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Hyunjin pensó que era extraño que Seungmin pudiera sentir el olor de Jeongin, pero no le dio muchas vueltas. A él le parecía un olor tan fuerte, que no le extrañaría que los humanos pudieran sentirlo. Solo era cosa del debut, muy pronto el olor disminuiría. Desvió el asunto sin aclararle nada a Seungmin y se retiró de vuelta a su cuarto.

Seungmin, por su parte. Decidió desayunar. No era culpa suya despertarse tarde, solía trabajar hasta bien entrada la madrugada, así que, lo lógico, era que durmiera toda la mañana. El verdadero trabajo de Seungmin era de administración. Se dedicaba a organizar el departamento de ventas de una librería. Aunque bueno, no era cualquier librería, era una de las librerías de su padre. La familia de Seungmin tenía varios negocios, pero eso a él no le importaba mucho. Siempre se dejó llevar por la corriente, aunque siempre le dejó claro a su padre que él no se iba a encargar del negocio familiar, no tenía cabeza para eso. Prefería un poco más de libertad y tranquilidad en su vida. Por suerte para él, sus hermanas mayores sí tenían vocación para eso de los negocios, y a su padre no le molestaba dejarle eso a ellas. Seungmin solo necesitaba que no le cortaran los fondos de su tarjeta de crédito y, para ello, sus padres solo le pusieron como condición que trabajara.

Así que eso hacía. Le dedicaba bastante esfuerzo, porque, a pesar de todo, no le gustaba hacer las cosas con mediocridad. Pero el resto de su tiempo se lo dedicaba a su hobby favorito: los híbridos.

Se entretenía en hacer de todo. Tenía varios amigos híbridos en sus redes sociales, algunos "con derecho" otros no, le gustaba ir a los sitios donde se reunían y cosas así. Además, tenía un placer culpable, uno que no le había contado nunca a nadie. No porque fuera algo malo, sino porque no le iba para nada a su imagen. Después de todo, era imposible que el "playboy" Kim Seungmin disfrutara de ir a las casas de acogida de híbridos para leerle a los niños, o jugar con ellos, o prepararles cosas deliciosas de comer. ¿Qué dirían sus amigos si lo vieran con un delantal de flores, rodeado de pequeños híbridos, cuyas orejitas apenas asomaban por encima de la mesa, preparando galletas con formas de animalitos?

Ciertamente nada bueno. Al menos no para su orgullo.

Sin embargo a él le encantaba. No había nada que adorara más que aquellos pequeños, pero definitivamente no podía dejar que nadie se enterara. Por eso, cada vez que se perdía por horas, siempre contaba alguna historia distinta, o no decía nada, esperando a que los demás asumieran lo que quisieran. De todos modos, lo que menos iban a pensar, era lo que realmente hacía. Esa tarde quería pasar de nuevo por una de esas casas de acogida. Llevaba tiempo buscando una solución para los híbridos que eran expulsados al tener su primer celo, pero no había manera.

Según los establecimientos que había, mantener a un híbrido que ya tuviera sus estados de celo iba a ser muy complejo, por no hablar de varios. Además, como las casa de acogida estaban auspiciadas por fondos de caridad, no podían darse el lujo de comprar supresores y neutralizadores. La única solución que Seungmin encontraba era la de, al menos, educar lo mejor posible a los jóvenes híbridos sobre la forma en la que funcionaban sus cuerpos.

No era como si él supiera mucho, pero al menos sabía más que las instructoras de allí, quienes solo querían salir del paso sin perder sus trabajos. Además, no eran pocas las que Seungmin había conocido, que, en realidad, no le importaba el bienestar de los híbridos en lo absoluto. Eso lo enojaba. Pero tampoco era como si pudiera hacer mucho al respecto.

Sin embargo aquel olor no lo dejaba concentrarse. Entraba por su nariz haciéndolo distraerse, olvidó por un momento sus planes o cualquier otra cosa que estuviera pensando. Necesitaba saber de dónde venía ese olor, no iba a estar tranquilo hasta no sentirlo, le daba una curiosidad irresistible. Vagó por la casa durante varios minutos, tratando inútilmente de ubicarlo. En ese momento pensó que, si fuera un híbrido, ya hubiera resuelto el asunto hacía rato. Pero no lo era, así que tenía que seguir deambulando por toda la casa con el cuello estirado, inspirando el aire como un idiota.

*.✧ No se admiten mascotas!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora