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El silencio fue de sepulcro, Elena se agarraba la cabeza negando a oír lo que Tommy le decía, ambos se encontraban en esa habitación que compartieron en su época dorada, la cantante sentía que sus piernas fallaban y el aire se escapaba de sus pulmones. El rubí azul ya no estaba, Tommy se lo había llevado tras la muerte de Madame Rose, ahora mismo ya nadie sabría dónde se encontraba porque fue puesto en manos de una gitana sin contar los años que habían pasado desde ese entonces.
Las palabras de esa carta escrita por Crescent Romanov y las imágenes de ese fatal día donde le arrebataron a su querida Madame Rose torturaron su corazón, no pudo evitar guardarse el enojo que sentía ahora mismo hacia ella misma y su maldita incompetencia para no haber tenido los ojos puestos en el rubí azul.
 
— Lo que hiciste fue una estupidez — solto Elena riéndose con amargura — Una total estupidez

— ¿Una estupidez? — se paro de golpe enfrentandola — Oh porque ponerlo en una maldita caja de cristal como un trofeo fue una buena idea

— No lo entiendes — negó enojada — No lo tenia allí como un trofeo Thomas

— Y entonces que Elena, dime porque no soy adivino

— ESTABA MALDITO — Exclamo harta apartandolo de un empujón — Crescent me dijo que las joyas rusas estaban malditas así que lo puse allí por una puta razón

Tommy partadeo ante lo dicho por su esposa, años pensó que Elena no sabía lo que Tatiana Petrovna había confesado al ver el collar puesto en el cuello de ella

— ¿Lo sabias? — susurro viendola darle la espalda

— Claro que lo sabía antes de que tu lo supieras — admitio — Luego todo ocurrió, el asesinato, los malditos rusos y la cárcel ¿quieres que siga?

Elena abrió las ventanas y salió al balcón donde se apoyo contra el barandal mirando hacia abajo, cerro sus ojos percibiendo el viento que hizo bailar su cabello, no tardó nada en sentir la presencia de Tommy a su lado.

— Lo lamento — dijo el hombre posando su mano en la cintura de Elena — Lamento todo lo que te estoy haciendo pasar

Ella negó con la angustia en su garganta, todo era un remolino de emociones después de leer la carta de Nicolas, el enterarse de lo del rubí azul y luego el estado de su hija.
Miro los ojos cielo de Tommy buscando un trozo de paz al cual aferrarse, suspiro agotada completamente si fuera por ella estaría ahogada en alcohol, las estrellas se veían hermosas y percibió una estrella fugaz. Una esperanza..

— Una estrella fugaz — susurro mirando el cielo — Pide un deseo Tommy

— Esta bien — dijo mirandola

No aparto su mirada de ella admirando cada gesto al pedir un deseo con sus ojos cerrados, tan creyente de las estrellas y el destino como la primera vez que la conoció, tan bella a la luz de la luna

— Listo — solto Tommy viendola abrir los ojos — ¿Y tú?

— Listo — asintio

Esa noche Tommy se despidio de ella, camino por los pasillos de la mansión hasta una habitación de invitados, Elena permanecio sentada en la cama abrazando sus piernas releyendo la carta una y otra vez, las lágrimas caían sobre el papel.
Esa noche tuvo miles de pesadillas que no le permitieron cerrar los ojos denuevo, decidió abandonar la habitación con un abrigo y sus pantalones además de las botas bajo los escalones con cuidado, era el amanecer nadie estaba despierto aun así que decidió ir a cabalgar, preparo su caballo para luego partir hacia la gran estaría de campo.
Ajena a todo disfruto de ver el sol salir, el silencio tenía que servir lo suficiente para calmar sus temores y ignorar esas voces que la incitaban a hacer una locura.

Million Dollar Man - Tommy shelby Donde viven las historias. Descúbrelo ahora