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Seungmin.

Jeongin podía sentir como la presencia de Seungmin en el enlace se apagaba un poco. El dolor punzante se extendía desde su hombro hacia el resto de su cuerpo y en sus oídos unos latidos cada vez más suaves parecían hacer un eco lejano.

—¿Qué te pasa? ¡Háblame! ¿Qué sucede?— la voz de su cuñada aún se sentía lejana. Las pequeñas manos de la chica apenas tenían fuerzas para sostener su peso y tratar de hacer que se incorporara. Aún así, en aquel momento ni sus propias piernas podían sostenerlo. Sabía que a Seungmin le había sucedido algo. Algo grave. Pues esos latidos apagados no eran otros que los de su alfa.

No le gustaba para nada esa sensación. No le gustaba sentir como Seungmin se apagaba. Aún estaba vivo. De eso estaba seguro, pero aun así, el enlace se sentía frágil y tambaleante, doliéndolo mucho más, aún más que el reflejo del dolor del propio Seungmin.

Si tan solo pudiera... si tan solo el enlace le permitiera estar allí con Seungmin... dondequiera que estuviera...

Trató de concentrarse, de intensificar aquel enlace, de aferrarse a él.

Seungmin... Seungmin... Seungmin...

Seguía balbuceando su nombre.

—¿Qué pasa con Seungmin?— Sunhee se agachó a su altura y sostuvo su rostro, tratando de buscar algo en la mirada asustada de Jeongin que le diera una pista.

—Algo le pasó a Seungmin.— musitó el omega, sus ojos y labios volviendo a cerrarse con fuerza, buscando mantener aquella sensación dentro de él, la sensación de que Seungmin estaba recibiendo su energía, de que su fuerza estaba impidiendo que el calor de aquel enlace se apagara aún más.— Algo malo sucede con él.

Entonces Jeongin logró pensar con un poco más de lucidez, más allá de la sorpresa, del pánico y del dolor. Si a Seungmin le había sucedido algo, eso solo podía significar que tenía que ver con la mafia. No había otra explicación. Esa era la única razón posible.

Se puso de pie bruscamente, alarmando a la hermana de Seungmin quien lo siguió con la vista, viéndolo caminar, tambaleándose, rumbo a la sala.

Seungmin aún estaba vivo. Podía sentirlo. Por muy débil que estuviera. Buscó su celular en el asiento que había ocupado hacia un rato y se dispuso a llamarlo. Necesitaba saber de él, como fuera, como diera lugar.

—¡Espera!— Sunhee se acercó a él, aún preocupada y notándose más alterada con cada segundo que pasaba.— ¿Cómo sabes eso? ¡Explícame! ¿Qué le pasó a mi hermano?

—No lo sé.— Jeongin sonó cortante, su rostro aun marcado por el dolor intenso que seguía acosándolo. La preocupación y la ansiedad visibles en la forma temblorosa en la que sus dedos usaban el teléfono. Solo sé que está mal.

—Me estás asustando. Por favor... Si es una broma.

—¡¿Crees que bromearía con algo así?!— Bramó.— ¡Nunca bromearía si se trata de Seungmin! ¡Algo le sucedió y no contesta el maldito teléfono!— lanzó el inocente aparato contra el sofá del otro lado de la sala y se dejó caer en la butaca, sus manos fueron directas a mesar su cabello, el dolor ya apenas le importaba, se sentía impotente. Seguía forzando el enlace, poniéndole todas sus fuerzas, sintiéndose cada vez más débil.

Pero no importaba, porque los latidos de Seungmin se oían ahora un poco más fuertes. Solo un poco...

Si se seguía concentrando...

[🥨]

—¡Hey! ¡Hey! ¡Seungmin, quédate conmigo! ¡Oye!— Jaemin sacudía el rostro del humano, golpeando sus mejillas con movimientos rápidos y un poco bruscos.

*.✧ No se admiten mascotas!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora