CAPÍTULO 35| PEQUEÑA SORPRESA

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CAPÍTULO 35

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PEQUEÑA SORPRESA

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Me desperté entre los brazos de Viktor y las sábanas arrugadas. Los brazos de Viktor me rodeaban protectoramente. Desde que salimos oficialmente, no había vuelto a tocar mi cama en ningún momento, ahora dormía junto a Viktor en su gran cama.

Despegué mi cara de su pecho y aparté sus brazos con cuidado para no despertarlo y salí de la cama para ir a ducharme. No se lo había contado a Viktor porque quería que fuese una pequeña sorpresa, pero había buscado una pista de patinaje de hielo que no estuviera muy lejos y así poder ir en tren.

Le di un pequeño beso en la frente y abandoné el cuarto, fui al mío para coger mi cambio de ropa y fui al cuarto de baño, donde me quité la ropa, me peiné y me exfolié el cuerpo antes de meterme en la ducha. Me lavé el pelo tres veces para dejarlo completamente suave y me lo enjuagué para quitar todo el jabón de mi pelo.

Escuché la puerta abrirse cuando estaba por lavarme el cuerpo.

—¿Te duchas y no me avisas? —preguntó Viktor apoyado en la puerta.

—¿Por qué debería de avisarte?

—Para ducharnos juntos.

Viré los ojos.

—¿Sigues con eso? ¿Por qué tienes tantas ganas de ducharte conmigo? Si siempre te quejas de que se me cae el pelo.

—Así ahorramos agua.

Suspiré y asomé la cabeza por mampara y miré a Viktor.

—Mejor sal del baño y deja que me duche tranquila.

Viktor me miró mal, pero aceptó. Pasé mi mirada por la ropa y antes de que Viktor se fuera lo paré.

—¿Has cambiado de idea? —preguntó ilusionado.

—No. ¿Pero podrías traerme mi ropa interior? Se me ha olvidado.

—De acuerdo. Pero no esperes que te traiga las más cómodas. Traeré las que me parezcan más bonitas.

Puse los ojos en blanco y asentí.

Mientras Viktor me traía la ropa interior yo acabé de ducharme al completo, salí de la ducha y me enrollé en una toalla el cuerpo y el pelo justo antes de que Viktor entrara con lo pedido.

Me dio la ropa y le sonreí agradecida.

—Oye —me llamó Viktor con una sonrisa pícara.

—¿Qué pasa?

—¿Y si usamos tu cosa lila?

Lo miré sin comprenderlo.

—¿El que?

—Ya sabes, tu juguetito de forma alargada y que vibra.

Lo miré con la boca abierta y la cara roja. Había olvidado que había escondido mi vibrador en el cajón de la ropa interior y Viktor lo acababa de ver.

Me quedé callada y cogí mi ropa, no sabía si escapar o echar a Viktor.

—¿Qué pasa? ¿Se te ha comido la lengua el gato?

—¿Me dejarías vestirme? ¿O tendré que irme? —pregunté ignorando lo dicho por Viktor.

—¿Por qué tan pudorosa? Sería divertido usarlo en el acto —dijo Viktor sonriendo. Se estaba divirtiendo conmigo—. ¿Te imaginas cómo te sentirías?

Viviendo con ViktorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora