CAPÍTULO 29
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NOVIO Y NOVIA
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Me desperté entre los brazos de Viktor, mi cara en su descubierto pecho y su cara en la curvatura de mi cuello.
Me separé un poco para observarle cómo está misma mañana y empecé a acariciar su rostro con la yema de mis dedos.
Amaba ver el rostro sereno de Viktor, y normalmente solo lo veía cuando él dormía.
—Voy a empezar a creer que tienes una obsesión con mi cara —dijo Viktor sin abrir los ojos.
—Me gusta tu cara cuando duermes. No tienes cara de culo.
Viktor abrió los ojos de golpe y frunció el ceño.
—Ah. Muchas gracias por ese maravilloso halago.
Sonreí divertida y le di un golpecito con el dedo en su nariz.
—De nada.
Me puse de lado para poder verle mejor la cara, a lo que Viktor me imitó.
—A mí me gusta todo de ti —esas palabras de Viktor hicieron que me sonrojara un poco.
—Nos hemos puesto cursis de buena mañana.
Viktor ignoró lo que dije y siguió hablando.
—Menos que dejes pelos en la ducha.
—Y acabas de estropear este momento tan bonito.
—No, en serio Lyssa, háztelo mirar. A este paso te quedarás calva antes de los cuarenta. Pero no creas que me molestaría tener una novia sin pelo, solo te lo digo para que no te sorprendas si un día te miras al espejo y te encuentras con que te has quedado calva.
Le di un fuerte manotazo en el pecho, a lo que Viktor contestó con una fuerte carcajada.
—No me voy a quedar calva —dije con el ceño fruncido.
—Los peines y el suelo de la ducha no dicen lo mismo.
—No mientas —dije frunciendo la boca—. Nunca dejo pelos en la ducha. Además, el pelo que dices que se me cae es normal. Solo que no lo parece porque solo me peino antes de ducharme.
—Pues péinate más.
—¿Y parecerme a la hija del Sombrerero Loco¹? No, gracias.
—No habría mucha diferencia. Ya tienes la personalidad de una loca. Qué más da parecerse a una.
Viré los ojos y procedí a levantarme, pero Viktor tiró de mí y caí sobre él.
—Si algún día me quedo calva, será por el estrés que me das y no por causas naturales.
★★★
Después de salir de la cama y robar una de las camisetas de Viktor bajo sus quejas, aunque sabía que no le molestaba verme con su ropa, nos pusimos a hacer la comida, que más bien era la cena.
Yo como buena persona que era, me senté en el sofá mientras Viktor cocinaba para los dos. Una vez cómoda en el sofá, Thanatos se me acercó moviendo el rabo de arriba a abajo, estaba contento de vernos. Apoyó las dos patas delanteras en el borde del sofá y reposó su cabeza en mis piernas. Empecé a acariciarle ahí dónde le gustaba.
—¿Te queda mucho? —pregunté después de llevar un rato acariciando a Thanatos.
—Si tienes hambre ayuda un poco —contestó Viktor asomando su cabeza por la puerta—. Que te has puesto muy cómoda.
Me encogí de hombros.
—Para eso estás tú.
Viktor sacó su brazo de la cocina y me señaló con la cuchara de madera.
—Como sigas así te echo de mi casa. Ya me dirás donde encuentras lugar para quedarte. Que yo sepa no aceptan a locas en ningún sitio.
Hice una sonrisa falsa.
—Que gracioso eres, ¿alguna vez te lo han dicho?
—Innumerables veces. Gracias por decirlo una vez más —contestó sarcásticamente—. Y ahora, si no vienes a la cocina a ayudarme, probablemente te encuentres con que te he puesto veneno en la comida.
Solté un fuerte suspiro y me levanté del sofá, apartando a Thanatos con cuidado.
—Ya voy pesado —dije yendo a la cocina, haciendo que Viktor sonriera divertido—. ¿En qué te ayudo?
—Pon la mesa y lleva la comida.
—¿No tienes ningún ápice de empatía por tu novia? —pregunté batiendo las pestañas—. Estoy cansada.
—Pues tu novio también está cansado. Pero a la novia le apetecía sopa y no comida a domicilio. Así que te aguantas.
Que bien sonaban esas palabras. Nunca imaginé que unas simples palabras me hicieran tan feliz.
1. El Sombrerero Loco: Es un personaje de la novela Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas, del escritor inglés Lewis Carroll. También conocido solo como el Sombrerero.
cortito y con muchos diálogos. Viktor y Lyssa ya son pareja, AAAAAAAA, ahora veremos como les va la vida de novios. habrá o no habrá drama??
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Viviendo con Viktor
Lãng mạnLyssa tenía una cosa clara, odiaba a la propietaria del edifico en el que vivía. ¿Tanto le costaba darle un apartamento en el que poder vivir durante los próximos dos meses? A Lyssa le había quedado claro que la dueña era una urraca, así que para no...