20.

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San: vengo a buscarte para que salgamos, sólo tú y yo – volteé para ver a mi cuñada que a veces odio –
Ro: ¿Qué horas son? – pregunto ronca –
San: ehm! 8 de la mañana Rocío
Ro: ni creas que saldré a esta hora ¿Qué te sucede? – la fulminaba con la mirada –
San: tienes dos opciones Rocío Aimee, te vas conmigo por las buenas o te vas conmigo por las malas – me quedo unos minutos eternos mirándola y suspiro derrotada –

Me levanto de la cama, refunfuñe y Sandra sale de mi cuarto luego de reírse y lanzarme un beso. Una hora más tarde de asearme salí del baño, y me vestí optando por unos jeans negros rasgados por las rodillas, una camisa blanca sencilla, una chamarra negra por si acaso, unos tenis Nike negros, me dejé el cabello suelto y me puse mis lentes de pastas, estaba lista.

Bajé para encontrarme una Sandra cruzada de piernas, entretenida en su celular, carraspee y alzó la mirada, sonríe feliz de lo que usaba, me reí y negué, le hice señas para que se levantará y poder irnos.

Sandra le dio una dirección a mi chófer, más yo no sé cuál fue. Una hora después llegamos a un café que jamás había visto, Sandra me pidió que bajáramos y viendo que yo no había tomado mi primera taza de café del día la seguí, al entrar el lugar era muy agradable incluso se sentía muy familiar y tenía una imagen sencilla y bonita, estaba encantada con ello, Sandra pidió varios cafés y la miré extrañada, más yo pedí un café cargado. Minutos más tarde, Sandra ya tenía todos sus cafés y yo el mío, así que salimos de aquel lugar, me di cuenta que Sandra iba arreglada como una gran empresaria, Mónica tenía suerte aparte de siempre luchar por ella, era bellísima y sin duda se viste precioso.

Ro: ¿A dónde vamos?
San: una reunión – la miré sin entender – estudias derecho ¿no? – asentí – bueno vamos al bufete McCartney y asociados – me quedé asombrada, mientras ella se cruzaba de piernas y tomaba de su café –
Ro: ¿En serio me ayudarás a entrar al bufete de tu familia?
San: Yo no, tú lo harás con tus conocimientos hasta ahora, aunque tu vestimenta no va acordé a aquel lugar – se ríe y empalidezco –
Ro: Yo... – tartamudeo y me quedo mirando a la nada – yo no puedo llegar así Sandra que vergüenza, más si saben quién soy yo – susurro –

Sandra le pidió al chófer que pasáramos por la casa de ella mientras se reía de mí, la fulmine con la mirada y me cruzaba de brazos. Veinte minutos más tarde llegamos a su departamento, yo corría para llegar más rápido al departamento de Sandra, ella caminaba lentamente sonriendo por aquel edificio, subió por el ascensor mientras yo corría por las escaleras y cuando llegué al piso donde esta su departamento ella llegó simultáneamente, me sentí idiota, me crucé de brazos mientras recuperaba el aliento.

Entramos a su departamento que tanto me fascina, nada había cambiado en el, excepto que salió una Mónica en albornoz y Sandra se sonrojo mientras yo me reía de mi hermana quien estaba sonrojada de verme aquí, Sandra me llevó al cuarto donde consiguió la vestimenta perfecta, eso es una falda lápiz color negra, una camisa de botones manga larga, unos tacones de agujas a juego de la falda, cartera blanca, abrigo blanco, me vestí corriendo, me hice una coleta alta y Sandra insistió en que no me maquillara, volví con mis lentes y estaba lista.

Volvimos con el chófer treinta minutos después de que me arreglé otra vez, y fuimos al bufete más importante del estado “McCartney y asociados", estaba muy nerviosa debo admitirlo, pero cuando el mejor abogado del país es decir, nada más y nada menos que Allan McCartney el padre de Sandra empezó a hablar conmigo, todo fluyo tranquilamente, todo empezó a tomar camino, sé que esta oportunidad se la voy a agradecer toda la vida a mi cuñada y hermana, Sandra.

Allan: bueno Rocío me agradó hablar contigo, tienes muchos conocimientos que necesito en un abogado para trabajar aquí y por eso… - se quedó mudo y miró a Sandra –
San: Anda dilo papá – sonrió y yo moría de nervios –
Allan: quiero que trabajes con nosotros, cuando quieras eso sí – me quedé muda yo, yo no podía creerlo –
Ro: ¿Esto es realmente cierto? – Allan asintió - claro que acepto trabajar con ustedes, lo más pronto posible – Allan sonreía –
Allan: entonces señorita Rocío bienvenida al bufete McCartney y asociados – estrechamos las manos –

Después de que Sandra y yo nos despedimos de Allan salimos de aquel lugar y todavía no sabía a quien les dio los cafés que compró, más no quise preguntar, fuimos a almorzar a un restaurante sencillo, esa era la magia de Sandra que podía tener muchísimo dinero más siempre estábamos en algún lugar sencillo, me encanta estar con ella por ello y muchos factores más.

Estaba demasiado emocionada, estaba empezando a cumplir mis sueños pero nada es perfecto, cuando volteo hacía la entrada de aquel lugar venía Cinthya con unos amigos, por más que intenté que no me notará era difícil y empezaba el show, suspiré pesadamente mientras Sandra elegía la carta. Cinthya se acercó a nuestra mesa y empezó a besarme como si eso le afectase a Sandra y todo el show me empezaba a molestar, pero la vi y mi mundo se paralizó, iba con aquella sonrisa que siempre me fascinaba, que me idiotiza, que me mata, me levanté y fui hasta donde está ella, que era en la caja y no se de dónde me salió la valentía y me acerqué a ella lentamente.

Ro: le recomiendo el sushi – susurré en su oído y se voltea enseguida –
Jul: no me convence – sonríe de lado –
Ro: es lo mejor de la carta – llevo mis manos a mi espalda –
Jul: bueno elegiré sushi – sonríe y me idiotizo –

Después de aquello, empezamos a hablar mientras ella pedía y pagaba, cuando se acercó Cinthya pidiéndome que nos fuéramos y la chica detrás de la barra le acercó la comida para llevar a Julieth, volteé a verla y tenía una cara que no podía descifrar.

Ro: ¿La llevo?
Jul: no creo, tu novia no tiene buena cara – volteé a ver a Cinthya efectivamente estaba cruzada de brazos echando humo por las orejas –
Ro: se le pasará, vamos déjeme llevarla – suspiró y aceptó –
Cin: ¿no me vas a acompañar Rocío Fuentes? – pregunta con una voz de molestias –
Ro: tú llegaste con amigos, así que dile a uno de ellos que te lleven – le guiño un ojo – ¿vamos? – Julieth me miro dubitativa –
Jul: Vamos Rocío - asentí y la seguí –

Al salir de aquel lugar mi chófer nos abrió la puerta pero Julieth se quedó paralizada, no entendí, incluso me dio miedo su rostro pálido, cuando mi chófer subió la mirada sus ojos brillaban y yo me acerqué a la puerta de atrás para ver la escena, no me daba mala espina pero tampoco buena, me crucé de brazos y ella se acercó lentamente a Juancho.

Jul: pa… papá - tartamudeo y lo abrazó –
Juancho: hija mía hasta que te encuentro – se deshizo del abrazo y sus manos agarraron las mejillas de aquella monja que me debilita –
Jul: papá perdónenme por no aparecer, yo… - lo volvió a abrazar - los extrañé tanto – Julieth lloraba –
Juancho: hija en casa te extrañamos tanto – era cierto él siempre me lo contaba –

Estaba frente a una escena que nunca imaginé vivir, era la escena más bonita nunca antes vista, padre e hija se reencontraban después de 15 años sin verse y ya entendía todo, Juancho me contó alguna vez que su hija se fue de la casa para un convento hace 15 años y ella me dijo que llevaba 15 años en aquel orfanato.

Ro: Juancho – ambos voltearon – te doy el día para que puedas hablar con tu hija – volteé a verla y sus ojos brillaban –
Juancho: señorita su madre me mataría – negué y sonreí –
Ro: ella a esta hora no esta en casa, no se preocupe, yo me iré con Sandra – me acerqué a Julieth – quizás si exista un Dios que hizo que pasará este encuentro, pero como sea disfrútelo señorita Julieth – le sonreí y le di un beso en la mejilla –

Volví a aquel restaurante, pero al llegar a la entrada volteé hacía donde estaban Juancho y su hija quiénes estaban abrazados con tanto amor y sonreí enternecida, volví a donde estaba Sandra quien sonreía como si hubiese descubierto el mayor secreto del mundo, y pasé la tarde a su lado riéndonos de todo, de todos y por todo, me encantaba pasar el día con McCartney.

Ella, mi salvación... Yo, su perdición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora