CAPÍTULO 22
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NUNCA DIGAS:
¿QUÉ PUEDE SALIR MAL?
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Las dos volvimos como pudimos donde estaban nuestras cosas, aunque fue un arduo trabajo por los troncos que teníamos en las manos, que eran muchos y pesaban bastante, al final pudimos llegar sin que se nos cayera ninguno.
—¿Habéis traído todo el bosque, o que? —preguntó Viktor con burla.
—Búrlate todo lo que quieras —dijo Arashi dejando los troncos en el suelo—. Al menos hemos traído bastantes troncos como para que os duren hasta mañana. Y si da la casualidad de que los gastamos todos hoy, vosotros vais a buscarlos. Lyssa y yo no volvemos a coger troncos.
Dejé los troncos junto a la pila de Arashi y me senté en el suelo exhausta.
Mientras yo descansaba un poco, Luc empezó a hacer un círculo con algunas piedras que había encontrado por el terreno. Al ver que nadie le ayudaba, muy a mi pesar me levanté del suelo, limpiándome el trasero de posibles hojas y tierra pegadas a mi pantalón y me acerqué a Luc.
—¿Necesitas ayuda?
Luc me miró y negó.
—Gracias por ofrecerte —y mirando a los otros dos añadió—, no como otros, que solo se quedan mirando. Pero no hace falta. Puedes descansar. Habrá sido pesado traer tanta madera.
Asentí con la cabeza y volví a sentarme en el mismo lugar de antes.
—¿Y yo qué? —inquirió Arashi—. Yo también he traído troncos. No te quejes de mí cuando yo ya he ayudado y estoy cansada.
—Oh, vamos Arashi —protestó Luc—. Todos sabemos que eres como Hulk¹. No te cansarías por traer unos pocos tronquitos.
Arashi abrió la boca con incredulidad.
—¿Pocos? ¿Pocos dices?
—La verdad, me esperaba más de ti.
—Yo que tu, estaría atento estos días. Quién sabe que pueden hacerte.
—No me intimidas —contestó Luc con voz temblorosa.
—¿Estás seguro? —dijo Arashi con una gran sonrisa plasmada en la cara.
—Cuando sonríes das miedo —comentó Viktor, que al igual que yo, había permanecido en silencio.
Arashi lo fulminó con la mirada.
—Al menos sonrió.
Viktor se encogió de hombros y se sentó a mi lado.
—Que no te sonría a ti no significa que no lo haga.
—Pero si nunca sonríes —comentó Luc.
—Seguro que solo le sonríe a Lyssa.
—¿A ti te sonríe, Lyssa? —me preguntó Luc.
Me encogí de hombros.
—Mi mala memoria me impide recordarlo.
—Eso es que no le ha sonreído o lo hace muy poco —dijo Luc.
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Viviendo con Viktor
RomanceLyssa tenía una cosa clara, odiaba a la propietaria del edifico en el que vivía. ¿Tanto le costaba darle un apartamento en el que poder vivir durante los próximos dos meses? A Lyssa le había quedado claro que la dueña era una urraca, así que para no...