CAPÍTULO 8
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CURAR MIS HERIDAS
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—¡Ten más cuidado! —me quejé cuando la gasa tocó mi herida.
Venir a casa había sido todo un drama. Yo caminando lento y como podía, porque me dolían las rodillas. Además, aunque aún no lo sabía, creía que tenía una pequeña torcedura de pie, porque me dolía al caminar. Viktor, harto de verme caminar a paso de caracol, me ayudó a caminar. Cogiéndome de la cintura y poniendo mi brazo sobre sus hombros, haciendo de soporte para caminar mejor.
Viktor levantó la mirada de mi rodilla y me miró mal.
—Quejica.
—No me mires así — contesté cruzándome de brazos, teniendo cuidado con mis heridas ya vendadas de las manos—. Por tu culpa estoy así.
—A este paso tendré que cambiar tu apodo a Quejicus. Te quejas mucho, Lyssa.
—¿Qué quieres que te diga? Me duele.
Viktor rodó los ojos.
—Pues te aguantas. Que no tienes cinco años.
Miré mal a Viktor, pero él me ignoró y siguió curando mis heridas, pero esta vez con un poco más de cuidado.
Cuando acabó de ponerme el yodo, me colocó una gasa con esparadrapo y se levantó del suelo para sentarse en el sofá. Justo a mi lado.
—Acércate más a mí —dijo moviendo de sitio el botiquín de primeros auxilios que nos separaba.
—¿Por qué? —pregunte confundida.
—Tienes una herida en la barbilla.
Levanté una mano para comprobar si era cierto, pero antes de poder tocar mi cara, la gran mano de Viktor agarró mi muñeca.
—No te toques. — Contestó Viktor soltando mi muñeca—. Se te puede infectar.
Yo asentí, pero quería saber dónde tenía la herida. En ningún momento la había notado.
—Acércate —ordenó Viktor cuando no me moví.
Hice lo que me pidió y nuestros cuerpos quedaron muy cerca. Mi muslo tocaba el suyo y el olor tan característico de Viktor inundó mis fosas nasales. Cogió un bastoncillo de algodón y le puso yodo. Agarró mi cara con cuidado y empezó a desinfectar la herida.
Estábamos tan cerca que podía notar su respiración en mi cara. Al no saber dónde mirar, me puse a observar sus pestañas de color rubio. No eran muy largas, pero tampoco eran demasiado cortas. Mis ojos pasaron por toda su cara hasta llegar a sus labios.
Estaba tan absorta viendo sus labios, que no me di cuenta de que Viktor había terminado de curar mi herida.
—¿Qué estás mirando? — susurró mirándome con sus ojos ahora dilatados.
No pude decir nada, así que tragué sonoramente y entreabrí los labios.
Viktor bajó la mirada y se quedó viendo mis labios. La mano que tenía cogiendo mi cara pasó a estar en mi barbilla con cuidado de no tocar mi herida. Se quedó ahí durante unos segundos hasta que con su dedo pulgar empezó a acariciar mi labio inferior. Se me cortó la respiración de golpe. Lo hacía con tanto cuidado y a la vez con tanta sensualidad, que no pude evitar sentir cosas, y Viktor lo sabía, porque sonrió de lado. Acarició por completo mis labios y mientras se acercaba a mí, metió un poco su dedo en mi boca, pero sin llegar a meterlo del todo, delineando el interior de mi labio. Sentí su respiración volverse un poco agitada y justo cuando nuestras narices se empezaban a tocar, Thanatos llegó y de un ladrido nos separó. Yo tenía la respiración agitada al igual que Viktor. Me pasé la lengua por los labios y miré a Viktor a los ojos. Su característico color azul grisáceo se había oscurecido hasta adoptar una tonalidad como el azul ultramar. Justo cuando iba a abrir la boca para decir algo, el teléfono de Viktor sonó y se fue al pasillo a contestar, dejándome sola con Thanatos.
—Menos mal que has llegado en el momento justo —le dije a Thanatos acariciando su cabeza—. No sé qué habría pasado si no hubieras llegado.
Si no fuera por Thanatos, nos hubiésemos besado, pero ¿y después? Habríamos llegado más lejos. Y al ser así, ¿Qué hubiera pasado al día siguiente? Con lo que acababa de pasar, me aseguraba de que tenía atracción por Viktor y él por mí. Pero cuando estábamos a punto de unir nuestros labios, había sentido algo que no era atracción. Me negaba a sentir amor por Viktor. No quería terminar mal o descubrir que Viktor solo sentía atracción hacia mí.
—Muchas gracias por salvarme —Thantos se subió al sofá y me dio un lengüetazo que causó que sonriera divertida.
—Mañana iremos a un bar con Luc y Arashi —comentó Viktor cuando volvió. Se quedó de pie y me miró, todo rastro del Viktor de antes había desaparecido—. ¿Te parece bien? Aunque si no, me da igual.
Asentí sin poder hablar y me levanté del sofá.
—Buenas noches —susurré sin esperar respuesta.
Me encerré en mi cuarto y me tapé con las sábanas. No había podido mirar a Viktor sin sentir vergüenza por lo ocurrido. Solo esperaba que mañana siguiera todo como antes.
Cortito pero intensito. En el siguiente capítulo conoceremos a Arashi, la amiga japonesa de Viktor y Luc, y por si os lo preguntáis, no van a ser enemigas ni van a luchar por un hombre. en mis historia cero de esas cosas.
Espero que os guste, dadle amorcito.
besos de esquimal.
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Viviendo con Viktor
RomansaLyssa tenía una cosa clara, odiaba a la propietaria del edifico en el que vivía. ¿Tanto le costaba darle un apartamento en el que poder vivir durante los próximos dos meses? A Lyssa le había quedado claro que la dueña era una urraca, así que para no...