CAPÍTULO 6| ESTÚPIDO APODO

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CAPÍTULO 6

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ESTÚPIDO APODO

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Estaba claro que lo había dicho para molestarme y lo había conseguido. Por la vergüenza que había pasado, no salí en ningún momento de mi cuarto para no encontrarme con Viktor. Estaba demasiado avergonzada como para verle.

Mi estómago rugió con fuerza pidiendo comida. Me había saltado el desayuno y me moría de hambre, así que con pesadez y derrota me levanté de mi cama y salí de mi cuarto, encontrándome con Víctor poniendo la mesa.

—¡Al fin! Por fin se ha despertado la princesa durmiente —dijo Viktor con su característica sonrisa burlona—. Tardas un poco más y habría entrado a despertarte con un "beso de amor verdadero".

Me sonrojé de tan solo pensar los labios de Viktor sobre los míos.

—¡Deja de molestarme! ¿Te gusta burlarte de mí?

—Me gusta ver tus reacciones, Tomatito —hizo énfasis en el estúpido apodo.

Bufé molesta y caminé hacía el baño, donde me aseé.

Salí y fui a la cocina, donde hice mi comida lo más rápido que pude. No aguantaba más sin comer nada, y mi estómago me lo decía. Sonó tan fuerte, que Viktor que estaba en el comedor me escuchó.

La cabeza de Viktor se asomó por la puerta.

—¿Has estado aguantando todo el rato sin comer, por mí?

—No.

—Llevas encerrada toda la mañana en tu cuarto. Y son las —cogió el móvil del bolsillo trasero y miró la hora— tres del mediodía. Seguro que solo has salido de la habitación porque te morías de hambre, si no, te hubieras quedado encerrada más tiempo.

Viktor apoyó el brazo en el marco de la puerta.

—Mentira —contesté colocando la comida en mi plato—. Eso no es verdad. Ahora, si me permites, esta diosa va a comer.

Pasé por debajo del brazo de Viktor y fui al comedor.

—¿Qué diosa? —preguntó Viktor con la mano encima de los ojos mientras buscaba con la mirada—. Yo no veo a ninguna diosa en mi casa. Solo veo a un pequeño Tomatito en pijama.

Lo miré con molestia y procedí a sentarme.

—Idiota.




★★★




—¿Me puedes pasar la ropa que he dejado encima de mi cama? —pidió Viktor desde el baño.

Levanté la mirada que tenía puesta en un Thanatos dormido y la fijé en la puerta del baño.

—¿No era que tenía prohibido el paso? —pregunté alzando la voz.

—Si no quieres verme medio desnudo, te sugiero que entres.

Negué con la cabeza, me levanté del sofá y entré en su cuarto. Su habitación era tal cual me la imaginaba, sobria y de colores negros, grises y blancos. ¿Viktor no conocía otros colores aparte de la paleta monocromática?

Viviendo con ViktorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora