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Despertar en medio de la madrugada y sentir el olor dulce de Hyunjin era de las cosas sin las que Minho sabía que no podría vivir. Al menos no ahora que ya se había acostumbrado a tenerlo en su cama, todas las noches, como algo suyo y que, después de tanto tiempo, finalmente lo era.

Porque sí, ya podía decir que aquel precioso chico de cabellos rubios y olor a arándanos, era su novio y realmente no había podido conciliar muy bien el sueño debido a la felicidad. Hyunjin, en cambio, se había dormido en sus brazos como un bebé y Minho no pudo evitar preocuparse un poco. Hoy había vuelto realmente tarde y, a pesar de no decirlo nunca, se veía cansado. Para alguien que nunca había trabajado en nada, tal vez ser modelo de la noche a la mañana era un poco demasiado.

Acomodó las sábanas para que cubrieran la espalda desnuda de Hyunjin y lo abrazó, rodeándolo con uno de sus brazos, acurrucándolo contra su cuerpo, buscando darle su calidez y, de paso, llenarse aún más con ese olor divino que ya había dejado de cuestionar o tratar de entender. Era el olor de Hyunjin y punto.

Escondió su rostro en el cuello del menor, dispuesto a agarrar nuevamente el hilo de su sueño, sin embargo, el olor era tan fuerte allí, tan difícil de resistir. Casi inconscientemente, paseó su nariz por detrás de su oreja, dejando que en su aliento se filtraran aquellas notas dulces. Justo en aquel sitio, su olor era un poco distinto, el dulzor de los arándanos se mezclaba con algo más sutil, Minho lo había sentido antes, pero muy pocas veces, especialmente mientras tenían sexo.

Dejó salir una, apenas perceptible, sonrisa acompañada de un suspiro de satisfacción. Hyunjin era simplemente tan perfecto que dolía. Siguió oliendo su cuello, consciente de que su poco sueño ya se había ido al carajo, así que solo se dedicó a disfrutar.

El cuello de Hyunjin era su lugar favorito. Definitivamente. Nunca había sentido especial atracción hacia el cuello de nadie, pero había algo en el de Hyunjin que simplemente le llamaba la atención, como si su cuerpo le dictara que tenía que ser así, que tenía que verse atraído hacia esa zona, hacia ese olor tan particular. Deslizó su nariz un poco más abajo casi hasta su hombro y de vuelta.

Hyunjin se estremeció muy ligeramente pero ni siquiera estuvo cerca de despertar. Minho no le prestó a atención a eso, solo siguió en lo suyo, abstrayéndose de la realidad.

Pronto su nariz se vio sustituida por su lengua, dejando suaves lamidas en su piel. Adoraba como Hyunjin podía tener ese sabor, tan parecido a su olor, impregnado en su piel, como algo mágico. Era tan delicioso.

Sin darse cuenta, ya no estaba abrazando a Hyunjin, lo estaba agarrando. Su mano se cernía firmemente a las caderas del menor mientras lamía su piel. Estaba sintiendo un impulso extraño, una necesidad que lo urgía con cada segundo que pasaba. Su propia nuca ardiéndole más que ningún otro día, como una señal, una necesidad.

Sus dientes se unieron a la ecuación, rozando apenas su piel. Electricidad se desató en todo su ser, incitándolo. Eso se sentía tan endemoniadamente bien. Quería hacerlo, no entendía por qué, pero su cabeza no estaba funcionando en aquel momento. Había mordido antes a Hyunjin, pero ahora, por alguna razón, lo necesitaba con urgencia, demasiada, y podía sentir en los músculos de su mandíbula la necesidad de hacerlo duro, de encajar sus dientes hasta las últimas consecuencias.

Se le hizo necesario, aún más con toda la excitación que recorría su cuerpo en ese momento. Abrió su boca, su lengua aún rozando contra la tensa y rosácea piel. Necesitaba hacerlo, morderlo.

Apretó sus dedos sobre el costado del menor y se inclinó más sobre él, casi cubriéndolo con su cuerpo, sus músculos se tensaron y supo que eso era lo que su cuerpo parecía desear más que nada.

*.✧ No se admiten mascotas!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora