43. ⚡ Una nueva oportunidad⚡

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Pov Gun.

Cuando era pequeño y me veía envuelto en esas llamaradas del infierno en el que vivía, me prometí que si en algún momento lograba salir ileso de todo esto, haría las cosas que me hicieran más feliz. Pero con el pasar del tiempo, fui mentalizándome que eso jamás pasaría ya que las llamas me habían consumido de tal manera hasta calcinar mi alma entera.

Su muerte tampoco trajo mi tranquilidad, ni la paz que tanto buscaba, al contrario, lo único que me dejó todo eso fueron las secuelas de una vida de porquería donde ni yo mismo podía sostenerme en pie, con los recuerdos miserables que me dejó esa vida llena de abusos y maltratos por parte de las dos personas que se suponía debían cuidarme.

Me refugie en el alcohol y las drogas para acabar con las pesadillas que me despertaban a media noche sudoroso con la sola idea que ese mal nacido regresará a colarse en mi cama para hacer conmigo las cochinadas que repetía cada noche después que golpeaba brutalmente a mi madre para cobrárselas conmigo arrebatándome la inocencia de un pobre niño que murió en el momento que profanó mi cuerpo y dejo que otros lo tocaran.

Vivía lleno de temores y traumas, angustias y paranoias que no me dejaron tener una infancia tranquila, ni una adolescencia prudente. Lo que más me mataba fue lo que más buscaba en las calles consiguiendo que otros hicieran lo que mi padre, pero envuelto en las drogas que me dejaban en un punto muerto donde no sentía, no asimilaba y no me destruía el saber que otras manos me tocaban.

Creía que era la única manera de dejar de sentir las asquerosas manos de ese sujeto, era permitiendo que otras manos se apoderaran de los rastros que había causado el daño irreparable que nunca se borraría. Pero cuan equivocado estaba, que perdido y que estúpido fui.

El dolor nunca se fue, la paranoia me consumía con más ardor quemándome no solo el cuerpo, si no el alma, los sentimientos, las esperanzas, absolutamente todo.

Pero entonces una luz, una muy pequeña y casi a punto de apagarse llegó a mi vida en forma de ángel, con sus ojos de tormenta impregnándose en mi alma ya casi muerta. Aunque no confiaba en nadie y el pasado que había sufrido logró marcarme de una manera insólita.

Luché, logré aferrarme al último peldaño de vida que me quedaba por escalar y fue cuando mi mundo comenzaba a tener sentido de alguna u otra manera.

Pero no fue así, ya que cuando estás muerto por dentro, no hay luz que te enceguece sino más bien te escondes en un rincón para que no te toque.

Me había destruido, consumiendo por completo el poquito de esperanzas que había en mí. Los demonios regresaron mucho más fuertes y la mente me jugó sucio al creer que ese ángel se disfrazó de mentira y me lastimaría como todos lo habían hecho.

Me fui, escape de todo, me sumí en la oscuridad y llamé a la muerte para que fuera mi acompañante durante un largo periodo de tiempo. Donde en vez de llevarme a su lado me destruyó aún más, matándome de a poco llevándome a un exilio de puro dolor, arrebatando las ganas de dejar ir sin ningún tipo de esperanzas.

Al contrario de lo que yo pensaba, nada de eso ocurrió. Tarde meses en reaccionar, entender que a veces necesitamos un poco de oscuridad porque cuando nos llega nuestro rayo de luz, se nos quedara impregnado para siempre.

Comprendí que el amor siempre te cura, te rehabilita y te regala porcentajes de esperanzas. Lo comprendí cuando toda la tormenta estaba desapareciendo de mi interior, cuando las pesadillas me dejaron de abrumar y mis amaneceres estaban llenos de colores.

Me sentía libre, nuevo, vivo, completo. Creía que nada podía salir mejor, que la injusticia de mi vida había terminado y que ahora solo podía respirar aire puro, confiar en las personas que tanto me ayudaron y seguir caminando con la frente en alto dejando todo el dolor y la desesperación atrás.

Sex, Alcohol, Drugs and Love. ( EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora