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No fue hasta que sintio sus manos atadas que despertó, su cabeza ardía como el infierno y la sangre goteaba en sus rodillas rojizas totalmente lastimadas por el arrastre, le dolía las costillas al respirar supuso que una de ellas estaría fracturada. No debió salir esa noche, tenía que haberse quedado con Lizzie pero no quería molestarla después del horrible día que había tenido, fue a una cuadra de allí a la luz de la palida luna en la solitaria calle que repartieron golpes por su cuerpo y jalandola del cabello la subieron arrojandola a la parte trasera del camión como si una bolsa de papas se tratase.
Quería gritar pero su voz se fue al ver el rostro que estaba enfrente de ella, Mario la miró divertido desde donde estaba y le dio asco siquiera mirarlo, solo ellos dos estaban allí.

-Oh Elena, despertaste.-formulo fingiendo sorpresa.-Pense que ya estabas muerta

Se sentó delante de ella con su rostro apenas sanado de el golpe que Arthur le había dado, sonrío causándole un escalofrío en todo su cuerpo cuando coloco su mano sobre una bandeja quirúrgica, había frascos de todo tipo y tamaño con líquidos que seguro ni el mismo Mario conocía.

-Donde esta tu novio? Muy mal de su parte dejarte desamparada.-nego mirandola de lado

La última vez que había visto a Tommy fue esa tarde en la carrera, donde le había apuntado con un arma cargada directamente a su frente, la furia que había causado en todo su cuerpo cuando vio lo que pasó con Lizzie.
Sus ojos se adaptaron a la pobre lámpara que colgaba entre la cabeza de Mario y la de Ella, todo lo de más estaba completamente oscuro, sus oídos eran lo único que parecía funcionar lo suficientemente bien como para darle una idea de donde se encontraban.

-Que pasa?.-pregunto burlón.-Te comio la lengua el gato?

Elena quiso hablar pero nada salía de su garganta, su rostro se descolocó cuando vio la botella, las lágrimas caían por sus mejillas. La mano de Mario se posó en una de ellas y quiso apartarse pero su cuerpo no se lo permitió

-No debiste meterte en esto.-susurro sobre sus labios.-Debiste haber cerrado esas hermosas piernas

La toco haciendola temblar, apreto sus muslos y ella sollozo con miedo, Elena movió sus manos percibiendo que el nudo era muy común.

-Ahora me vengare de esos asquerosos gitanos.-continuo bajando su mano hasta el escote del vestido de Elena

Cerró sus ojos con fuerza para luego volver a abrirlos rogando que alguien la salve, sentía su cuerpo sucio y su mente terminó de atar los cabos suelos cuando vio el cinturón desabrochado de Mario, quiso vomitar allí mismo. Este se alejo de ella por un momento acercando la bandeja quirúrgica, Elena noto el aparato punzante con rapidez y antes de que siquiera dejarlo asimilar se desató, tomo el objeto clavándoselo en la garganta con profundidad este le golpeó la cara tirandola al suelo. Se tiro sobre ella aún con su cuello goteando sangre y puso sus manos sobre su cuello apretando con fuerza, ella intento alejarlo pero su vista se nublaba al no recibir oxígeno, utilizo sus débiles piernas para lograr voltearlo dejando sobre el suelo con Elena encima de él.

Movió el objeto que había clavado logrando un corte de lado a lado llenándola por completo de la sangre de Mario, se dejo caer aún lado cuando vio que ya no se movia y sollozo aún más, no tenía ropa interior solo ese manchado vestido. Al pararse de allí pudo notar que estaba en una bodega, no debería de estar en Birmingham, nisiquiera sabía que día era cuando tomó de el saco de Mario una pistola y camino hacia la salida con cautela. Las lecciones de su padre por fin tenían protagonismo cuando a lo lejos noto a unos hombres que reconoció como los gorilas de Mario, se apoyo contra la pared viendo como le daban la espalda a el lugar donde ella se encontraba

-Debio matar a esa perra y dejarla allí, no traerla aquí.-comento con enojo uno de ellos.-Solo somos dos, no podemos con todo los malditos peaky blinders

Elena respiró profundo y apunto a la cabeza, disparo sin temor no tardó ni un solo segundo al apuntar al otro dejando dos cadáveres más allí, con la pistola alzada dio unos pasos hacia ellos. Reviso sus trajes pero nada importante había en ellos salvo por más balas, unas llaves y un poco de dinero. Miro a su alrededor para notar que no se encontraba alejada de la destileria de Alfie Solomons, camino llena de sangre hasta allí pensando en Thomas y con el temor de que el señor Solomons no la ayude por la tensión de los negocios entre los shelby's y él, su garganta le dolía tanto ya no sabia diferenciar si esa sangre que goteaba era suya o era sangre de Mario. Su corazón se alivio al ver el lugar aún abierto, no había empleados pero si la luz de la oficina estaba prendida, subio como si nada y cuando la puerta se abrió fue recibida con un arma en alto.

-Diablos.-dijo Alfie al verla totalmente ensangrentada.-Baja el arma Olí y comunicate con Thomas Shelby

-M-mate a Mario.-fue lo único que dijo

Elena se dejó caer al suelo al terminar de consumirse su adrenalina, cayo al suelo frío y lo último que vio fue a Cyril

-Elena.-susurro alguien en su oído

Al abrirlos su padre estaba allí, el cielo estaba más azul que nunca detrás de él

-Papá.-dijo levantandose del pasto

A lo lejos Sirio pastaba tranquilo disfrutando del sol de agosto, miro su cuerpo en busca de sangre pero no había rastro de ello, miro sus manos nerviosa

-Lo hiciste muy bien mi niña.-sonrio su padre acariciando su cabello

-Estoy muerta?.-pregunto con temor

-No cariño.-nego posando sus manos en los brazos de Elena.-No es tu momento aún

Ella escucho a lo lejos voces, miro a su padre buscando una explicación a ello

-Estas luchando por tu vida.-respondio por fin a la pregunta que rondaba en su mente.

Elena Jackson estaba luchando por su vida

Million Dollar Man - Tommy shelby Donde viven las historias. Descúbrelo ahora