Sex, Alcohol, Drugs and Love. ( EN EDICIÓN)

Especial San Valentín.

                                                       O ──────── ✧ ────────── G

Pov Gun.

No hay una sola palabra que describa el inmenso amor que estoy sintiendo ahora mismo por el que hoy en día es mi esposo y el hombre de mi vida.

Puedo decir, que cada gota de sangre, cada llanto, cada uno de esos cortes si valieron la pena, ya que el mundo me tenía preparado un ángel guardián, destinado únicamente a hacerme ver que la vida no es tan cruel como me la habían pintado.

En el pasado, mi cabeza estaba llena de recuerdos oscuros que me impedían ver con claridad la situación en la que estaba viviendo. Los golpes en la cara que me propinaba un padre que debió cuidarme de los hombres malos, no que los trajera a casa para que abusaran de mi como les diera la gana mientras él veía la escena disfrutándolo como lo mejor del mundo.

Un padre, que de la noche a la mañana cambió conmigo y se volvió completamente loco amenazando a mi madre y a mí, sumiéndonos en una oscuridad donde solo él gritaba, mandaba y golpeaba si no hacíamos lo que él quería.

Mi madre, a pesar de todo, recuerdo que fue una de esas madres amorosas que me daba un beso antes de dormir o me cantaba alguna canción. Pero, ese mismo monstruo que me calcino las esperanzas, lo hizo con ella de modo que un día simplemente se apagó, dejó de sonreír, de mirarme con amor y se convirtió en el verdugo de un hombre malo a quien algún día llame, papá.

Odiaba tanto verla con su hermoso rostro amoratado por los golpes, sumida en una habitación donde lo único que recibía eran abusos de su parte y ofensas que la llevaron a ser una mujer marchita en todo el sentido de la palabra. Hubiera querido que se levantara un día, acabara con la vida de ese terrible ser y poder así, llevar una vida medianamente buena luego de su partida. Pero, no fue así, no lo logró y ahora después de tanto tiempo es que he llegado a comprender que no era tan sencillo. Ya que yo también viví esos estragos que me dejo los abusos, golpes, ofensas que recibía de su parte la cual me llevó a querer acabar con mi vida en varias ocasiones.

Desde los diez años que comenzó mi infierno, viví sumido en un hueco negro del que nunca pensé salir. Las pesadillas eran las que me sobresaltaban en medio de la madrugada, el alcohol era parte de mí día a día al igual que las drogas. Era lo único que me mantenía en un mundo aislado, en donde no sentía, no me dolía nada, no tenía miedo. Pero, todo se fue derrumbando cuando conocí al que hoy en día es el amor de mi vida. Mi compañero, mi protector, el ángel guardián que la vida se encargó de regalarme. Es mi esposo, mi amante y el significado más grande el amor que he conocido.

Desde el primer día que lo conocí y que él me vio, fue como una llamarada que se encendía dentro de mí. A la cual me costó mucho tiempo tomarla en serio, hacerle caso que esto no era un juego. Me había enamorado de él incluso antes de aceptarlo, ya que fue quien me vio en los peores momentos de mi vida y aun así no dudo ni un segundo en tenderme su mano y ayudarme a salir del horrible fango en el que me había convertido por culpa de un padre abusador, una madre abusada y una vida de mierda que me llevó casi a la muerte.

Sin embargo, ahora he intentado borrar cada una de esas horribles escenas que tuve, las recaídas y las veces que no podía verme al espejo sin sentir asco de mí mismo. Claro, hay cosas que no han cambiado, pero trato de combatirlo de la mejor manera.

Soy mucho más sociable y no me cuesta tanto estar rodeado de personas, siempre y cuando tenga a mi esposo de mi lado, todo siempre ira de maravilla. Las inseguridades y los celos, es algo que he controlado también, ya no me pongo a llorar por qué una chica guapa se le acerque o un hombre apuesto. Estoy seguro de lo que tengo y me lo demuestra todas las noches en la soledad de nuestra habitación.