CAPÍTULO 14| VERGÜENZA

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CAPÍTULO 14

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VERGÜENZA

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No dormimos casi nada. Estuvimos toda la noche teniendo sexo, y yo me preguntaba; ¿cómo es que Viktor aguantaba tanto? Había leído que los chicos solo podían correrse tres veces seguidas. Pero él superó ese número. Era insaciable.

Por una parte, lo agradecía, esa noche había sentido más placer que en toda mi vida, pero llegaba un momento en el que estaba a punto de desmayarme por el placer. Prácticamente me dejó temblando, y mis piernas lo confirmaron cuando tuve que levantarme de la cama para ir al baño y limpiarme. Parecía un cervatillo recién nacido.

Me moví en la cama, notando que estaba yo sola y me levanté estirando cada uno de mis huesos, recogí la ropa que Viktor había dejado doblada en el escritorio y me vestí. Salí del cuarto y fui al baño, donde me aseé y pude ver gracias al gran espejo todas las marcas que me había dejado Viktor, y no solo eran chupetones, sino que también tenía mordeduras.

Salí del baño un poco más presentable y fui al comedor, donde el olor de comida hizo que mi estómago rugiera de hambre. Me había levantado bastante tarde.

—Al fin te despiertas —dijo Viktor colocando dos platos de pasta en la mesa. Se me hizo la boca agua—. Pensaba que ibas a caer en coma. Como ayer estabas tan cansada.

Se me calentó la cara. Después de todas las posiciones y todo lo que hicimos, era normal que acabase cansada.

No le contesté y me senté en la silla.

—¿Por qué estás tan callada? —preguntó Viktor sentándose y mirándome con atención. Sonrió—. Ayer no lo estabas para nada.

Mi cara volvió a enrojecer.

—Ayer fue ayer, hoy es hoy —cogí el tenedor y enrollé los espaguetis—. Ahora a callar, que tengo hambre.

Comí bajo la atenta mirada de Viktor, que no se perdía ninguno de mis movimientos. Hasta que me irrité de sentir sus ojos en mí.

—¿Puedes dejar de mirarme? —pregunté limpiando la comisura de mis labios manchados de salsa—. No me gusta que me vean comer espaguetis.

—Después de todo lo que pasamos ayer y que te he visto completamente desnuda y en muchas posiciones, ¿te da vergüenza que te vea comer espaguetis?

Lo miré con las cejas fruncidas.

—Si, ¿qué pasa? —hice una pausa—. No me gusta que nadie me vea comerlos.

—Pues dejaré de mirarte —respondió Viktor divertido.

—Perfecto.

Y seguí comiendo, mirando de reojo a Viktor para asegurarme de que no me miraba.

—Se me ha olvidado comentarte —empezó a decir Viktor poniendo sus ojos en mí—, que Luc y Arashi vendrán dentro de una hora con Thanatos. Por si te da vergüenza que vean las marcas y quieras taparlas con maquillaje. Aunque así, como estas, estás muy guapa.

—Cómo si pudiera tapar todas —susurré para mí misma—. No tengo maquillaje.



★★★ 


—Veo que os lo pasasteis bien anoche —comentó Arashi sonriendo con burla—. Por lo que se ve. Te has divertido mucho mordiendo y chupando el cuerpo de Lyssa.

Arashi y Luc habían venido hace cinco minutos con un Thanatos muy contento de vernos. Nada más entrar por la puerta, había saludado a Viktor durante unos segundos, para después venir a mí. Desde ese entonces no se había separado de mí. Acaricié la cabeza de Thanatos que estaba en mi regazo con mucho mimo.

—Creo que tu perro está enamorado de la chica que te gusta —dijo Luc mirándonos—. Tu eres su dueño y solo te ha saludado unos pocos segundos. Vas a tener que competir contra Thanatos para ganarte la atención de Lyssa. Y creo que sabemos quién ganará.

—Claramente ganará Thanatos —dije y con voz aniñada le dije a Thanatos—. ¿A que sí, precioso?

—Después no me busques para repetir lo de ayer —contestó Viktor sin tapujos—. Si quieres volver a sentir placer, busca la forma de hacerlo, aunque no sé si será lo mismo.

—¡Viktor! —grité con la cara caliente—. Si quieres descríbelo con detalle ya que estás.

—Si quieres prosigo.

Lo miré exasperada.

—Que monos —comentó Arashi—. Ya tienen peleas de parejas.

—Si —contestó Luc—. Pero que paren de pelear que no quiero que nos vuelvan a echar para reconciliarse.

Aparté la mirada de Viktor y con las mejillas rojas miré a Luc.

—Eso no pasará.

—Hagamos como te creemos —hizo una pausa—. Bueno, ya que estamos aquí. ¿Continuamos viendo la serie? Porque ayer no pudimos ver casi nada por culpa de unas manos. 





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Viviendo con ViktorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora