CAPÍTULO 26| CONFESIÓN

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CAPÍTULO 26

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CONFESIÓN

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Cuando me desperté, lo primero que hice fue intentar rodar para desperezarme. Y dije intentar, porque no pude porque los fuertes brazos de Viktor me tenían encerrada. Abrí los ojos lentamente y me topé de lleno con la cara de Viktor. Sus labios entreabiertos, su ceño relajado y sus ojos cerrados. Su respiración estaba muy relajada. Estaba muy guapo durmiendo, aunque siempre lo estaba, para qué iba a mentir.

Como Viktor estaba durmiendo, aproveché para acariciar toda su cara con mi mano, pasando por todas sus facciones con suavidad para no despertarlo. Si estuviera despierto no me atrevería a hacer algo así, ni aun menos juntar nuestras frentes como acababa de hacer ahora. Lo miré más de cerca, acariciando su nariz con la mía.

—¿Seguirás acariciándome o prefieres besarme? —preguntó Viktor con voz suave pero ronca.

Su repentina pregunta hizo que me asustara y que por instinto me alejara, pero sus brazos me volvieron a acercar a él, hasta que acabé con mi cabeza en su pecho.

—¿Estabas despierto? —pregunté con las mejillas calientes.

—Llevo despierto desde que te han entrado ganas de ser una croqueta.

Me quedé en silencio unos segundos.

—Será mejor que nos levantemos —dije intentando enderezarme, pero Viktor no me lo ponía fácil—. ¿Y ahora que quieres?

—Quedémonos así un rato.

Saqué mi cabeza de su pecho y lo miré a la cara.

—¿Ahora qué te pasa? ¿Qué mosca te ha picado?

—Ninguna. Es pronto y estoy cómodo, ¿no me puedo quedar así durante unos minutos?

—Es que...

—No me digas que te sientes incómoda, porque los dos sabemos que eso es mentira —interrumpió Viktor acercando su cara repentinamente a la mía—. Ni que tienes vergüenza cuando has estado acariciando mi cara.

—Es porque estabas dormido —susurré sin apartar mis ojos de los de él.

—¿Y?

—Que me sentía más libre de hacer lo que quería.

Viktor soltó una pequeña carcajada.

—Sabes que eres libre de hacer conmigo lo que quieras.

Me quedé muda. Aunque eso es decir poco.

—Te estás comportando de una manera distinta. ¿Por qué?

Viktor rodó los ojos y retiró una de sus manos que estaba en mi cintura para acariciar mi mejilla con el dorso de su mano.

—¿En serio tengo que decirlo? ¿Eres tan ingenua para no darte cuenta o es que te estás haciendo la tonta?

Fruncí el ceño y le di un manotazo por llamarme tonta.

—Hablame directamente, no me gusta que lo haga indirectamente. No capto muy bien las indirectas —susurré eso último.

Viktor me agarró de los hombros y me hizo volver a mirarlo a la cara.

Viviendo con ViktorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora