a ir con ojeras, pero lo repetiría mil veces más –

Ella, mi salvación... Yo, su perdición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora