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—¿Eres mudo acaso?

Seungmin se estremeció al volver a sentir aquella voz. Su garganta se había secado en cuestión de segundos y, mientras sus ojos parecían incapaces de dejar de mirar el cañón de aquel revólver justo frente a sus ojos, en serio pensó que iba a morir. No había forma de que saliera vivo de esa situación.

—Solo es un humano, Yuto. Deja ya la paranoia, Dios...— una mano sujetó el arma y la apartó del rostro de Seungmin. El aire volvió a los pulmones de Kim a la vez que finalmente miraba bien el rostro del tipo que le había apuntado. Una mirada desconfiada era lo más llamativo en aquel rostro de rasgos bien definidos y cejas fruncidas.— ¿Quién eres y qué quieres?— la persona que había apartado a Yuto, y quien, potencialmente acababa de salvarle la vida, ahora se dirigía a él con la misma expresión precavida y carente de confianza.

Seungmin notó como este otro chico no lucía igual de amenazador. Su rostro era más suave y unas grandes y peludas orejas negras de cánido adornaban su cabeza.

Sin embargo su garganta seguía seca. Seguía plenamente consciente de que el tal Yuto tenía un arma cargada en su mano mientras seguía penetrándolo con la mirada, sus ojos analizándolo, haciéndolo sentir incómodo. También sabía que, a sus lados, aún si salían del campo visual de aquellos chicos, tenía otros tres híbridos también armados. Sabía que estaba envuelto en eso. Y realmente no le gustaba para nada.

—Esto me da mala espina.— Yuto volvió a apuntarle, pero su mano se detuvo en el aire, aún sin llegar a la altura de la cabeza de Seungmin. Sin que ninguno de ellos pudiera preverlo, Jeno había aparecido por detrás de Seungmin, empujando su arma contra una de las sienes del otro chico, obligándolo a meterse dentro del apartamento a la vez que entraba seguido de Yangyang y Jaemin.

—Será mejor que ninguno de ustedes se mueva. ¿Ok? No quiero ponerme nervioso.— Jeno habló, recorriendo el apartamento con la vista. Contando mentalmente la presencia de otros dos tipos allí aparte de los que ya habían visto.

Yuto permaneció inmóvil. Su arma aún apuntando al pecho de Seungmin.

—Yo bajaría eso si fuera tú.— Jaemin lo miro, desafiante, poniéndose las manos en la cintura.

Seungmin seguía inmóvil en el umbral de la puerta. No sabiendo qué hacer en una situación como esa. Podía sentir la respiración pesada de Yuto y notar un breve temblor en los dedos que sostenían el arma.

—¿Esto es lo mejor que Changbin puede hacer?— Yuto habló finalmente, una sonrisa adornando su expresión decepcionada. Bajo su arma, alejándola del pecho de Seungmin.— Solo cuatro tipos y para colmo, uno de ellos es un humano medio tonto.— miro de reojo a Seungmin, quien aún no sabía qué hacer.

—Changbin no nos ha enviado.— Yangyang dio unos cuantos pasos alrededor, observando el lugar. Él era el único que se atrevía a moverse, pues tanto Jaemin como Jeno seguían tensos, todo su cuerpo expectante, dispuestos a actuar a la más mínima señal de amenaza. Yuto los miraba. Aún si trataba de ocultarlo, era fácil notar que se habia puesto extremadamente nervioso. No dejaba de alternar su mirada entre el arma que Jeno tenia puesta en la cabeza de aquel chico y Seungmin.

—¿Es asi?— ladeó la cabeza, dando a entender su ligera sorpresa.— Eso es extraño. Pensé que Changbin tenía su ganado bien entrenado.

—Al menos está mejor entrenado que el tuyo.— Yangyang corrió una de las sillas de la mesa que había en el centro de la habitación. El apartamento era extremadamente pequeño. El desorden y el mal olor reinantes simplemente iban a juego con todo en aquel edificio. A juzgar por la cantidad de basura y botellas de plástico vacías, aquellos tipos llevaban bastante tiempo utilizando aquel lugar como base y escondite.— No vamos por ahí regando información valiosa.— se sentó con una sonrisa satisfecha, mirando de reojo a los otros dos tipos, quienes permanecían de pie cerca de una de las ventanas, sus cigarros aún encendidos entre sus dedos.

*.✧ No se admiten mascotas!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora